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INCONTRO DEL CARDINALE SEGRETARIO DI STATO TARCISIO BERTONE CON IL CORPO DIPLOMATICO ACCREDITATO A CUBA, 26.02.2008


INCONTRO DEL CARDINALE SEGRETARIO DI STATO TARCISIO BERTONE CON IL CORPO DIPLOMATICO ACCREDITATO A CUBA

DISCORSO DEL CARDINALE TARCISIO BERTONE

TRADUZIONE  IN LINGUA ITALIANA

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Cardinale Segretario di Stato Tarcisio Bertone ha rivolto ieri mattina al Corpo Diplomatico accreditato a La Habana, nel corso dell’incontro svoltosi nella sede del Ministero degli affari Esteri cubano:

DISCORSO DEL CARDINALE TARCISIO BERTONE

Honorable Señor Ministro,

Honorable Señor Decano y miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante el Gobierno cubano,

Honorables Representantes de los distintos Organismos Internacionales,

Distinguidos Oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores,

Señoras y Señores.

Agradezco al Señor Ministro de Relaciones Exteriores el haber organizado este cordial encuentro con los representantes de varios países e instituciones del mundo, lo que valoro mucho y considero un gesto de especial respeto y deferencia hacia la Santa Sede y al Santo Padre Benedicto XVI, del cual quiero transmitirles su más afectuoso saludo.

Es para mí un gran honor estar en esta noble tierra para conmemorar el décimo aniversario de la histórica visita del amado y recordado Papa Juan Pablo II a Cuba, país que en estos diez años ha dado muestras de entrega y capacidad de desarrollo. Es evidente el progreso alcanzado en el ejercicio de la solidaridad con países de África, de Asia, del Caribe y de América Latina, especialmente en los campos de la salud y la educación. También en el escenario internacional la presencia de Cuba ha ido afianzándose claramente. A este respecto, es muy significativa su actual presidencia del Movimiento de los Países no Alineados.

Teniendo la posibilidad de intercambiar algunas consideraciones con Ustedes, me parece oportuno dedicar estas breves palabras a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, dada su relevancia en la historia pasada y reciente de la Nación cubana.

Basada en su plurisecular experiencia diplomática, que le ha permitido establecer relaciones de diálogo y de amistad con casi todos los Estados, la Santa Sede encuentra hoy una luz particular para su actividad internacional en los pronunciamientos del Concilio Ecuménico Vaticano II, sobre todo en su constitución pastoral Gaudium et spes. En el número setenta y seis de dicho documento se puede leer lo siguiente: "La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas en su propio campo. Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán tanto más eficazmente en bien de todos cuanto procuren mejor una sana cooperación entre ambas, teniendo en cuenta también las circunstancias de lugar y tiempo".

También en Cuba, así como en el resto del mundo, la Iglesia, inspirada en la verdad del Evangelio, procura con humildad y solícita dedicación ofrecer su propia contribución de pensamiento y acción para la edificación del bien común, respetando la identidad y las leyes propias del Estado.

Otro pronunciamiento del Concilio Ecuménico Vaticano II, la declaración Dignitatis humanae, nos recuerda que el compromiso de la comunidad civil por el bien de los ciudadanos no se puede limitar a algunas dimensiones de la persona, como la salud física, el bienestar económico, la formación intelectual o las relaciones sociales; el ser humano tiene también una dimensión religiosa, que se refleja en actos voluntarios y libres, con los cuales él se dirige inmediatamente a Dios.

Pero, la libertad religiosa no sería integral y verdadera si no comportara también una dimensión pública, la libertad religiosa no pertenece sólo al individuo, sino también a la familia, a los grupos religiosos y a la Iglesia misma. Un Estado que quiera respetar esta libertad no puede eximirse del crear condiciones propicias para el desarrollo de la vida religiosa, de manera que los ciudadanos tengan la posibilidad real de ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones espirituales.

Como ya dijera el venerado Papa Juan Pablo II, dando la bienvenida al actual Embajador de Cuba ante la Santa Sede: "la Doctrina Social de la Iglesia se ha desarrollado mucho en estos últimos años, precisamente para iluminar las situaciones que requieren esa dimensión solidaria desde la justicia y la verdad. A este respecto – continuaba el Papa Juan Pablo II - la Iglesia en Cuba, con su presencia evangelizadora y con espíritu de servicio sincero y efectivo al pueblo cubano, se esfuerza por poner de relieve ese magisterio, no sólo de palabra, sino también con sus empeños y realizaciones concretas. El conjunto de valores y propuestas que integran la Doctrina y la consiguiente acción social de la Iglesia forman parte de su misión evangelizadora y, consecuentemente, de su propia identidad".

Estas palabras siguen siendo de gran actualidad. Pero, cabe decir que el desarrollo de la misión social de la Iglesia cubana se basa en las buenas relaciones que existen entre las instituciones eclesiales y estatales, con la esperanza de que aún sigan progresando: siempre hay posibilidades de mejoría, y esto no sólo vale para las relaciones con Cuba, sino con todos los pueblos y naciones del mundo.

Un gran Pastor de la Iglesia en Cuba, el benemérito Arzobispo de Camagüey, Mons. Adolfo Rodríguez Herrera, expresaba poco antes de su muerte: "Nuestro sueño es que la Iglesia cubana sea la Iglesia, y nada más; y que las instituciones civiles de la Patria sean las instituciones civiles, y nada más. Y que la Iglesia pueda ser en Cuba la Iglesia de la caridad, del servicio, de la comunión, de la misión".

Antes de concluir quisiera enviar mis deferentes saludos al Presidente Fidel Castro que pude encontrar personalmente en octubre de 2005, con mis mejores votos para èl.

Desde ayer Cuba tiene un renovado Consejo de Estado, al que la Santa Sede con toda la Comunidad Internacional le desea mucho acierto y la capacidad de escuchar e interpretar más y más las necesidades de cada ciudadano, el cual tiene el derecho de sentirse orgulloso de ser cubano y respetado, valorado y representado por quienes lo gobiernan.

En estos días de mi visita, acompañada por la exquisita hospitalidad y cortesía de las Autoridades cubanas que agradezco vivamente, además de constatar la vitalidad de la Iglesia católica cubana y su solícita dedicación al bien común de la Patria, he encontrado gran disponibilidad al diálogo y a la cooperación en los Gobernantes del País – tanto en temas nacionales cuanto internacionales. Esto es un positivo impulso a las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica en Cuba, que permite mirar con serena esperanza la nueva etapa – ciertamente ardua y exigente – que Cuba se dispone a afrontar.

Muchas gracias.

[00297-04.01] [Texto original: Español]

TRADUZIONE  IN LINGUA ITALIANA

Onorevole Signor Ministro,

Onorevole Signor Decano e membri del Corpo Diplomatico accreditato presso il Governo cubano,

Onorevoli Rappresentanti dei diversi Organismi Internazionali,

Distinti Funzionari del Ministero degli Affari Esteri,

Signore e Signori.

Ringrazio il Signor Ministro degli Affari Esteri per aver organizzato questo cordiale incontro con i rappresentanti di vari Paesi e Istituzioni del mondo, atto che apprezzo molto e considero un gesto di particolare rispetto e deferenza verso la Santa Sede e il Santo Padre Benedetto XVI, del quale desidero trasmettervi il più affettuoso saluto.

È per me un grande onore essere in questa nobile terra per commemorare il decimo anniversario della storica visita dell'amato e indimenticato Papa Giovanni Paolo II a Cuba, Paese che in questi dieci anni ha dato prova di dedizione e capacità di sviluppo. È’ evidente il progresso raggiunto nell'esercizio della solidarietà con Paesi dell'Africa, dell'Asia, dei Caraibi e dell'America Latina, soprattutto nel campo della salute e in quello dell'educazione. Anche sulla scena internazionale la presenza di Cuba si è chiaramente rafforzata. A tale proposito, è significativa la sua attuale presidenza del Movimento dei Paesi non Allineati.

Avendo la possibilità di scambiare alcune considerazioni con voi, mi sembra opportuno dedicare alcune parole alle relazioni fra la Chiesa e lo Stato, data la loro rilevanza nella storia passata e recente della Nazione cubana.

Basandosi sulla sua plurisecolare esperienza diplomatica, che le ha permesso di stabilire relazioni di dialogo e di amicizia con quasi tutti gli Stati, la Santa Sede trova oggi una luce particolare per la sua attività internazionale nelle dichiarazioni del Concilio Ecumenico Vaticano II, soprattutto nella sua Costituzione Pastorale Gaudium et spes. Al numero settantasei di tale documento si può leggere quanto segue: «La comunità politica e la Chiesa sono indipendenti e autonome l'una dall'altra nel proprio campo. Ma tutte e due, anche se a titolo diverso, sono a servizio della vocazione personale e sociale degli stessi uomini. Esse svolgeranno questo loro servizio a vantaggio di tutti in maniera tanto più efficace, quanto più coltiveranno una sana collaborazione fra di loro, secondo modalità adatte alle circostanze di luogo e di tempo».

Anche a Cuba, come nel resto del mondo, la Chiesa, ispirandosi alla verità del Vangelo, cerca con umiltà e sollecita dedizione di offrire il proprio contributo di pensiero e di azione all'edificazione del bene comune, rispettando l'identità e le leggi proprie dello Stato.

Un altro documento del Concilio Ecumenico Vaticano II, la Dichiarazione Dignitatis humanae, ci ricorda che l'impegno della comunità civile per il bene dei cittadini non si può limitare ad alcune dimensioni della persona, come la salute fisica, il benessere economico, la formazione intellettuale o le relazioni sociali; l'essere umano ha anche una dimensione religiosa, che si riflette in atti volontari e liberi, con cui egli si rivolge direttamente a Dio.

Tuttavia, la libertà religiosa non sarebbe integrale e autentica se non comportasse anche una dimensione pubblica; la libertà religiosa non appartiene solo all'individuo, ma anche alla famiglia, ai gruppi religiosi e alla Chiesa stessa. Uno Stato che voglia rispettare questa libertà non può esimersi dal creare condizioni propizie allo sviluppo della vita religiosa, di modo che i cittadini abbiano la possibilità reale di esercitare i loro diritti e di adempiere i loro obblighi spirituali.

Come ha già detto il venerato Papa Giovanni Paolo II, nel porgere il benvenuto all'attuale Ambasciatore di Cuba presso la Santa Sede, nel gennaio 2005, «la Dottrina Sociale della Chiesa si è sviluppata molto in questi ultimi anni, proprio per illuminare le situazioni che richiedono questa dimensione solidale a partire dalla giustizia e dalla verità. A tale riguardo - continuava Papa Giovanni Paolo II - la Chiesa a Cuba, con la sua presenza evangelizzatrice e con spirito di servizio sincero ed effettivo al popolo cubano, si sforza di mettere in evidenza questo magistero, non solo a parole, ma anche con i suoi impegni e con realizzazioni concrete. L'insieme dei valori e delle proposte che integrano la Dottrina e la conseguente azione sociale della Chiesa fanno parte della sua missione evangelizzatrice e, di conseguenza, della sua stessa identità».

Queste parole continuano a essere molto attuali. Tuttavia, occorre dire che lo sviluppo della missione sociale della Chiesa cubana si basa sulle buone relazioni che esistono fra le istituzioni ecclesiali e quelle statali, con la speranza che continuino a progredire: vi sono sempre possibilità di miglioramento, e questo non vale solo per le relazioni con Cuba, ma anche con tutti i popoli e le nazioni del mondo.

Un grande Pastore della Chiesa a Cuba, il benemerito Arcivescovo di Camagüey, Monsignor Adolfo Rodríguez Herrera, ha detto poco prima di morire: «Il nostro sogno è che la Chiesa cubana sia la Chiesa, e niente più; e che le istituzioni civili della Patria siano le istituzioni civili, e niente più. E che la Chiesa possa essere a Cuba la Chiesa della carità, del servizio, della comunione, della missione».

Prima di concludere, desidero inviare i miei deferenti saluti al Presidente Fidel Castro che ho potuto incontrare di persona nell'ottobre del 2005, con i miei migliori auspici per la sua persona.

Da ieri Cuba ha un nuovo Consiglio di Stato, al quale la Santa Sede con tutta la Comunità Internazionale augura grande successo e capacità di ascoltare e interpretare sempre più i bisogni di ogni cittadino, il quale ha il diritto di sentirsi orgoglioso di essere cubano e di essere rispettato, apprezzato e rappresentato da quanti lo governano.

In questi giorni della mia visita, accompagnata dalla squisita ospitalità e dalla cortesia delle autorità cubane che ringrazio vivamente, oltre a costatare la vitalità della Chiesa cattolica cubana e la sua sollecita dedizione al bene comune della Patria, ho trovato grande disponibilità al dialogo e alla cooperazione nei governanti del Paese, su temi sia nazionali sia internazionali. Ciò rappresenta un impulso positivo per le relazioni fra lo Stato e la Chiesa cattolica a Cuba, che permette di guardare con serena speranza alla nuova fase - certamente ardua e impegnativa - che Cuba si dispone ad affrontare.

Grazie.

[00297-01.01] [Testo originale: Spagnolo]