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PAPA FRANCISCO

REGINA CAELI

Plaza de San Pedro
V Domingo de Pascua, 28 de abril de 2013

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Antes de concluir esta celebración, quisiera confiar a la Virgen a los confirmados y a todos vosotros. La Virgen María nos enseña el significado de vivir en el Espíritu Santo y qué significa acoger la novedad de Dios en nuestra vida. Ella concibió a Jesús por obra del Espíritu, y cada cristiano, cada uno de nosotros, está llamado a acoger la Palabra de Dios, a acoger a Jesús dentro de sí y llevarlo luego a todos. María invocó al Espíritu con los Apóstoles en el Cenáculo: también nosotros, cada vez que nos reunimos en oración estamos sostenidos por la presencia espiritual de la Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu y tener la fuerza de testimoniar a Jesús resucitado. Esto lo digo de manera especial a vosotros, que habéis recibido la Confirmación: Que María os ayude a estar atentos a lo que el Señor os pide, y a vivir y caminar siempre según el Espíritu Santo.

Quisiera extender mi saludo afectuoso a todos los peregrinos presentes, venidos de tantos países. Saludo en particular a los muchachos que se preparan para la Confirmación, al numeroso grupo guiado por las Hermanas de la Caridad, a los fieles de algunas parroquias polacas y a los de Bisignano, así como a la Katholische akademische Verbindung Capitolina.

En este momento, un momento especial, deseo elevar una oración por las numerosas víctimas que causó el trágico derrumbe de una fábrica en Bangladesh. Expreso mi solidaridad y profunda cercanía a las familias que lloran a sus seres queridos y dirijo desde lo profundo del corazón un fuerte llamamiento a fin de que se tutele siempre la dignidad y la seguridad del trabajador.

Ahora, en la luz pascual, fruto del Espíritu, nos dirigimos juntos a la Madre del Señor.



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