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Udienza ai Membri dell’Organizzazione Internazionale Italo-Latino Americana (IILA), 30.06.2017


Discorso Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

 

Alle ore 12.55 di oggi, nella Sala Clementina del Palazzo Apostolico Vaticano, il Santo Padre Francesco ha ricevuto in Udienza i Membri dell’Organizzazione Italo-Latino Americana (IILA), in occasione del 50.mo anniversario di fondazione.

L’IILA è un Organismo internazionale creato a Roma nel 1966, i cui Paesi Membri sono Argentina, Bolivia, Brasile, Cile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haiti, Honduras, Italia, Messico, Nicaragua, Panama, Paraguay, Perù, Repubblica Dominicana, Uruguay e Venezuela.

Riportiamo di seguito il discorso che il Papa ha rivolto ai presenti all’incontro:

Discorso del Santo Padre

Señoras y señores:

Ante todo les pido disculpas por el retraso. No estaba en la agenda venir atrasado pero se fueron alargando las audiencias, así que les pido excusas.
Les doy la bienvenida y los saludo en el 50 aniversario de la Organización Italo-Latino Americana. Agradezco al Presidente y al Vicepresidente las palabras que han introducido nuestro encuentro.
En el Convenio de creación de vuestra Organización se expresan las finalidades de la misma, entre ellas: promover el desarrollo y la coordinación, como también individuar las posibilidades de asistencia recíproca y de acción común en los países miembros (cf. Art. 1). Ante este compromiso, deseo destacar tres aspectos que me parecen importantes en el momento actual.

En primer lugar individuar las potencialidades. Los países de América latina son ricos en historia, cultura, recursos naturales; además sus gentes son «buenas» y solidarias con los demás pueblos. Esto se ha comprobado ante las recientes catástrofes naturales, cómo se han ayudado unos a otros, siendo un ejemplo para toda la comunidad internacional. Todos estos valores sociales están ahí pero tienen que ser apreciados para ser potenciados. No obstante estos bienes del continente, la actual crisis económica y social ha golpeado a la población y ha hecho que crezca la pobreza, la desocupación, la desigualdad social, como también que se explote y se abuse nuestra casa común. Y esto a un nivel que no hubieramos imaginado diez años atràs Ante esta situación se necesita un análisis que tenga en cuenta la realidad de las personas concretas, la realidad de nuestro pueblo (cf. Enc. Laudato si’, 144). Esto nos ayudará a darnos cuenta de las necesidades reales que existen, como también a apreciar la riqueza que cada persona y pueblo encierra en sí misma.

Si el primer punto era individuar las potencialidades, el segundo es coordinar esfuerzos para dar respuestas concretas y hacer frente a los ruegos y necesidades de los hijos e hijas de nuestros Países. Coordinar no es dejar hacer al otro, y al final dar el visto bueno; sino que conlleva mucho tiempo y esfuerzo; es un trabajo escondido y poco valorado, pero necesario. Ante un mundo globalizado y cada vez más complejo, América Latina debe aunar esfuerzos para hacer frente al fenómeno de la emigración; y gran parte de sus causas se podían haber ya afrontado desde hace tiempo, pero nunca es tarde (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, 11 enero 2016). La emigración ha existido siempre, pero en los últimos años se ha incrementado de una manera nunca antes vista. Nuestra gente, impulsada por la necesidad, va en busca de «nuevos oasis», donde puedan encontrar mayor estabilidad y un trabajado que dé mayor dignidad a sus vidas. Pero en esa búsqueda, muchas personas sufren la violación de sus derechos; muchos niños y jóvenes son víctimas de la trata y son explotados, o caen en las redes de la criminalidad y la violencia organizada. La emigración es un drama de división: se dividen las familias, los hijos se separan de sus padres, se alejan de su tierra de origen, hasta los mismos gobiernos y los países se dividen ante esta realidad. Se necesita fomentar una política conjunta de cooperación para abordar este tema. No se trata de buscar culpables y de eludir la responsabilidad, sino que todos estamos llamados a trabajar de manera coordinada y conjunta.

Y por último, el tercer aspecto: promover. De entre las muchas acciones que se podrían realizar, considero que resalta por su importancia la promoción de una cultura del diálogo. Algunos países están atravesando momentos difíciles a nivel político, social y económico. Los ciudadanos que tienen menos recursos son los primeros en notar la corrupción que existe en las distintas capas sociales y la mala distribución de las riquezas. Sé que muchos países trabajan y luchan para lograr una sociedad más justa, promoviendo una cultura de la legalidad. La promoción del diálogo político es esencial, ya sea entre los distintos miembros de esta Asociación, así como también con países de otros continentes, de modo especial con los de Europa, por los lazos que los unen. En esta colaboración y diálogo se encuentra la diplomacia como instrumento fundamental y de solidaridad para alcanzar la paz (cf. Discurso al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, 9 enero 2017). El diálogo es esencial; pero no el «diálogo de sordos». Se pide una actitud receptora que acoja sugerencias y comparta inquietudes. Capacidad de escucha. Es un intercambio recíproco de confianza, que sabe que al otro lado está un hermano con la mano tendida para ayudar, que desea el bien de las partes y estrechar vínculos de fraternidad y amistad para avanzar por caminos de justicia y de paz.
Los animo en su compromiso en favor del bien común en nuestro continente americano y que la colaboración entre todos pueda favorecer a la creación de un mundo cada vez más humano y más justo.
Muchas gracias.

[01034-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

 

Signore e Signori!

Prima di tutto chiedo scusa per il ritardo. Non era previsto che arrivassi in ritardo, ma si sono allungate le udienze, e perciò vi chiedo scusa.

Vi do il benvenuto e vi saluto in occasione del 50° anniversario dell’Organizzazione Italo-Latino Americana. Ringrazio il Presidente e il Vicepresidente per le parole con cui hanno introdotto il nostro incontro.
Nella Convenzione fondativa della vostra Organizzazione sono espresse le sue finalità, tra cui promuovere lo sviluppo e il coordinamento, come pure individuare le possibilità di assistenza reciproca e di azione comune tra Paesi membri (cfr Art. 1). Di fronte a questo impegno, desidero sottolineare tre aspetti che mi sembrano importanti nel momento attuale.

Anzitutto individuare le potenzialità. I paesi dell’America latina sono ricchi di storia, cultura, risorse naturali; inoltre la loro gente è «buona» e solidale con gli altri popoli. Ciò è stato comprovato in occasione delle recenti calamità naturali, per come si sono aiutati a vicenda, dando esempio a tutta la comunità internazionale. Tutti questi valori sociali sono presenti, ma devono essere apprezzati e potenziati. Nonostante questi beni del continente, l’attuale crisi economica e sociale ha colpito la popolazione e ha prodotto l’incremento della povertà, della disoccupazione, della diseguaglianza sociale, come pure lo sfruttamento e l’abuso della nostra casa comune. E questo a un livello tale che non avremmo immaginato dieci anni fa. Di fronte a questa situazione c’è bisogno di un’analisi che tenga conto della realtà delle persone concrete, la realtà del nostro popolo (cfr Enc. Laudato si’, 144). Questo ci aiuterà a renderci conto delle necessità reali che esistono, come pure ad apprezzare la ricchezza che ogni persona e ogni popolo porta in sé.

Se il primo punto era individuare le potenzialità, il secondo è coordinare gli sforzi per dare risposte concrete e far fronte alle istanze e alle necessità dei figli e delle figlie dei nostri Paesi. Coordinare non significa lasciar fare ad altri e alla fine approvare; comporta invece molto tempo e molto sforzo; è un lavoro nascosto e poco apprezzato, ma necessario. Davanti a un mondo globalizzato e sempre più complesso, l’America Latina deve unire gli sforzi per far fronte al fenomeno dell’emigrazione; e gran parte delle sue cause avrebbero potuto essere affrontate già da molto tempo, ma non è mai troppo tardi (cfr Discorso al Corpo Diplomatico presso la Santa Sede, 11 gennaio 2016). L’emigrazione è sempre esistita, però negli ultimi anni si è incrementata in un modo mai visto prima. La nostra gente, spinta dalla necessità, va in cerca di «nuove oasi», dove poter trovare maggiore stabilità e un lavoro che garantisca maggiore dignità alla vita. Ma in questa ricerca, molte persone subiscono la violazione dei propri diritti; molti bambini e giovani sono vittime della tratta e sono sfruttati, o cadono nelle reti della criminalità e della violenza organizzata. L’emigrazione è un dramma di divisione: si dividono le famiglie, i figli si separano dai genitori, si allontanano dalla terra d’origine, e gli stessi governi e i Paesi si dividono davanti a questa realtà. Occorre una politica congiunta di cooperazione per affrontare questo fenomeno. Non si tratta di cercare colpevoli e di eludere la responsabilità, ma tutti siamo chiamati a lavorare in maniera coordinata e congiunta.

E infine il terzo aspetto: promuovere. Tra le molte azioni che si potrebbero realizzare, ritengo che emerga per importanza la promozione di una cultura del dialogo. Alcuni Paesi stanno attraversando momenti difficili a livello politico, sociale ed economico. I cittadini che hanno meno risorse sono i primi a notare la corruzione che esiste nei diversi strati sociali e la cattiva distribuzione delle ricchezze. So che molti Paesi lavorano e lottano per realizzare una società più giusta, promuovendo una cultura della legalità. La promozione del dialogo politico è essenziale, sia tra i diversi membri di questa Associazione, sia con i Paesi di altri continenti, in modo speciale con quelli dell’Europa, per i legami che li uniscono. In questa collaborazione e in questo dialogo si colloca la diplomazia come strumento fondamentale e di solidarietà per raggiungere la pace (cfr ibid.). Il dialogo è indispensabile; ma non il “dialogo tra sordi”! Si richiede un atteggiamento recettivo che accolga suggerimenti e condivida aspirazioni. Capacità di ascolto. È uno scambio reciproco di fiducia, che sa che dall’altra parte c’è un fratello con la mano tesa per aiutare, che desidera il bene di entrambe le parti e vuole rafforzare i legami di fratellanza e amicizia per progredire su vie di giustizia e di pace.
Vi incoraggio nel vostro impegno in favore del bene comune nel nostro continente americano, e la collaborazione tra tutti possa favorire la costruzione di un mondo sempre più umano e più giusto.

Grazie!

[01034-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

 

[B0463-XX.02]