Via Crucis con i Giovani nel Parque Eduardo VII
Discorso del Santo Padre
Traduzione in lingua portoghese
Traduzione in lingua italiana
Traduzione in lingua francese
Traduzione in lingua inglese
Traduzione in lingua tedesca
Traduzione in lingua polacca
Traduzione in lingua araba
Questo pomeriggio, il Santo Padre Francesco ha lasciato la Nunziatura Apostolica e si è trasferito in auto nel Parque Eduardo VII dove, dopo aver effettuato alcuni giri in papamobile tra i giovani, alle ore 18.10 (19.10 ora di Roma), ha presieduto la Via Crucis con circa 800.000 persone.
Quindi, prima dello svolgimento della Via Crucis, della preghiera, della benedizione finale e dell’esecuzione di un canto, Papa Francesco ha pronunciato il Suo discorso
Al termine, il Papa ha fatto rientro alla Nunziatura Apostolica di Lisbona dove ha cenato in privato.
Pubblichiamo di seguito il discorso che il Santo Padre ha pronuncia nel corso della Via Crucis con i Giovani:
Discorso del Santo Padre
Jesús es «el camino» (Jn 14,6). En los Evangelios lo encontramos la mayoría de las veces que va de camino. No se queda quieto, va a las plazas, a las orillas del lago, a los montes, al templo. No tiene dónde reclinar la cabeza (cf. Mt 8,20). No se deja condicionar por las expectativas de la gente, no se deja encasillar en un rol, ni capturar por ceremonias y ritos alejados de la realidad. Él pasa, recorre los surcos de la vida cotidiana, contempla los rostros, dirige su mirada hacia el que sufre y necesita esperanza, siente compasión por los que están cansados, tiende la mano a los que atraviesan momentos de dolor. Se detiene ante la historia de cada uno y se hace cargo de todos con ternura, para después retomar el camino.
La vida pública de Jesús es un continuo viaje; toda la vida de Jesús es un viaje. Habiendo crecido en la escuela de María, que “se levantó y partió sin demora” (cf. Lc 1,39) para visitar a Isabel, Él nos muestra que Dios sale de sí mismo para encontrar al hombre. Cristo es Aquel que se hizo como nosotros para venir a nuestro encuentro, hasta abajarse a nuestros pies para lavarlos, hasta sufrir nuestras llagas para curarlas, hasta llegar a lo más recóndito de nuestra humanidad: la soledad, el miedo, el sufrimiento, el dolor, el abandono, la muerte. Hasta el sepulcro. Sí, el Hijo de Dios subió al Calvario para poder bajar hasta nosotros, a lo más hondo. Porque así es el camino del amor, y «no hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13).
La cruz, que acompaña cada JMJ, es el icono de este camino. Es el signo sagrado del amor más grande, el amor con el que Cristo quiere abrazar nuestra vida. La cruz, entonces, nos revela la belleza del amor. Querido joven, querida joven, la paradoja de nuestra fe es esta: la belleza del Crucificado. La belleza de un amor que se me entrega totalmente. La belleza de un amor que lleva las señales de mis heridas. De un amor sin límites y concreto al mismo tiempo, que por eso es creíble y nos lleva a caer de rodillas, a dejar que el corazón se conmueva, que las lágrimas surquen el rostro, que la oración susurre: «Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor» (P. Mazzolari, Un volto da contemplare, Milán 2001, 86).
Hermanos y hermanas, también esta tarde Jesús camina con nosotros. Camina a nuestro lado sin detenerse, sin descanso, sin pensar mínimamente que sea inútil, sin dejar de esperar, sin dejar de amarnos. Este es el vía crucis. Él «se va con la cabeza descubierta. La muerte, el viento, la injuria, todo lo recibe en la cara, sin aflojar nunca el paso. Se diría que lo que lo atormenta no es nada respecto a lo que espera» (C. Bobin, L’uomo che cammina, Magnano 1998, 11).
¿Qué espera Jesús? Espera abrir las ventanas de tu alma a la plenitud de su vida y de su amor; enjugar con su ternura tus lágrimas escondidas; colmar con su cercanía tu soledad; tu miedo con su consolación; liberarte de las cargas que te oprimen por dentro; sanar las heridas de tus pecados; hacerte salir de las parálisis de la tristeza, de la resignación, de la acedia del alma que apaga tu entusiasmo; empujarte a abrazar el riesgo de amar, para que seas un artesano de la gratuidad, lleno de atenciones hacia los más pobres, responsable del tiempo que te ha tocado vivir, de la sociedad y de la creación. Esto espera Jesús. Él, que «curó tus llagas allí —en la cruz— donde soportó largo tiempo las suyas»; Él, que «te sanó de la muerte eterna allí —en la cruz— donde se dignó morir temporalmente» (S. Agustín, Tratados sobre el Evangelio de Juan, 3,3); es el que lucha y no se rinde para que tu vida no sea engullida por la oscuridad de la muerte. Y, por cada “muerte” que experimentes, desciende a tus abismos y te levanta a la vida, a su vida. Y al final de este camino, ha preparado para ti su mismo puerto de llegada, el cielo. Él trasformará el desenlace de tu existencia en un nuevo inicio, en una resurrección sin fin, en una vida de alegría y de paz eterna, sin luto ni lágrimas, sin dolor ni remordimientos.
Amigos, esto es lo que Jesús quiere y por eso Él, que «es el secreto de la historia, […] la llave de nuestros destinos» (S. Pablo VI, Homilía en Manila, 29 noviembre 1970), camina hasta el Gólgota y sube a la cruz por nosotros. Él desea volver a encender en nosotros la luz de la belleza y hacernos centinelas de la esperanza, capaces de atrevernos a dar pasos nuevos en la oscuridad de la noche, de no permanecer hundidos en el pasado, de no dejarnos atemorizar por el futuro. Entonces, estaremos unidos a Cristo, caminando en pos de Él, nuestro Salvador. Y, subiendo al Calvario con Él, presentémosle los sueños, los deseos y las alegrías, junto con los sufrimientos, los miedos, las situaciones en las que bajamos los brazos. Unamos a su abandono nuestra soledad más amarga; al rechazo que sufrió, los ultrajes que hemos recibido. Llevémosle las esperanzas de una Iglesia que sea más suya y de un mundo que sea más justo, hospitalario y fraterno. Pidámosle que cargue una vez más sobre sí las injusticias, la violencia, las discriminaciones, los horrores de la guerra y todo lo que hiere a los pobres y devasta la creación.
Hermano, hermana, no estamos solos con nuestras heridas, nuestras fragilidades y nuestras culpas. Nosotros creemos que Jesús ha cargado todo el mal y el dolor, de modo que el mal y el dolor no quedan ya sin sentido y sin salida. Entonces, con Jesús cada uno de nosotros puede dar testimonio y decir: «Creo en Aquel que te busca, que sufre en mí, en las otras personas, en ti, por ti, creo en Aquel que ha dicho “cuando sea elevado sobre la cruz atraeré a todos hacia mí”. Él está ahí desde hace veinte siglos, carne de oprobio, carne de dolores, carne de rescate, y, lo quieras o no, su terrible grito “tengo sed” grita en ti. […] Y cuando en tu gran pobreza dirás: “Señor, no tengo nada que darte”, será Él quien te dé el agua viva» (M. Delbrêl, Éblouie par Dieu. Correspondance, 1: 1910-1941, en Œuvres complètes, Montrouge 2004, tomo I, 132-133).
Traigámosle los gritos desgarrados de nuestra humanidad yerma, sedienta de paz. Miremos con confianza a Aquel que «es nuestra paz» (Ef 2,14). A Él, traspasado por nosotros, abrámosle nuestro corazón. En Él confiamos. Que la sangre y el agua que brotan de su costado desciendan sobre nosotros, nos purifiquen y nos trasformen; que nos hagan profetas apasionados del Evangelio, testigos audaces de la esperanza.
[01190-ES.02] [Texto original: Español]
Traduzione in lingua portoghese
Queridas hermanas y hermanos: ¡buenas tardes!
Ustedes hoy van a caminar con Jesús. Jesús es el Camino y vamos a caminar con Él, porque Él caminó. Cuando estuvo entre nosotros, Jesús caminó. Caminó, curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia, caminó predicando, enseñándonos. Jesús camina, pero el camino que más está grabado en nuestro corazón es el camino del Calvario, el camino de la Cruz. Y hoy ustedes van con la oración, nosotros, yo también, con la oración van a renovar el camino de la Cruz. Y miremos a Jesús que pasa y caminemos con Él.
El camino de Jesús es Dios que sale de sí mismo, sale de sí mismo para caminar entre nosotros. Eso que escuchamos tantas veces en la Misa: “El Verbo se hizo carne y caminó entre nosotros”. ¿Se acuerdan? Y el Verbo se hizo hombre y caminó entre nosotros. Y eso lo hace por amor. Y eso lo hace por amor. Y la Cruz que acompaña cada Jornada Mundial de la Juventud es el ícono, es la figura de este camino. La Cruz es el sentido más grande del amor más grande, ese amor con que Jesús quiere abrazar nuestra vida. ¿Nuestra? Sí, pero la tuya, la tuya, la tuya, la de cada uno de nosotros. Jesús camina por mí. Lo tenemos que decir todos. Jesús empieza este camino por mí, para dar su vida por mí. Y nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos, el que da la vida por los demás. No se olviden esto. Nadie tiene más amor que el que da la vida, y esto lo enseñó Jesús. Por eso, cuando miramos al Crucificado, que es tan doloroso, una cosa tan dura, vemos la belleza del amor que da su vida por cada uno de nosotros. Decía una persona muy creyente una frase que a mí me tocó mucho. Decía así: “Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor”. Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor.
Jesús camina, pero espera algo, espera nuestra compañía, espera que miremos… No sé, espera abrir ventanas de mi alma, de tu alma, del alma de cada uno de nosotros. ¡Qué feas son las almas cerradas, que siembran para adentro, sonríen para adentro! No tienen sentido. Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas.
Yo les hago una pregunta ahora, pero no la contesten en voz alta, cada uno se la contesta a sí mismo: ¿yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros, Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto.
Voy a hacer un poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús por qué llora en la vida, cada uno de nosotros se lo dice ahora, en silencio.
[Momento de silencio]
Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros.
Yo no quisiera abundar más cosas. Hoy vamos a hacer el camino con Él, el camino de su sufrimiento, el camino de nuestras ansiedades, el camino de nuestras soledades.
Ahora, un segundito de silencio, y cada uno de nosotros piense en el propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo, piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír.
[Minuto de silencio]
Y Jesús camina a la Cruz, muere en la Cruz, para que nuestra alma pueda sonreír. Amén.
[01190-PO.02] [Texto original: Espanhol]
Traduzione in lingua italiana
Cari fratelli e sorelle, buonasera!
Oggi camminerete con Gesù. Gesù è la Via e noi cammineremo con Lui, perché Lui ha camminato. Quando era tra noi, Gesù ha camminato. Ha camminato curando i malati, assistendo i poveri, facendo giustizia; ha camminato predicando, insegnando. Gesù cammina. Ma il cammino che più è inciso nel nostro cuore è il cammino del Calvario, la via della Croce. E oggi voi, noi, io pure, con la preghiera rinnoveremo la via della Croce. E guarderemo Gesù che passa e cammineremo con Lui.
Il cammino di Gesù è Dio che esce da sé stesso, esce da sé stesso per camminare tra noi. Quello che ascoltiamo tante volte nella Messa: “Il Verbo si fece carne e camminò tra noi”. Ricordate? E il Verbo si fece uomo e camminò tra noi. E questo lo fa per amore. Lo fa per amore. E la Croce che accompagna ogni Giornata Mondiale della Gioventù è l’icona, è la figura di questo cammino. La Croce è il senso più grande dell’amore più grande, l’amore con il quale Gesù vuole abbracciare la nostra vita. La nostra? Sì, la tua, la tua, la tua, quella di ciascuno di noi. Gesù cammina per me. Dobbiamo dirlo tutti. Gesù intraprende questo cammino per me, per dare la sua vita per me. E nessuno ha più amore di chi dà la vita per i suoi amici, di colui che dà la vita per gli altri. Non dimenticate questo: nessuno ha più amore di chi dà la vita, e questo lo ha insegnato Gesù. Per questo, quando guardiamo il Crocifisso, che è tanto doloroso, una cosa così dura, vediamo la bellezza dell’amore che dà la sua vita per ciascuno di noi. Diceva una persona molto credente una frase che mi ha colpito molto. Diceva così: “Signore, per la tua ineffabile agonia posso credere nell’amore”. Signore, per la tua ineffabile agonia posso credere nell’amore.
Gesù cammina, ma spera qualcosa, spera la nostra compagnia, spera che guardiamo… Non so, spera di aprire le finestre della mia anima, della tua anima, dell’anima di ciascuno di noi. Come sono brutte le anime chiuse, che seminano dentro e sorridono dentro! Non hanno senso. Gesù cammina e spera con il suo amore, con la sua tenerezza, di darci consolazione, di asciugare le nostre lacrime.
Ora vi faccio una domanda, però non rispondete a voce alta, ciascuno risponda dentro di sé. Io piango, qualche volta? Ci sono cose nella vita che mi fanno piangere? Tutti nella vita abbiamo pianto, e piangiamo ancora. E lì c’è Gesù con noi, Lui piange con noi, perché ci accompagna nell’oscurità che ci porta al pianto.
Adesso farò un po’ di silenzio, e ciascuno dica a Gesù per che cosa piange nella vita; ciascuno di noi glielo dice adesso, in silenzio.
[momento di silenzio]
Gesù, con la sua tenerezza, asciuga le nostre lacrime nascoste. Gesù spera di riempire, con la sua vicinanza, la nostra solitudine. Come sono tristi i momenti di solitudine! Lui è lì, Lui vuole colmare questa solitudine. Gesù vuole colmare la nostra paura, la tua paura, la mia paura, quelle paure oscure vuole colmarle con la sua consolazione. E Lui spera di spingerci ad abbracciare il rischio di amare. Perché, voi lo sapete, lo sapete meglio di me: amare è rischioso. Bisogna correre il rischio di amare. È un rischio, ma vale la pena correrlo, e Lui ci accompagna in questo. Sempre ci accompagna. Sempre cammina. Sempre, durante la vita, sta insieme a noi.
Non vorrei dire tante cose in più. Oggi faremo il cammino con Lui, il cammino della sua sofferenza, il cammino delle nostre preoccupazioni, il cammino delle nostre solitudini.
Adesso, un secondo di silenzio, e ciascuno di noi pensi alla propria sofferenza, pensi alla propria preoccupazione, pensi alle proprie miserie. Non abbiate paura, pensateci. E pensate al desiderio che l’anima torni a sorridere.
[momento di silenzio]
E Gesù cammina fino alla Croce, muore sulla Croce, affinché la nostra anima possa sorridere. Amen.
[01190-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua francese
Chers frères et sœurs, bonsoir!
Aujourd'hui, vous allez marcher avec Jésus. Jésus est le Chemin et nous marcherons avec Lui, parce que Lui a marché. Lorsqu'Il était parmi nous, Jésus a marché, Il a marché en guérissant les malades, en prenant soin des pauvres, en rendant la justice... Il a marché en prêchant, en enseignant. Jésus marche, mais le chemin le plus gravé dans nos cœurs est le chemin du Calvaire, le chemin de la Croix. Et aujourd'hui, vous, nous, moi aussi, nous renouvellerons par la prière le chemin de la Croix. Nous regarderons Jésus passer et nous marcherons avec Lui.
Le chemin de Jésus, c'est Dieu qui sort de lui-même, Il sort de Lui-même pour marcher parmi nous. Ce que nous entendons si souvent à la messe : “Et le Verbe s'est fait chair et a marché parmi nous”. Vous vous souvenez ? Le Verbe s'est fait homme et a marché parmi nous. Et cela, Il le fait par amour. Il le fait par amour. Et la croix qui accompagne toutes les Journées Mondiales de la Jeunesse est l'icône, la figure de cette marche. La Croix est le signe le plus grand du plus grand amour, l'amour avec lequel Jésus veut étreindre notre vie. La nôtre ? Oui, la tienne, la tienne, la tienne, celle de chacun de nous. Jésus marche pour moi. Nous devons tous le dire. Jésus entreprend ce chemin pour moi, pour donner sa vie pour moi. Et personne n'a plus d'amour que celui qui donne sa vie pour ses amis, celui qui donne sa vie pour les autres. N'oubliez pas ceci : personne n'a plus d'amour que celui qui donne sa vie, c’est ce que Jésus a enseigné. C'est pourquoi, lorsque nous regardons la Croix, qui est si douloureuse, si dure, nous voyons la beauté de l'amour qui donne sa vie pour chacun de nous.
Une personne très croyante a dit une phrase qui m'a beaucoup frappé. Elle a dit : “Seigneur, par ton ineffable agonie, je peux croire en l'amour. Seigneur, par ton ineffable agonie, je peux croire en l'amour”.
Et Jésus marche, mais Il attend quelque chose, Il attend notre compagnie, Il attend que nous regardions... je ne sais pas, Il attend d'ouvrir les fenêtres de mon âme, de ton âme, de l'âme de chacun de nous. Qu'elles sont laides les âmes fermées, qui sèment à l'intérieur et sourient à l'intérieur ! Elles n’ont pas de sens. Jésus marche et attend avec son amour, attend avec sa tendresse, pour nous consoler, pour sécher nos larmes.
Maintenant je vous pose une question, mais ne répondez pas à haute voix : chacun répond en lui-même. Est-ce que je pleure parfois ? Y a-t-il des choses dans la vie qui me font pleurer ? Nous avons tous pleuré dans la vie, et nous pleurons encore. Et Jésus est là avec nous, Il pleure avec nous, parce qu'Il nous accompagne dans l'obscurité qui provoque nos pleurs.
Maintenant je ferai un peu silence, et que chacun dise à Jésus ce qui le fait pleurer dans la vie ; chacun de nous le lui dit à présent, en silence.
[moment de silence].
Jésus, avec sa tendresse, essuie nos larmes cachées. Jésus veut combler de sa proximité notre solitude. Que les moments de solitude sont tristes ! Et Lui il est là, Il veut combler cette solitude. Jésus veut combler nos peurs, tes peurs, mes peurs. Ces sombres peurs, Il veut les remplir de sa consolation ; et Il attend de nous pousser à prendre le risque d'aimer. Parce que, vous le savez, vous le savez mieux que moi: aimer est risqué. Il faut prendre le risque d'aimer. C'est un risque, mais il vaut la peine d'être pris, et Il nous accompagne en cela. Toujours Il nous accompagne. Toujours Il marche. Toujours, durant la vie, Il est avec nous.
Je ne veux pas dire beaucoup plus de choses. Aujourd'hui, nous ferons le chemin avec Lui, le chemin de sa souffrance, le chemin de nos soucis, le chemin de nos solitudes.
Maintenant, un moment de silence, et que chacun pense à sa souffrance, à son souci, à ses misères. N'ayez pas peur, pensez-y, et pensez aussi au désir de l'âme de retrouver le sourire.
[moment de silence].
Et Jésus marche jusqu’à la Croix, Il meurt sur la Croix, pour que notre âme puisse sourire. Amen.
[01190-FR.02] [Texte original: Espagnol]
Traduzione in lingua inglese
Dear brothers and sisters, good evening!
Today you will walk with Jesus. Jesus is the Way and we will walk with him, because he himself undertook the journey. When he was among us, Jesus walked. He walked along healing the sick, caring for the poor, doing works of justice. As he walked he preached and taught. Jesus walked. But the journey most engraved on our hearts is the way of Calvary, the way of the Cross. And today you and I will prayerfully retrace the Stations of the Cross. We will see Jesus passing by, and walk with him.
Jesus’ journey is this: God going out of himself in order to walk by our side. Often we hear at Mass that, “the Word became flesh and lived among us”. Do you remember? The Word became a man and walked by our side; and he does this out of love, out of love. The Cross which accompanies every World Youth Day is the icon or image of this journey. The Cross is the greatest sign of the greatest love, the love with which Jesus wants to embrace our lives. Our lives? Yes! Your lives, the life of every one of you, each of us. Jesus walks for us. We must all say it: “Jesus undertakes this journey for me, in order to give his life for me”. And no one has greater love than those who gives their lives for their friends, than those who give their lives for others. Do not forget this: no one has greater love than those who give their lives. Jesus taught us this; which is why, when we look at the Crucified Christ, though it be painful and difficult, we see the beauty of the love that gives its life for each one of us. A very devout believer once said something that struck me very much: “Lord, as I contemplate your terrible sufferings, I find myself able to believe in love”. Lord, as I contemplate your terrible sufferings, I find myself able to believe in love.
Jesus walks along, but he hopes for something: he desires our company, he hopes that we will fix our eyes on him. Perhaps he hopes to open the windows of my soul, of your soul, of each of our souls. How unattractive are those self-centred souls that strive and smile only inwardly. They makes no sense! Yet, Jesus walks along expressing his hope through love and tenderness, so as to give us consolation, to dry the tears of our lives.
Now I will ask you a question, but please do not answer out loud; each of you answer within yourself. Do you sometimes weep? Are there things in your life that make you cry? We have all cried in life, and we still weep. And Jesus is there with us, he weeps with us, because he accompanies us into those dark places that make us cry.
Now, in a moment of silence, let each of share with Jesus what causes us to cry in our lives; let us tell him that now, in silence…
Jesus dries our hidden tears with his tenderness. Jesus wishes to relieve our loneliness with his closeness. Moments of loneliness are sad indeed, yet Jesus is there; he wants to relieve that loneliness. Jesus wishes to calm our fears, your fears, my fears; he wants to calm those deep fears with his consolation. He also desires to encourage us to embrace the risk of loving. Indeed, you know it well, better than I do, that to love is risky. We must take the risk of loving. Yet, though it is a risk, it is a risk worth taking, and Jesus accompanies us as we do. He always accompanies us, always walks with us. Throughout our lives, he is always by our side.
I do not wish to say much more. Today we are going to journey with Jesus along the path of his suffering, along the path of our worries, the path of our loneliness.
Now, in a further moment of silence, let each of us think about our own sufferings, our own worries, our own weaknesses. Do not be afraid, just think about them. And think of the desire our souls have to shine once more…
And Jesus journeys to the Cross, dies on the Cross, to enable our souls to shine. Amen.
[01190-EN.02] [Original text: Spanish]
Traduzione in lingua tedesca
Liebe Brüder und Schwestern, guten Abend!
Heute werdet ihr mit Jesus gehen. Jesus ist der Weg und wir werden mit ihm zusammen gehen, denn er ist vorausgegangen. Als er unter uns war, war Jesus unterwegs. Er zog umher, um die Kranken zu heilen, sich um die Armen zu kümmern, Gerechtigkeit zu schaffen; er ging hin, um zu predigen und zu lehren. Jesus geht. Aber der Weg, der sich am stärksten in unsere Herzen eingeprägt hat, ist der Weg von Golgota, der Weg des Kreuzes. Und heute werdet ihr, wir, auch ich, im Gebet den Weg des Kreuzes nachvollziehen. Und wir werden Jesus vorüberziehen sehen und mit ihm gehen.
Der Weg Jesu ist Gott, der aus sich selbst herausgeht, der aus sich selbst herausgeht, um unter uns zu wandeln. Das, was wir so oft in der Messe hören: „Und das Wort ist Fleisch geworden und wandelte unter uns“. Erinnert ihr euch? Und das Wort ist Mensch geworden und wandelte unter uns. Und das tut er aus Liebe. Er tut es aus Liebe. Und das Kreuz, das jeden Weltjugendtag begleitet, ist das Symbol, es ist die Gestalt dieses Weges. Das Kreuz ist das größte Zeichen der größten Liebe, der Liebe, mit der Jesus unser Leben umfangen will. Unseres? Ja, deines und deines und deines, das von jedem von uns. Jesus geht für mich hin. Wir alle müssen es sagen. Jesus nimmt diesen Weg für mich auf sich, um sein Leben für mich hinzugeben. Und niemand hat mehr Liebe als der, der sein Leben für seine Freunde hingibt, als der, der sein Leben für andere hingibt. Vergesst das nicht: Niemand besitzt mehr Liebe als der, der sein Leben hingibt, und das hat Jesus gelehrt. Deshalb sehen wir, wenn wir den Gekreuzigten betrachten, der so schmerzerfüllt in einer so harten Situation ist, die Schönheit der Liebe, die sein Leben für jeden von uns hingibt. Ein sehr gläubiger Mensch sagte einen Satz, der mich sehr beeindruckt hat. Er sagte: „Herr, durch deine unaussprechlichen Todesqualen kann ich an die Liebe glauben“. Herr, durch deine unaussprechlichen Todesqualen kann ich an die Liebe glauben.
Jesus geht voran, aber er wartet auf etwas, er wartet auf unsere Nähe, er wartet darauf, dass wir hinschauen... Ich weiß nicht, er wartet darauf, die Fenster meiner Seele, deiner Seele, der Seele von jedem von uns zu öffnen. Wie hässlich sind doch verschlossene Seelen, die nach innen säen und sich selbst anlächeln! Sie haben keinen Sinn. Jesus geht und wartet mit seiner Liebe, wartet mit seiner Güte, um uns zu trösten, um unsere Tränen zu trocknen.
Jetzt stelle ich euch eine Frage, aber beantwortet sie nicht laut: Jeder soll sie in seinem Inneren beantworten. Weine ich manchmal? Gibt es Dinge im Leben, die mich zum Weinen bringen? Wir alle haben im Leben geweint und wir weinen immer noch. Und da ist Jesus bei uns, er weint mit uns, denn er begleitet uns in der Dunkelheit, die uns zum Weinen bringt.
Jetzt werde ich etwas Stille halten, und jeder von uns soll Jesus sagen, worüber er im Leben weint; jeder von uns sollte es ihm sagen, jetzt, in der Stille.
[Augenblick der Stille]
Jesus trocknet mit seiner Güte unsere verborgenen Tränen. Jesus will unsere Einsamkeit mit seiner Nähe erfüllen. Wie traurig sind die Momente der Einsamkeit! Und er ist da, er will diese Einsamkeit ausfüllen. Jesus möchte unsere Ängste, deine Ängste, meine Ängste, diese dunklen Ängste, mit seinem Trost erfüllen. Und er hofft, uns dazu zu bringen, das Risiko des Liebens einzugehen. Denn ihr wisst es, ihr wisst es besser als ich: zu lieben ist riskant. Man muss das Risiko des Liebens eingehen. Es ist ein Risiko, aber es lohnt sich, es einzugehen, und er begleitet uns dabei. Er begleitet uns immer. Er geht immer mit. Er bleibt immer, das ganze Leben lang, mit uns zusammen.
Ich möchte nicht viel Weiteres sagen. Heute werden wir den Weg mit ihm gehen, den Weg seines Leidens, den Weg unserer Sorgen, den Weg unserer Einsamkeit.
Lasst uns jetzt einen Augenblick lang Stille halten und jeder von uns denke an sein eigenes Leiden, an seine Sorgen, an sein eigenes Elend. Habt keine Angst, denkt darüber nach. Und denkt auch an den Wunsch, dass die Seele wieder lächeln möge.
[Augenblick der Stille]
Und Jesus geht bis zum Kreuz, stirbt am Kreuz, damit unsere Seele lächeln kann. Amen.
[01190-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]
Traduzione in lingua polacca
Drodzy Bracia i Siostry, dobry wieczór!
Dzisiaj będziecie iść z Jezusem. Jezus jest Drogą, i my będziemy z Nim iść, ponieważ On szedł. Kiedy Jezus był wśród nas, był w drodze. Chodził, uzdrawiając chorych, troszcząc się o ubogich, czyniąc sprawiedliwość; chodził, przepowiadając, nauczając. Jezus idzie. Ale droga, która najbardziej wyryła się w naszych sercach, to droga na Kalwarię, droga krzyża. A dzisiaj wy, my, także ja z modlitwą raz jeszcze przemierzymy drogę krzyża. I będziemy patrzeć na przechodzącego Jezusa, i pójdziemy razem z Nim.
Droga Jezusa to Bóg, który wychodzi od siebie samego, wychodzi od siebie samego, aby iść pośród nas. Słyszymy to wiele razy podczas Mszy św.: „A Słowo stało się ciałem i zamieszkało między nami”. Pamiętacie? A Słowo stało się człowiekiem i chodziło wśród nas. I czyni to z miłości. Czyni to z miłości. A krzyż, który towarzyszy każdemu Światowemu Dniu Młodzieży, jest ikoną, jest symbolem tej wędrówki. Krzyż jest najgłębszym sensem największej miłości, miłości, którą Jezus chce ogarnąć nasze życie. Nasze? Tak, twoje, twoje, twoje, życie każdego z nas. Jezus idzie dla mnie. Wszyscy musimy to powiedzieć. Jezus podejmuje tę drogę dla mnie, aby oddać za mnie swoje życie. A nikt nie ma większej miłości niż ten, kto oddaje życie za swoich przyjaciół, niż ten, kto oddaje życie za innych. Nie zapominajcie o tym: nikt nie ma większej miłości niż ten, kto oddaje życie, a tego uczył Jezus. Dlatego, kiedy patrzymy na Ukrzyżowanego, tak bardzo bolejącego, co jest czymś tak trudnym, widzimy piękno miłości, która oddaje swoje życie za każdego z nas. Pewna mocno wierząca osoba powiedziała zdanie, które bardzo mnie uderzyło. Powiedziała: „Panie, ze względu na Twoją niewysłowioną mękę mogę uwierzyć w miłość”. Panie, ze względu na Twoją niewysłowioną mękę mogę uwierzyć w miłość.
Jezus idzie, ale ma na coś nadzieję, ma nadzieję na nasze towarzystwo, ma nadzieję, że spojrzymy... Nie wiem, spodziewa się, że otworzy okna mojej duszy, twojej duszy, duszy każdego z nas. Jakże okropne są zamknięte dusze, które sieją w środku i uśmiechają się wewnątrz! Nie widzą sensu. Jezus idzie i ma nadzieję, że swoją miłością, swoją czułością nas pocieszy, że otrze nasze łzy.
Teraz zadam wam pytanie, ale nie odpowiadajcie na nie głośno, niech każdy odpowie sobie w duchu. Czy czasami płaczę? Czy są rzeczy w życiu, które wywołują we mnie płacz? Wszyscy płakaliśmy w życiu i nadal płaczemy. A Jezus jest tam z nami, On płacze z nami, ponieważ towarzyszy nam w ciemności, która pobudza nas do płaczu.
Teraz na chwilę zamilknę, i niech każdy powie Jezusowi, z jakiego powodu płacze w życiu; niech każdy z nas powie Mu to teraz, w milczeniu.
[chwila milczenia]
Jezus swoją czułością ociera nasze ukryte łzy. Jezus pragnie wypełnić swoją bliskością naszą samotność. Jakże smutne są chwile samotności! On tam jest, On chce wypełnić tę samotność. Jezus chce wyciszyć nasz strach, twój strach, mój strach, te mroczne lęki chce wypełnić swoim pocieszeniem. I ma nadzieję, że nas pobudzi do podjęcia ryzyka miłowania. Ponieważ, wiecie to, wiecie to lepiej ode mnie – miłowanie jest ryzykowne. Trzeba podjąć ryzyko miłowania. Jest to ryzyko, ale warto je podjąć, a On nam w tym towarzyszy. Zawsze nam towarzyszy. Zawsze idzie. Zawsze, przez całe życie jest z nami.
Nie chciałbym mówić wiele więcej. Dzisiaj pójdziemy z Nim, drogą Jego cierpienia, drogą naszych niepokojów, drogą naszych samotności.
A teraz w chwili ciszy niech każdy z nas pomyśli o swoim cierpieniu, pomyśli o swoich niepokojach, o swoich nędzach. Nie lękajcie się, pomyślcie o tym. I pomyślcie o pragnieniu, aby dusza znów zaczęła się uśmiechać.
[chwila milczenia]
A Jezus idzie aż na krzyż, umiera na krzyżu, aby nasza dusza mogła się uśmiechać. Amen.
[01190-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua araba
الزيارة الرّسوليّة إلى البرتغال
في مناسبة اليوم العالمي للشّبيبة
كلمة قداسة البابا فرنسيس
في صلاة درب الصّليب مع الشّبيبة
في ”حديقة إدواردو السّابع“ - لشبونة
الجمعة 4 آب/أغسطس 2023
أيّها الإخوة والأخوات الأعزّاء، مساء الخير!
اليوم ستسيرون مع يسوع. يسوع هو الطّريق ونحن نسير معه، لأنّه هو أيضًا يسير معنا. عندما كان بيننا، هو سارَ على الطّريق. سارَ وشفى المرضى، وساعد الفقراء، وصنع الخير. سارَ ووعظ وعلّم. يسوع كان يسير. لكن مسيرته التي حُفِرَت عميقًا في قلوبنا هي مسيرة الجلجلة، ودرب الصّليب. واليوم، أنتم، ونحن، وأنا أيضًا، سنجدّد بالصّلاة دربَ الصّليب. وسنرى يسوع وهو يمرُّ وسنسير معه.
يسوع الذي يسير هو الله الذي يخرج من ذاته، يخرج من ذاته ليسير بيننا. هذا ما نسمعه مرارًا كثيرة في القدّاس الإلهي: ”الكلمة صار جسدًا وسار بيننا“. هل تذكرون ذلك؟ والكلمة صار إنسانًا وسار بيننا. وهو صنع ذلك بدافع الحبّ. صنع ذلك بدافع الحبّ. والصّليب الذي يرافق كلّ مرّة حدث اليوم العالمي للشّبيبة هو أيقونة وصورة لهذه المسيرة. الصّليب هو المعنى الأكبر للحبّ الأكبر، الحبّ الذي فيه يريد يسوع أن يعانق حياتنا. حياتنا؟ نعم، حياتك أنت، وأنت وأنت، وحياة كلّ واحدٍ منّا. يسوع يسير من أجلي. علينا كلّنا أن نقول ذلك. يسوع سار على هذه الدّرب من أجلي، وبذل حياته من أجلي. ولا أحد يحبّ أكثر من الذي يبذل حياته من أجل أصدقائه، والذي يبذل حياته من أجل الآخرين. لا تنسوا هذا الأمر: لا أحد يحبّ أكثر من الذي يبذل حياته، ويسوع علّمنا ذلك. لهذا السّبب، عندما ننظر إلى المصلوب، وهو أمر مؤلم جدًّا، وصعبٌ جدًّا، نرى جمال الحبّ، الحبّ الذي بذل حياته من أجل كلّ واحدٍ منّا. قال شخصٌ مؤمنٌ جدًّا جملة أثّرت فيَّ كثيرًا. قال: ”يا ربّ، في نزاعك الذي لا يوصف يمكنني أن أؤمن بالحبّ“. يا ربّ، في نزاعك الذي لا يوصف يمكنني أن أؤمن بالحبّ.
يسوع يسير، لكنّه يرجو أن يجد شيئًا، يرجو أن نرافقه، ويرجو أن ننظر إليه... لا أعلم، يرجو أن أفتح نوافذ نفسي، ونوافذ نفسك، ونوافذ نفس كلّ واحدٍ منّا. كَم هي بشعة النّفوس المُنغلقة على نفسها، التي تزرع في داخلها وتبتسم في داخلها! لا معنى لها. يسوع يسير ويرجو بمحبّته، وبحنانه، أن يعزّينا، ويَمسَح دموعنا.
الآن سأطرح عليكم سؤالًا، لكن لا تجيبوا بصوت عالٍ، بل لِيُجب عليه كلّ واحدٍ في داخله. هل أنا أبكي أحيانًا؟ هل هناك أمورٌ في الحياة تجعلني أبكي؟ كلّنا في الحياة بكينا، ونبكي أيضًا. وهنا يسوع معنا، وهو يبكي معنا، لأنّه يرافقنا في الظّلام الذي يقودنا إلى البُكاء.
الآن سأصمت قليلًا، وَليَقُل كلّ واحدٍ ليسوع ما سبب بكائه في الحياة. لِيَقُل له ذلك كلّ واحدٍ منّا الآن، بصمت.
[لحظة صمت]
يسوع، يمسَح بحنانه دموعنا المخفيّة. يسوع يرجو أن يملأ وحدتنا بقربه منّا. كّم هي كئيبة لحظات العزلة! لكن يسوع هناك، ويريد أن يملأ هذه الوِحدة. يسوع يريد أن يزيل خوفنا، وخوفك، وخوفي، وتلك المخاوف المظلمة يريد أن يزيلها بتعزيته. ويرجو أن يدفعنا لأن نتقبّل مغامرة الحبّ. لأنّكم تعلمون ذلك، وتعلمونه أفضل منّي: الحبّ فيه مُخاطرة. علينا أن نخاطر بالحبّ. إنّها مخاطرة، لكنها تستحقّ أن نقوم بها. ويسوع يرافقنا في ذلك. يرافقنا دائمًا. ويسير دائمًا معنا. دائمًا، في الحياة، هو معنا.
لا أريد أن أقول أكثر من ذلك. اليوم سنسير معه، في مسيرة آلامه، ومسيرة همومنا، ومسيرة عزلتنا.
الآن، لحظة صمت، وَليُفكِّر كلّ واحدٍ منّا في ألمه الخاصّ، وفي هَمِّهِ الخاصّ، وفي بؤسه الخاصّ. لا تخافوا، فكّروا في هذا الأمر. وفكّروا في الرّغبة في أن تبتسم النّفس من جديد.
[لحظة صمت]
ويسوع سار حتّى الصّليب، ومات على الصّليب، حتّى تقدر نفسنا أن تبتسم من جديد. آمين.
[01190-AR.02] [Testo originale: Spagnolo]
[B0457-XX.02]