SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Sábado, 8 de diciembre de 2018
Queridos hermanas y hermanas, ¡buenos días y feliz fiesta!
La Palabra de Dios nos presenta hoy una alternativa. En la primera lectura está el hombre que en los orígenes dice no a Dios y en el Evangelio está María que en la Anunciación dice sí a Dios. En ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. Pero en el primer caso se dirige a Adán, después del pecado, y le pregunta: «¿Dónde estás?» (Gn 3,9), y él responde: «Me he escondido» (v. 10). En el segundo caso, en cambio, se dirige a María, sin pecado, que le responde: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1,38)». Heme aquí es lo opuesto de me he escondido. El heme aquí abre a Dios, mientras el pecado cierra, aísla, hace permanecer solos con uno mismo.
Heme aquí, es la palabra clave de la vida. Marca el pasaje de una vida horizontal, centrada en uno mismo y en las propias necesidades, a una vida vertical, elevada hacia Dios. Heme aquí, es estar disponible para el Señor, es la cura para el egoísmo, el antídoto de una vida insatisfecha, a la que siempre le falta algo. Heme aquí es el remedio contra el envejecimiento del pecado, es la terapia para permanecer jóvenes dentro. Heme aquí, es creer que Dios cuenta más que mi yo. Es elegir apostar por el Señor, dócil a sus sorpresas. Por eso decirle heme aquí es la mayor alabanza que podemos ofrecerle. ¿Por qué no empezar los días así? Sería bueno decir todas las mañanas: ‘Heme aquí, Señor, hágase hoy en mí tu voluntad. Lo diremos en la oración del Ángelus, pero podemos repetirlo ya ahora, juntos: ¡Heme aquí, Señor, hágase hoy en mí tu voluntad!
María añade: «Hágase en mí según tu palabra». No dice “Hágase según yo”, dice “Hágase según Tú”. No pone límites a Dios. No piensa: “me dedico un poco a Él, me doy prisa y luego hago lo que quiero”. No, María no ama al Señor cuando le apetece, a ratos. Vive fiándose de Dios en todo y para todo. Ese es el secreto de la vida. Todo lo puede quien se fía de Dios. El Señor, sin embargo, queridos hermanos y hermanas, sufre cuando le respondemos como Adán: “tengo miedo y me he escondido”. Dios es Padre, el más tierno de los padres, y desea la confianza de sus hijos. ¡Cuántas veces sospechamos de Él!, ¡sospechamos de Dios! Pensamos que puede enviarnos alguna prueba, privarnos de la libertad, abandonarnos. Pero esto es un gran engaño, es la tentación de los orígenes, la tentación del diablo: insinuar la desconfianza en Dios. María vence esta primera tentación con su heme aquí. Y hoy miramos la belleza de la Virgen, nacida y vivida sin pecado, siempre dócil y transparente a Dios.
Eso no significa que la vida fuera fácil para ella, no. Estar con Dios no resuelve mágicamente los problemas. Lo recuerda la conclusión del Evangelio de hoy: «Y el ángel se alejó de ella» (v. 38). Se alejó: es un verbo fuerte. El ángel deja sola a la Virgen en una situación difícil. Ella sabía en qué modo particular se convertiría en la Madre de Dios —se lo había dicho el ángel—, pero el ángel no se lo había explicado a los demás, sólo a ella. Y los problemas comenzaron inmediatamente: pensemos en la situación irregular según la ley, en el tormento de San José, en los planes de vida desbaratados, en lo que la gente habría dicho… Pero María pone su confianza en Dios ante los problemas. El ángel la deja, pero ella cree que con ella, en ella, ha permanecido Dios. Y se fía. Se fía de Dios. Está segura de que con el Señor, aunque de modo inesperado, todo irá bien. He aquí la actitud sabia: no vivir dependiendo de los problemas —terminado uno, se presentará otro–, sino fiándose de Dios y confiándose cada día a Él: ¡heme aquí! ¡”Heme aquí” es la palabra. “Heme aquí” es la oración. Pidamos a la Inmaculada la gracia de vivir así.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy en el Santuario de Nuestra Señora de Santa Cruz en Orán, Argelia, han sido proclamados beatos el obispo Pierre Claverie y dieciocho compañeros religiosos y religiosas, asesinados por odio a la fe. ¡Diecinueve nuevos beatos! Estos mártires de nuestro tiempo han sido fieles anunciadores del Evangelio, humildes constructores de paz y heroicos testigos de la caridad cristiana: un obispo, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos. Su testimonio valiente es fuente de esperanza para la comunidad católica argelina y semilla de diálogo para toda la sociedad. ¡Que esta beatificación sea para todos un estímulo para construir juntos un mundo de fraternidad y solidaridad. ¡Demos un aplauso a los nuevos beatos! ¡Todos juntos!
Aseguro mi recuerdo en la oración a los jóvenes y a la mamá fallecidos esta noche en la discoteca en Corinaldo, cerca de Ancona, así como a los numerosos heridos. Pido para todos la intercesión de la Virgen.
Saludo con afecto los peregrinos procedentes de Italia y de diversos países, especialmente a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones. En esta fiesta de la Inmaculada en las parroquias italianas se renueva la adhesión a la Acción Católica, una asociación que desde hace 150 años es un don y un recurso para el camino de la Iglesia en Italia. Animo a sus articulaciones diocesanas y parroquiales a comprometerse en la formación de laicos capaces de dar testimonio del Evangelio, convirtiéndose en levadura de una sociedad más justa y solidaria.
Bendigo de corazón a los fieles de Rocca di Papa y la antorcha con que encenderán la gran estrella sobre la fortaleza de su hermosa ciudadela, en honor de María Inmaculada.
Esta tarde iré Santa María la Mayor a rezar a la Virgen y luego a la Plaza de España para renovar el tradicional acto de homenaje y oración a los pies del monumento de la Inmaculada. Os pido que os unáis a mí espiritualmente en este gesto, que expresa la devoción filial a nuestra Madre Celestial.
A todos os deseo una feliz fiesta y un buen camino de Adviento con la guía de la Virgen María. Por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 8 de diciembre de 2018.
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