Publicamos a continuación el texto del mensaje que el Santo Padre Francisco envió a S.E. Mons. Corrado Lorefice, arzobispo metropolitano de Palermo, con ocasión del IV centenario del descubrimiento de las reliquias de Santa Rosalía:
Mensaje del Santo Padre
Al querido Hermano
Monseñor Corrado Lorefice
Arzobispo metropolitano de Palermo
La feliz ocasión del IV centenario del hallazgo del cuerpo de santa Rosalía es una ocasión especial para unirme espiritualmente a ustedes, queridos hijos e hijas de la Iglesia de Palermo, que desean elevar al Padre celestial, fuente de toda gracia, la alabanza por el don de una figura tan sublime de mujer y "apóstola", que no dudó en aceptar las pruebas de la soledad por amor a su Señor. Mi pensamiento deferente se dirige a usted, querido hermano Corrado, a las autoridades civiles y militares, como también saludo con afecto a los sacerdotes, a las monjas y religiosas, a los miembros de las numerosas Cofradías, a los movimientos laicales y a todos aquellos que en el curso de este Año Jubilar se han unido en la oración, aprendiendo de santa Rosalía la pasión por los pobres y la fidelidad a la Buena Nueva.
"Per amore a Domini mei", es el motivo que Santa Rosalía aduce al entregar su propia existencia y abandonar las riquezas del mundo. La vida del cristiano, tanto en la época en que vivió nuestra Virgen eremita como en nuestros días, está constantemente marcada por la cruz; los cristianos son los que aman siempre, pero a menudo en circunstancias en las que el amor no es comprendido o incluso es rechazado. Aún hoy, sigue siendo una elección a contracorriente, pues los que siguen a Cristo están llamados a hacer suya la lógica del Evangelio, que es esperanza, que decide en su corazón hacer espacio al amor para darlo a los demás, para sacrificarlo en favor del hermano, para compartirlo con los que no lo han experimentado a causa de las " pestes " que afligen a la humanidad.
Ustedes, fieles y devotos de la "Santuzza", como filialmente se dirigen a ella, son los herederos espirituales que deben traducir su testimonio de fe y caridad hacia el prójimo en un estilo de vida evangélico. Como ella, ustedes le dan un bello rostro a su territorio, rico en cultura, historia y fe profunda, donde grandes mujeres y hombres han encontrado la fuerza para gastarse por el Evangelio y la justicia social. En la escuela de Santa Rosalía, renunciando a lo superfluo, no hesiten en ofrecerse generosamente a los demás. Tengan fortaleza de espíritu para afrontar los retos que todavía obstaculizan el renacimiento de esta ciudad, cuyo camino está lastrado por tantos problemas, algunos de ellos muy dolorosos. Miren con valentía a Aquel que es Misericordia, a cuyos ojos los sufrimientos de su pueblo no son invisibles, pues "hasta sus cabellos están todos contados" (Mt 10,30); Él conoce nuestras penas y está dispuesto a derramar el bálsamo de la consolación que sana y da renovados impulsos.
Con Rosalía, mujer de esperanza, los exhorto pues: ¡Iglesia de Palermo levántate! Sé un faro de nueva esperanza, sé una Comunidad viva que, regenerada por la sangre de los Mártires, dé testimonio verdadero y luminoso de Cristo nuestro Salvador. Pueblo de Dios en esta bendita franja de tierra, no pierdas la esperanza y no cedas al desaliento. Vuelve a descubrir la alegría del asombro ante la caricia de un Padre que te llama hacia sí y te conduce por los caminos de la vida para saborear los frutos de la concordia y de la paz.
Deseo que este Año Jubilar Rosaliano, que está llegando a su conclusión, haya favorecido sobre todo un renacimiento espiritual como parte del camino emprendido por su Comunidad eclesial; por tanto, los invito a escuchar dócilmente al Espíritu Santo para que puedan realizar una estación pastoral abundante, dispuesta a difundir la fragancia de la acogida y de la misericordia.
Encomienden a su Santa Patrona los deseos y aspiraciones que llevan en el corazón; pídanle, mujer del silencio orante, que disipe los temores y venza las resignaciones que sofocan las raíces del bien, para que sean audaces discípulos del Maestro y constructores de esperanza.
Con estos sentimientos, mientras invoco la intercesión de los santos y santas que coronan la Iglesia siciliana, los encomiendo a la protección de la Virgen María, y con gusto les imparto mi bendición, confiando en su oración por mí.
Fraternalmente,
Roma, desde San Juan de Letrán, 29 de junio de 2024
Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, apóstoles
FRANCISCO