Publicamos a continuación el texto del Videomensaje que el Santo Padre Francisco envió a los participantes en el Encuentro Med24 - Peregrinos de la Esperanza. Constructores de Paz, cuarta etapa de los Encuentros del Mediterráneo, tras los encuentros de Bari, Florencia y Marsella, que se celebra en Tirana, Albania, del 15 al 21 de septiembre de 2024:
Videomensaje del Santo Padre
Queridos amigos, queridos jóvenes de Albania y del Mediterráneo, es para mí una alegría saber que se han reunido en Tirana diez años después de mi visita a su querido país en 2014, no lo olvido. Y recuerdo aquel viaje inolvidable, en el que pude conocer a su pueblo, un pueblo con muchas caras diferentes entre sí, pero unido por el coraje. Como dije en aquel entonces a los jóvenes: «Ustedes son la nueva generación de Albania», añado hoy, queridos jóvenes de las cinco orillas del Mediterráneo: ustedes, la nueva generación, son el futuro de la región "Mediterráneo".
Todos somos peregrinos de la esperanza, caminando en la búsqueda de la verdad y viviendo nuestra fe y construyendo la paz - ¡la paz hay que construirla! Dios ama a todos los hombres y no hace diferencias entre nosotros. La fraternidad entre las cinco orillas del Mediterráneo que ustedes están construyendo es la respuesta - ¡es la respuesta! -, la mejor respuesta que podemos ofrecer a los conflictos y a la indiferencia que matan. ¡Porque la indiferencia mata!
Aprendan juntos a leer los signos de los tiempos. Contemplen la diferencia de sus tradiciones como una riqueza, una riqueza querida por Dios. La unidad no es uniformidad y la diversidad de nuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios. Unidad en la diversidad. Déjense crecer en la estima mutua como lo atestiguaron sus antepasados.
Pongan en el centro la voz de los que no son escuchados. Pienso en los más pobres que sufren al ser vistos como una carga o una molestia. Pienso en los que a menudo, muy jóvenes, tienen que abandonar su país para buscar un futuro mejor. Cuiden de cada uno: no son números, sino de personas y cada persona es sagrada. Se trata de rostros cuya dignidad hay que promover y proteger. Renunciemos a la cultura del miedo para abrir la puerta de la acogida y de la amistad.
Como un gran lago de Tiberíades confiado a sus cuidados, habiten las orillas de esta cuenca que los une: ¡el Mediterráneo los une! Los une como un hermoso jardín que hay que cultivar. Custodien el espíritu de servicio en toda circunstancia, cuiden de toda criatura confiada a sus manos. Caminen sobre las huellas de sus mártires. Su valentía es un testimonio vivo que puede inspirar su empeño en resistir a todas las violencias que desfiguran nuestra humanidad, como hizo la beata María Tuci con sólo veintidós años.
Los encomiendo a María, la Madre del Buen Consejo, que siempre ha dirigido su mirada maternal de amor y de dolor a las vicisitudes de su tierra. Aprendan de su Corazón Inmaculado a ser peregrinos incansables de la esperanza y a seguir los signos de Dios para que el Mediterráneo redescubra su rostro más bello: el de la fraternidad y la paz, y deje de ser un cementerio.