Publicamos a continuación el Mensaje que el Santo Padre Francisco envió al rector general de la Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios, Reverendísimo Padre Antonio Piccolo, con ocasión de los 1500 años de culto a la venerada imagen de Santa María in Portico - Romanae Portus Securitatis, protectora de la Ciudad Eterna:
Mensaje del Santo Padre
Al Reverendísimo
P. Antonio Piccolo
Rector General
de la Orden de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios
El feliz aniversario de los 1.500 años de culto a la venerada imagen de Santa María en Pórtico - Romanae Portus Securitatis, Protectora de la Ciudad Eterna, es para mí una grata ocasión de unirme en oración a su Familia Religiosa, a la que se ha confiado la custodia desde 1601, y que desea elevar sus alabanzas a Ella, Madre amorosa y solícita, faro luminoso que ha conducido a sus hijos a puerto seguro. Dirijo, por tanto, mi cordial pensamiento a cada uno de ustedes y a todos los que participan en este acontecimiento tan significativo para toda la Iglesia de Roma.
Por una coincidencia providencial, 2024, año de preparación del Jubileo de la Esperanza, es un tiempo de gracia especial, ya que ustedes conmemoran también el 450 aniversario de la fundación por San Juan Leonardi, devoto de la Madre celestial, elegido como fiel guardián del carisma “leonardino”.
El culto a Santa María en el Pórtico de Campitelli nació después de una prodigiosa manifestación de la Madre de Dios el 17 de julio de 524 en casa de San Galla, una patricia romana, en presencia del Papa San Juan I. Desde entonces, el Pórtico donde la noble Galla acogía a los pobres y peregrinos, se convirtió en santuario mariano y hospicio de la caridad. Esta es para ustedes, herederos espirituales de San Leonardi, una invitación a cuidar y promover el valor de la acogida a los pobres y a los últimos, para que los lugares que habitamos y las propias iglesias sean un pórtico abierto al mundo, en el que ofrecer consuelo y socorro a las múltiples formas de indigencia que caracterizan nuestras vidas.
La Virgen Santa, además, se reveló en un momento particularmente difícil para la Iglesia, extendiendo su manto sobre el Papa Juan I, que sufrió y murió por la paz sin renegar de su fe, convertido en rehén de complots políticos y guerras fratricidas. Ante el panorama actual, ¿cómo no comprender entonces la urgencia de fomentar la paz, de rezar por la paz? Invoquen la paz y sean constructores de paz ante todo en sus comunidades reconciliadas y reconciliadoras. Que su ejemplo de vida fraterna sea evangélicamente atractivo para los fieles a los que dirigen sus servicios pastorales.
Los exhorto a dirigir su mirada a María como signo de consuelo y esperanza segura, rostro materno de Dios y morada en la que refugiarse; porque ella nos da continuamente a su Hijo como única fuente de concordia, esperanza de salvación, camino hacia la paz, imperativo absoluto de la búsqueda humana.
Con este espíritu, el santo farmacéutico Giovanni Leonardi fundó la «Congregación de los Sacerdotes Reformados de María Santísima», precisamente para devolver a la Iglesia el lustre apostólico de sus orígenes. «Cristo ante todo», decía, ¡Cristo en el centro de todo, Cristo la medida de todo! Cristo la única medicina capaz de curar los males de la Iglesia y del ser humano.
Este compromiso con María, que acompaña amorosamente el camino de la Congregación a Ella dedicada, se renueva aún hoy y los llama a todos ustedes a un celo misionero cada vez mayor y a un progreso continuo en la vida espiritual, acogiendo la exhortación del Santo Fundador, que recordaba con fuerza «ante los ojos de la mente y del corazón sólo el honor y la gloria de Cristo y Él crucificado» (San Juan Leonardi, Himno a la Cruz).
Por último, que las celebraciones jubilares que se disponen a vivir, bajo la mirada de Nuestra Señora del Pórtico, les traigan a la memoria la labor evangelizadora de San Juan Leonardi, que también redactó las primeras Constituciones del Colegio Urbano de Propaganda Fide, para formar sacerdotes capaces de afrontar los retos misioneros de la época. Por tanto, los animo asimismo a tener en el corazón la formación integral de los religiosos, en un camino de conformación progresiva al Crucificado resucitado, primicia de la humanidad redimida (cf. 1 Co 15,20) y, mirando a María, discípula de Cristo y Madre de la Iglesia, que su apostolado sea un canal de gracia y un instrumento para el anuncio gozoso del Evangelio.
Con estos deseos, al encomendar todos a la intercesión de la Santísima Virgen, amorosamente invocada como Romanae Portus Securitatis, y de San Juan Leonardi, les envío de buen grado mi paternal Bendición, confiando en sus oraciones por mí.
Fraternalmente,
Roma, de San Juan de Letrán, 29 de junio de 2024
Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, Apóstoles
Patronos de la Alma Ciudad de Roma
FRANCISCO