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Audiencia al Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia con ocasión del juramento de las reclutas, 06.05.2024

Esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia al Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia, con ocasión del juramento de los nuevos Guardias, acompañados por sus familiares.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes durante el encuentro:

Discurso del Santo Padre

Queridos miembros y familiares de la Guardia Suiza,

distinguidas Autoridades,

queridos hermanos y hermanas, queridos hijos, ¡buenos días y bienvenidos a todos! 

Saludo al Comandante, a los Oficiales y a todos los miembros de la Guardia Suiza Pontificia, junto con los familiares que han venido a la celebración. Saludo con gratitud a las autoridades civiles y militares.

Este día es siempre para mí una ocasión esperada y bienvenida para expresar públicamente mi «gracias» por la presencia y el servicio de la Guardia Suiza. En primer lugar, por la presencia: una presencia que destaca por su calidad, por su estilo amable, atento, incluso escrupuloso. Y luego, por supuesto, por el servicio diario, siempre generoso y diligente.

Mi gratitud implica también afectuosamente a las familias de estos jóvenes, porque si están aquí, y si están bien educados, se debe ante todo al ambiente en el que han crecido.

Expreso calurosamente mi reconocimiento al Comandante, Sr. Christoph Graf, y a su personal, entre los cuales doy las gracias especialmente al Capellán, ¡un excelente benedictino!

Queridos Guardias, estoy contento porque sus Superiores me han comunicado varios aspectos positivos, que me gusta compartir en este momento.

Existe entre ustedes un muy buen espíritu de Cuerpo, un ambiente positivo y respetuoso en el cuartel, un comportamiento cortés hacia sus superiores e invitados, a pesar de los períodos a veces largos de servicio intenso y fatigoso, debido a que ustedes están una poco debajo de la cantidad de efectivos. Demuestran un alto nivel de motivación y voluntad de servicio, y también -esto me complace enormemente- buenas relaciones entre ustedes: hacen excursiones juntos, pasan las vacaciones juntos, salen juntos a menudo. Y eso está muy bien.

En efecto, la relación es la experiencia clave para nosotros los cristianos: Jesús nos reveló y testimonió que Dios es amor, es en sí mismo relación, y en este misterio encontramos la meta y la plenitud de nuestra existencia. Las buenas relaciones son el camino de nuestro crecimiento y maduración humana y cristiana. Gran parte de lo que caracteriza nuestra personalidad lo hemos aprendido a través de las relaciones con los padres, hermanos y hermanas, compañeros de escuela, profesores, amigos, compañeros de trabajo, etc.

Por eso, la vida en la gran familia de la Guardia Suiza, durante al menos dos años de servicio, es un periodo tan importante y formativo para ustedes. No se trata sólo de un periodo de trabajo, sino de un tiempo de vida y relación, de intensa camaradería en una compañía diversa. Esta diversidad e intensidad de comunidad y de relaciones entre ustedes en el entorno diario del cuartel es para ustedes un aspecto esencial y calificador.

En esta perspectiva, los nuevos cuarteles, actualmente en proyecto, deberían contribuir de forma importante a la reunificación de los Guardias y sus familias, que actualmente se ven obligados a vivir algo dispersos por falta de espacio, y, por tanto, también al apoyo y fortalecimiento de este vínculo y sentido de familia dentro del Cuerpo.

Siguiendo con la dimensión relacional, los animo a cultivar activamente la vida en comunidad. Hoy en día, el hábito de pasar el tiempo libre a solas con el computador o el teléfono móvil está muy extendido entre los jóvenes. Por eso, también les digo a ustedes, jóvenes guardias: ¡vayan a contracorriente! Por favor, ¡a contracorriente! Es mejor utilizar su tiempo libre para actividades comunes, para conocer Roma, para momentos de fraternidad en los que contar y compartir, para hacer deporte... Estas experiencias te construyen por dentro y te acompañarán toda la vida.

Queridos amigos, les deseo una feliz fiesta y les encomiendo a la protección de la Virgen María y de sus santos patronos. Sé que rezan por mí, lo sé: se lo agradezco mucho y les pido que, por favor, sigan haciéndolo. Gracias a todos.