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VIAGGIO APOSTOLICO DI SUA SANTITÀ BENEDETTO XVI A SANTIAGO DE COMPOSTELA E BARCELONA (6 - 7 NOVEMBRE 2010) (II), 06.11.2010


CERIMONIA DI BENVENUTO ALL’AEROPORTO INTERNAZIONALE DI SANTIAGO DE COMPOSTELA

 DISCORSO DEL SANTO PADRE

 TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

 TRADUZIONE IN LINGUA INGLESE

 TRADUZIONE IN LINGUA FRANCESE

 TRADUZIONE IN LINGUA TEDESCA

All’arrivo all’aeroporto internazionale di Santiago de Compostela, alle ore 11.30, il Santo Padre Benedetto XVI è accolto dalle loro Altezze Reali i Principi delle Asturie Felipe di Spagna e la Consorte Letizia e dall’Arcivescovo di Santiago de Compostela S.E. Mons. Julián Barrio Barrio. Sono inoltre presenti Autorità politiche del Governo Centrale, dell’Autonomia della Galizia e del Comune di Santiago, i Cardinali spagnoli e il Comitato esecutivo della Conferenza Episcopale Spagnola, con alcune centinaia di fedeli.
Dopo gli onori militari e l’esecuzione degli inni nazionali e dopo il discorso di Sua Altezza Reale Felipe di Spagna, Principe delle Asturie, il Papa pronuncia il discorso che riportiamo di seguito:

 DISCORSO DEL SANTO PADRE

Altezas Reales,

Distinguidas Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales,

Señor Arzobispo de Santiago de Compostela,

Señor Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado,

Queridos hermanos y hermanas,

Amigos todos

Gracias, Alteza, por las deferentes palabras que me habéis dirigido en nombre de todos, y que son el eco entrañable de los sentimientos de afecto hacia el Sucesor de Pedro de los hijos e hijas de estas nobles tierras.

Saludo cordialmente a quienes están aquí presentes y a todos los que se unen a nosotros a través de los medios de comunicación social, dando las gracias también a cuantos han colaborado generosamente, desde diversas instancias eclesiales y civiles, para que este breve pero intenso viaje a Santiago de Compostela y a Barcelona sea del todo fructuoso.

En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia participa de ese anhelo profundo del ser humano y ella misma se pone en camino, acompañando al hombre que ansía la plenitud de su propio ser. Al mismo tiempo, la Iglesia lleva a cabo su propio camino interior, aquél que la conduce a través de la fe, la esperanza y el amor, a hacerse transparencia de Cristo para el mundo. Ésta es su misión y éste es su camino: ser cada vez más, en medio de los hombres, presencia de Cristo, "a quien Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención" (1 Co 1,30). Por eso, también yo me he puesto en camino para confirmar en la fe a mis hermanos (cf. Lc 22, 32).

Vengo como peregrino en este Año Santo Compostelano y traigo en el corazón el mismo amor a Cristo que movía al Apóstol Pablo a emprender sus viajes, ansiando llegar también a España (cf. Rm 15,22-29). Deseo unirme así a esa larga hilera de hombres y mujeres que, a lo largo de los siglos, han llegado a Compostela desde todos los rincones de la Península y de Europa, e incluso del mundo entero, para ponerse a los pies de Santiago y dejarse transformar por el testimonio de su fe. Ellos, con la huella de sus pasos y llenos de esperanza, fueron creando una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión, que se ha plasmado en iglesias y hospitales, en albergues, puentes y monasterios. De esta manera, España y Europa fueron desarrollando una fisonomía espiritual marcada de modo indeleble por el Evangelio.

Precisamente como mensajero y testigo del Evangelio, iré también a Barcelona, para alentar la fe de sus gentes acogedoras y dinámicas. Una fe sembrada ya en los albores del cristianismo, y que fue germinando y creciendo al calor de innumerables ejemplos de santidad, dando origen a tantas instituciones de beneficencia, cultura y educación. Fe que inspiró al genial arquitecto Antoni Gaudí a emprender en esa ciudad, con el fervor y la colaboración de muchos, esa maravilla que es el templo de la Sagrada Familia. Tendré la dicha de dedicar ese templo, en el que se refleja toda la grandeza del espíritu humano que se abre a Dios.

Siento una profunda alegría al estar de nuevo en España, que ha dado al mundo una pléyade de grandes santos, fundadores y poetas, como Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco Javier, entre otros muchos; la que en el siglo XX ha suscitado nuevas instituciones, grupos y comunidades de vida cristiana y de acción apostólica y, en los últimos decenios, camina en concordia y unidad, en libertad y paz, mirando al futuro con esperanza y responsabilidad. Movida por su rico patrimonio de valores humanos y espirituales, busca asimismo superarse en medio de las dificultades y ofrecer su solidaridad a la comunidad internacional.

Estas aportaciones e iniciativas de vuestra dilatada historia, y también de hoy, junto al significado de estos dos lugares de vuestra hermosa geografía que visitaré en esta ocasión, me dan pie para ensanchar mi pensamiento a todos los pueblos de España y de Europa. Como el Siervo de Dios Juan Pablo II, que desde Compostela exhortó al viejo Continente a dar nueva pujanza a sus raíces cristianas, también yo quisiera invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. Una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien.

En gallego:

Benqueridos amigos, reitérovos o meu agradecemento pola vosa amable benvida e a vosa presencia neste aeroporto. Renovo o meu agarimo e proximidade aos amadísimos fillos de Galicia, de Cataluña e dos demais pobos de España. Ao encomendar à intercesión do Apóstolo Santiago a miña estadía entre vós, prégolle a Deus que as suas bendicións vos alcancen a todos. Moitas gracias.

[Queridos amigos, os reitero mi agradecimiento por vuestra amable bienvenida y vuestra presencia en este aeropuerto. Renuevo mi cariño y cercanía a los amadísimos hijos de Galicia, de Cataluña y de los demás pueblos de España. Al encomendar a la intercesión de Santiago Apóstol mi estancia entre vosotros, suplico a Dios que sus bendiciones alcancen a todos. Muchas gracias.]

[01539-XX.01] [Testo originale: Plurilingue]

 TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

In spagnolo:

Altezze Reali,

Distinte Autorità Nazionali, Regionali e Locali,

Signor Arcivescovo di Santiago di Compostela,

Signor Cardinale Presidente della Conferenza Episcopale Spagnola,

Signori Cardinali e Fratelli nell’Episcopato,

Cari fratelli e sorelle,

Amici tutti.

Grazie, Altezza, per le deferenti parole che mi ha rivolto a nome di tutti, e che sono l’eco profondo dei sentimenti di affetto verso il Successore di Pietro dei figli e delle figlie di queste nobili terre.

Saluto cordialmente coloro che sono qui presenti e tutti quelli che si uniscono a noi attraverso i mezzi di comunicazione sociale, ringraziando anche quanti hanno collaborato generosamente, ai diversi livelli ecclesiale e civile, perché questo breve ma intenso viaggio a Santiago di Compostela e Barcellona sia molto fruttuoso.

Nel più profondo del suo essere, l’uomo è sempre in cammino, è alla ricerca della verità. La Chiesa partecipa a questo anelito profondo dell’essere umano e si pone essa stessa in cammino, accompagnando l’uomo che anela alla pienezza del proprio essere. Allo stesso tempo, la Chiesa compie il proprio cammino interiore, quello che la conduce attraverso la fede, la speranza e l’amore, a farsi trasparenza di Cristo per il mondo. Questa è la sua missione e questo è il suo cammino: essere sempre più, in mezzo agli uomini, presenza di Cristo, "il quale per noi è diventato sapienza per opera di Dio, giustizia, santificazione e redenzione" (1Cor 1,30). Perciò, anch’io mi sono messo in cammino per confermare nella fede i miei fratelli (cfr Lc 22,32).

Vengo come pellegrino in questo Anno Santo Compostelano e porto nel cuore lo stesso amore a Cristo che spingeva l’Apostolo Paolo a intraprendere i suoi viaggi, con l’anelito di giungere anche in Spagna (cfr Rm 15,22-29). Desidero unirmi così alla grande schiera di uomini e donne che, lungo i secoli, sono venuti a Compostela da tutti gli angoli della Penisola Iberica e d’Europa, e anzi del mondo intero, per mettersi ai piedi di san Giacomo e lasciarsi trasformare dalla testimonianza della sua fede. Essi, con le orme dei loro passi e pieni di speranza, andarono creando una via di cultura, di preghiera, di misericordia e di conversione, che si è concretizzata in chiese e ospedali, in ostelli, ponti e monasteri. In questa maniera, la Spagna e l’Europa svilupparono una fisionomia spirituale marcata in modo indelebile dal Vangelo.

Proprio come messaggero e testimone del Vangelo, andrò anche a Barcellona, per rinvigorire la fede del suo popolo accogliente e dinamico. Una fede seminata già agli albori del cristianesimo, e che germinò e crebbe al calore di innumerevoli esempi di santità, dando origine a tante istituzioni di beneficienza, cultura ed educazione. Fede che ispirò il geniale architetto Antoni Gaudí a intraprendere in quella città, con il fervore e la collaborazione di molti, quella meraviglia che è la chiesa della Sacra Famiglia. Avrò la gioia di dedicare quella chiesa, nella quale si riflette tutta la grandezza dello spirito umano che si apre a Dio.

Provo una gioia profonda nell’essere di nuovo in Spagna, che ha dato al mondo una moltitudine di grandi Santi, fondatori e poeti, come Ignazio di Loyola, Teresa di Gesù, Giovanni della Croce, Francesco Saverio, fra tanti altri; Spagna che nel secolo XX ha suscitato nuove istituzioni, gruppi e comunità di vita cristiana e di azione apostolica e, negli ultimi decenni, cammina in concordia e unità, in libertà e pace, guardando al futuro con speranza e responsabilità. Mossa dal suo ricco patrimonio di valori umani e spirituali, cerca pure di progredire in mezzo alle difficoltà e offrire la sua solidarietà alla comunità internazionale.

Questi apporti e iniziative della vostra lunga storia, e anche di oggi, insieme al significato di questi due luoghi della vostra bella geografia che visiterò in questa occasione, mi spronano ad allargare il mio pensiero a tutti i popoli di Spagna e d’Europa. Come il Servo di Dio Giovanni Paolo II, che da Compostela esortò il Vecchio Continente a dare nuovo vigore alle sue radici cristiane, anch’io vorrei esortare la Spagna e l’Europa a edificare il loro presente e a progettare il loro futuro a partire dalla verità autentica dell’uomo, dalla libertà che rispetta questa verità e mai la ferisce, e dalla giustizia per tutti, iniziando dai più poveri e derelitti. Una Spagna e un’Europa non solo preoccupate delle necessità materiali degli uomini, ma anche di quelle morali e sociali, di quelle spirituali e religiose, perché tutte queste sono esigenze autentiche dell’unico uomo e solo così si opera in modo efficace, integro e fecondo per il suo bene.

In gallego:

Cari amici, vi ripeto la mia gratitudine per il vostro cordiale benvenuto e la vostra presenza in questo aeroporto. Rinnovo il mio affetto e la mia vicinanza agli amatissimi figli di Galizia, di Catalogna e degli altri popoli della Spagna. Nell’affidare all’intercessione di san Giacomo Apostolo la mia presenza tra voi, supplico Dio che giunga a tutti la sua benedizione. Molte grazie.

[01539-01.01] [Testo originale: Plurilingue]

 TRADUZIONE IN LINGUA INGLESE

In Spanish:

Your Royal Highnesses,

Distinguished national, regional and local authorities,

Your Grace the Archbishop of Santiago de Compostela,

Your Eminence the President of the Spanish Episcopal Conference,

Your Eminences and Excellencies,

Dear Brothers and Sisters,

Dear Friends,

I thank Your Highness for the respectful words which you have addressed to me in the name of all, words which are a touching echo of the sentiments of affection for the Successor of Peter which mark the sons and daughters of these noble lands.

I cordially greet those present and all who join us through the means of social communication, and I express my gratitude as well to all those who have worked generously, on the part of the Church and civil society, to make this brief yet intense Journey to Santiago de Compostela and Barcelona as fruitful as possible.

In his deepest being, man is always on a journey, ever in search of truth. The Church shares this profound human desire and herself sets out, accompanying humanity in its yearning for complete fulfilment. At the same time, the Church pursues her own interior journey which, through faith, hope and love, leads her to become a transparent sign of Christ for the world. This is her mission and her path: to be among men and women an ever greater presence of Christ "whom God made our wisdom, our righteousness and sanctification and redemption" (1 Cor 1:30). For this reason, I too have journeyed here, to confirm my brothers and sisters in the faith (cf. Lk 22:32).

I have come as a pilgrim in this Holy Year of Compostela and I bring in my heart the same love of Christ which led the Apostle Paul to embark upon his journeys, with a desire also to come to Spain (cf. Rom 15: 22-29). I wish to join the great host of men and women who down the centuries have come to Compostela from every corner of this peninsula, from throughout Europe and indeed the whole world, in order to kneel at the feet of Saint James and be transformed by the witness of his faith. They, at every step and filled with hope, created a pathway of culture, prayer, mercy and conversion, which took shape in churches and hospitals, in inns, bridges and monasteries. In this way, Spain and Europe developed a spiritual physiognomy marked indelibly by the Gospel.

Precisely as a herald and witness of the Gospel, I am also going to Barcelona, in order to nourish the faith of its welcoming and dynamic people. A faith sown already at the dawn of Christianity, one which blossomed and grew in the warmth of countless examples of holiness, giving rise to countless institutions of beneficence, culture and education. A faith which inspired the gifted architect Antoni Gaudí to undertake in that city, with the fervour and cooperation of many people, that marvel which is the church of the Sagrada Familia. It will fall happily to me to dedicate that church, which reflects all the grandeur of the human spirit in its openness to God.

I am very pleased to be once again in Spain, which has given the world a constellation of great saints, founders and poets, like Ignatius of Loyola, Teresa of Jesus, John of the Cross, Francis Xavier, among many others; in the twentieth century it raised up new institutions, groups and communities of Christian life and apostolic activity and, in recent decades, it has advanced in harmony and unity, in freedom and peace, looking to the future with hope and responsibility. Moved by her rich patrimony of human and spiritual values, she seeks likewise to progress amid difficulties and to offer her solidarity to the international community.

These contributions and initiatives which have distinguished your long past, as well as the present, together with the significance of the two beautiful places I will visit on this occasion, lead me to look also to all the peoples of Spain and Europe. Like the Servant of God John Paul II, who from Compostela exhorted the old Continent to give a new impulse to its Christian roots, I too wish to encourage Spain and Europe to build their present and to project their future on the basis of the authentic truth about man, on the basis of the freedom which respects this truth and never harms it, and on the basis of justice for all, beginning with the poorest and the most defenceless. A Spain and a Europe concerned not only with people’s material needs but also with their moral and social, spiritual and religious needs, since all these are genuine requirements of our common humanity and only in this way can work be done effectively, integrally and fruitfully for man’s good.

In Galician:

Dear friends, I renew my thanks for your kind welcome and for your presence at this airport. I renew my affection and closeness to the beloved sons and daughters of Galicia, Catalonia and the other peoples of Spain. In commending my stay among you to the intercession of the Apostle Saint James, I ask God to bestow his blessings on all of you. Thank you very much.

[01539-02.01] [Original text: Plurilingual]

 TRADUZIONE IN LINGUA FRANCESE

En espagnol :

Altesses Royales,

Autorités nationales, régionales et locales,

Monsieur l’archevêque de Saint-Jacques-de-Compostelle,

Monsieur le Cardinal Président de la Conférence Épiscopale Espagnole,

Messieurs les Cardinaux et Frères dans l’Épiscopat,

Chers frères et sœurs,

Chers amis,

Merci, Altesse, des aimables paroles que vous venez de m’adresser au nom de tous, et qui se font l’écho profond des sentiments d’affection que les fils et les filles de ces nobles terres éprouvent à l’égard du Successeur de Pierre.

Je salue cordialement toutes les personnes présentes ici et toutes celles qui s’unissent à nous à travers les moyens de communication sociale, remerciant également celles qui ont collaboré généreusement et à différents niveaux, ecclésial et civil, pour que ce bref mais intense voyage à Saint-Jacques-de-Compostelle et à Barcelone porte beaucoup de fruits.

Dans son for intérieur, l’homme est toujours en chemin, il est à la recherche de la vérité. L’Église participe à cette aspiration profonde de l’être humain et elle se met elle-même en chemin, accompagnant l’homme qui aspire ardemment à la plénitude de son être. En même temps, l’Église accomplit son propre cheminement intérieur, celui qui la conduit à travers la foi, l’espérance et l’amour, à se faire transparente au Christ pour le monde. C’est là sa mission et c’est son chemin : être toujours plus, au milieu des hommes, la présence du Christ, « qui est devenu pour nous sagesse, justice et sanctification, rédemption » (1 Co 1, 30). C’est pourquoi, je me suis mis moi aussi en chemin pour affermir mes frères dans la foi. (cf. Lc 22, 32).

Je viens en pèlerin en cette Année Sainte compostellane et j’ai dans le cœur le même amour pour le Christ qui poussait l’Apôtre Paul à entreprendre ses voyages, avec le vif désir de se rendre aussi en Espagne (cf. Rm 15, 22-29). Je souhaite m’unir ainsi au grand nombre d’hommes et de femmes qui, tout au long des siècles, sont venus à Compostelle de tous les coins de la Péninsule Ibérique et de l’Europe, et même, du monde entier, pour se mettre aux pieds de saint Jacques et se laisser transformer par son témoignage de foi. Avec les empreintes laissées par leurs pas et pleins d’espérance, ils tracèrent une route culturelle, de prière, de miséricorde et de conversion, qui s’est concrétisée par des églises et des hôpitaux, des hostelleries, des ponts et des monastères. C’est ainsi que l’Espagne et l’Europe acquirent une physionomie spirituelle marquée de façon indélébile par l’Évangile.

C’est précisément comme messager et témoin de l’Évangile que j’irai aussi à Barcelone pour fortifier la foi de son peuple accueillant et dynamique. Une foi semée dès l’aube du Christianisme, et qui germa et se développa à la chaleur d’innombrables exemples de sainteté, engendrant de nombreuses institutions de bienfaisance, de culture et d’éducation. Une foi qui poussa le brillant architecte Antoni Gaudí à entreprendre dans cette ville, avec la ferveur et la collaboration de beaucoup, cette merveille qu’est l’église de la Sagrada Familia [Sainte Famille]. J’aurai la joie de consacrer cette église, dans laquelle se reflète toute la grandeur de l’esprit humain qui s’ouvre à Dieu.

Je suis profondément heureux d’être à nouveau en Espagne, pays qui a donné au monde une multitude de grands saints, fondateurs et poètes, comme Ignace de Loyola, Thérèse de Jésus, Jean de la Croix, François-Xavier, et tant d’autres. L’Espagne qui, au XXème siècle, a suscité de nouvelles institutions, associations et communautés de vie chrétienne et d’action apostolique et qui, ces dernières décennies, chemine dans la concorde et l’unité, dans la liberté et la paix, en regardant l’avenir avec espérance et responsabilité. Animée par son riche patrimoine de valeurs humaines et spirituelles, elle s’efforce aussi de progresser au milieu des difficultés et d’offrir sa solidarité à la communauté internationale.

Ces contributions et ces initiatives de votre longue histoire, et celles d’aujourd’hui aussi, ainsi que l’importance de ces deux lieux de votre belle géographie que je visiterai à cette occasion, me poussent à élargir ma pensée à tous les peuples d’Espagne et d’Europe. Comme le Serviteur de Dieu Jean-Paul II qui, de Compostelle, exhorta le Vieux Continent à redonner vigueur à ses racines chrétiennes, je voudrais moi aussi exhorter l’Espagne et l’Europe à construire leur présent et à projeter leur avenir à partir de la vérité authentique de l’homme, de la liberté qui respecte cette vérité et ne la blesse jamais, et de la justice pour tous, en commençant par les plus pauvres et les délaissés. Une Espagne et une Europe préoccupées non seulement des besoins matériels des hommes, mais aussi des nécessités morales et sociales, spirituelles et religieuses, car ce sont là des exigences authentiques de l’unique homme et ainsi seulement, on œuvre de manière efficace, intègre et féconde pour son bien.

En galicien :

Chers amis, je vous redis toute ma gratitude pour votre accueil cordial et pour votre présence dans cet aéroport. Je redis mon affection et ma proximité aux bien-aimés fils de Galice, de Catalogne et des autres peuples de l’Espagne. En confiant à l’intercession de l’Apôtre saint Jacques ma présence parmi vous, je supplie Dieu d’accorder à tous sa bénédiction. Merci beaucoup.

[01539-03.01] [Texte original: Plurilingue]

 TRADUZIONE IN LINGUA TEDESCA

Spanisch:

Königliche Hoheiten,

sehr geehrte Vertreter der nationalen, regionalen und lokalen Behörden,

Herr Erzbischof von Santiago de Compostela,

Herr Kardinal, Präsident der spanischen Bischofskonferenz,

meine Herren Kardinäle und Mitbrüder im Bischofsamt,

liebe Brüder und Schwestern,

meine lieben Freunde!

Vielen Dank, Königliche Hoheit, für die ehrerbietigen Worte, die Sie in Ihrer aller Namen an mich gerichtet haben und die die innige Zuneigung widerspiegeln, die die Menschen dieses edlen Landes für den Nachfolger Petri hegen.

Herzlich grüße ich die hier Anwesenden wie auch alle, die über die Medien mit uns verbunden sind, und ich danke auch allen, die auf verschiedenen kirchlichen und öffentlichen Ebenen großzügig dazu beigetragen haben, daß diese kurze, aber intensive Reise nach Santiago de Compostela und Barcelona reiche Frucht bringen wird.

Im tiefsten Inneren seines Seins ist der Mensch immer auf dem Weg, ist er auf der Suche nach der Wahrheit. Die Kirche nimmt an diesem tiefen Streben des menschlichen Seins teil. Sie macht sich selbst auf den Weg und begleitet den Menschen, der sich nach der Fülle seines Seins sehnt. Zugleich legt die Kirche einen eigenen inneren Weg zurück, der sie durch den Glauben, die Hoffnung und die Liebe dazu führt, Lichtschein Christi für die Welt zu werden. Das ist ihre Sendung, und das ist ihr Weg: inmitten der Menschen immer mehr Gegenwart Christi zu sein, „den Gott für uns zur Weisheit gemacht hat, zur Gerechtigkeit, Heiligung und Erlösung" (1 Kor 1,30). Darum habe auch ich mich auf den Weg gemacht, um meine Brüder im Glauben zu stärken (vgl. Lk 22,32).

Ich komme als Pilger in diesem Heiligen Jahr von Compostela, und bringe im Herzen die gleiche Liebe mit, die den heiligen Apostel Paulus antrieb, seine Reisen zu unternehmen, wobei er den Wunsch hatte, auch Spanien zu erreichen (vgl. Röm 15,22-29). Ich möchte mich in die große Schar der Männer und Frauen einreihen, die im Lauf der Jahrhunderte von allen Winkeln der Iberischen Halbinsel, von Europa und selbst aus der ganzen Welt nach Compostela gekommen sind, um vor den heiligen Jakobus hinzutreten und sich vom Zeugnis seines Glaubens umformen zu lassen. Mit ihren Spuren und voller Hoffnung schufen sie einen Weg der Kultur, des Gebets, der Barmherzigkeit und der Umkehr, der in Kirchen und Hospitälern, in Herbergen, Brücken und Klöstern Gestalt angenommen hat. Auf diese Weise haben Spanien und Europa ein geistiges Gesicht entfaltet, das auf unauflösliche Weise vom Evangelium gekennzeichnet ist.

Gerade als Bote und Zeuge des Evangeliums werde ich auch nach Barcelona gehen, um den Glauben seiner gastfreundlichen und tatkräftigen Bewohner zu stärken. Ein Glaube, der schon in der Frühzeit des Christentums gesät worden ist und der unter dem Klima zahlloser Beispiele von Heiligen keimte und wuchs und zur Gründung sehr vieler Wohlfahrts-, Kultur- und Bildungseinrichtungen führte. Dieser Glaube inspirierte den genialen Architekten Antoni Gaudí, dort, mit dem Eifer und der Mitarbeit vieler Helfer, jenes Wunderwerk in Angriff zu nehmen, welches die Kirche der „Sacrada Familia" darstellt. Ich werde die Freude haben, diese Kirche zu weihen, in der sich die ganze Größe des menschlichen Geistes, der sich Gott öffnet, widerspiegelt.

Ich empfinde eine tiefe Freude, erneut hier in Spanien zu sein, das der Welt eine Vielzahl großer Heiliger geschenkt hat, Ordensgründer und Schriftsteller, wie Ignatius von Loyola, Theresia von Jesus, Johannes vom Kreuz und Franz Xaver und viele andere mehr. Spanien hat im 20. Jahrhundert neue Einrichtungen, Gruppen und Gemeinschaften christlichen Lebens und des Apostolats hervorgebracht. In den vergangenen Jahrzehnten schreitet es nun in Eintracht und Gemeinsamkeit, in Freiheit und Frieden voran und blickt zuversichtlich und verantwortungsvoll in die Zukunft. Von seinem reichen Erbe an menschlichen und geistlichen Werten angespornt, sucht es auch inmitten der Schwierigkeiten weiterzukommen und seine Solidarität der internationalen Gemeinschaft anzubieten.

Diese Beiträge und Initiativen Ihrer langen Geschichte wie auch der Gegenwart, gemeinsam mit der Bedeutung dieser beiden Orte Ihres schönen Landes, die ich bei dieser Gelegenheit besuchen werde, geben mir den Anstoß, meine Gedanken auf alle Völker Spaniens und Europas auszuweiten. Wie der Diener Gottes Papst Johannes Paul II. von Compostela aus den Alten Kontinent ermahnte, seinen christlichen Wurzeln neue Kraft zu geben, so will auch ich Spanien und Europa auffordern, ihre Gegenwart aufzubauen und ihre Zukunft zu planen auf der Grundlage der echten Wahrheit des Menschen, der Freiheit, die diese Wahrheit respektiert und sie nie verletzt, wie auch der Gerechtigkeit für alle, angefangen bei den Ärmsten und den Einsamen. Ein Spanien und ein Europa, die sich nicht nur um die materiellen Bedürfnisse der Menschen Sorgen machen, sondern auch um die moralischen und sozialen Werte sowie um die spirituellen und religiösen Anliegen kümmern, weil all diese echte Ansprüche des einen und alleinigen Menschen sind und man nur so in wirksamer, umfassender und fruchtbarer Weise für sein Wohl wirkt.

Galizianisch:

Liebe Freunde, nochmals bekunde ich Ihnen meinen Dank für Ihren herzlichen Empfang und Ihre Anwesenheit an diesem Flughafen. Erneut bringe ich den geliebten Söhnen und Töchtern Galiziens, Kataloniens und allen anderen Völkern Spaniens meine Zuneigung und Nähe zum Ausdruck. Ich empfehle meinen Aufenthalt bei Ihnen der Fürsprache des heiligen Apostels Jakobus an und bitte Gott, daß er Ihnen allen seinen Segen schenke. Vielen Dank.

[01539-05.01] [Originalsprache: Mehrsprachig]

INCONTRO PRIVATO CON I PRINCIPI DELLE ASTURIE ALL’AEROPORTO INTERNAZIONALE DI SANTIAGO DE COMPOSTELA

Alle ore 12.15, subito dopo la cerimonia di benvenuto, nella "Sala de Autoridades" dell’aeroporto internazionale di Santiago de Compostela, ha luogo un breve incontro privato tra il Santo Padre Benedetto XVI e le loro Altezze Reali i Principi delle Asturie, Felipe e Letizia.
Il Papa si trasferisce quindi in auto alla Cattedrale di Santiago de Compostela.

[01546-01.01]

[B0676-XX.01]