Esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia la delegación de las "Centinelas de la Sagrada Familia".
Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los participantes durante el encuentro:
Discurso del Santo Padre
Queridas Señoras, queridas "Centinelas", ¡buenos días!
Con alegría les doy la bienvenida, Sentinelles de la Sainte Famille, y saludo a Su Alteza Real la Princesa Sybil de Luxemburgo.
La suya es una red de oración mariana - rezar con la Virgen es hermoso - fundada hace diez años, que tiene por vocación presentar a la Santa Madre las intenciones de la Iglesia y del mundo. Aprecio la sencillez y la humildad de su movimiento, que surgió espontáneamente en la oración común de los primeros entre ustedes. El compromiso que se exige a quien quiere ser "centinela" es sencillo, incluso podría parecer risible: rezar cada día una decena del Rosario. Muy sencillo. Es poco a los ojos de los hombres, pero es mucho a los ojos de Dios, si se hace fielmente a lo largo del tiempo, con fe y en espíritu de comunión entre ustedes. Dios ama lo pequeño y lo hace fructificar.
El hecho de que su movimiento esté compuesto sólo por mujeres pone de relieve su vocación específica e insustituible en la Iglesia, a imagen de la Virgen María. Ustedes no sólo rezan a la Virgen pidiéndole que interceda, sino que están todavía más dispuestas a conformarse a ella, a su maternidad, a unirse a su oración de intercesión como madre para todos los hijos de la Iglesia y para el mundo. Así, cualquiera que sea su estado de vida, con María todas ustedes son madres. Su oración y su compromiso de "centinelas" están orientados según el modelo de María, con ciertas características.
Pienso ante todo, en la mirada que dirigen a los demás y a las realidades del mundo. Que sea siempre de la Virgen María, mirada de madre, paciente, comprensiva, compasiva. Y les invito a impregnar toda su vida y todas sus relaciones con esta mirada, no sólo cuando se encuentran entre ustedes como "centinelas" y en los momentos de oración, sino en su vida cotidiana, en la familia, en la parroquia, en sus ambientes de trabajo.
Además, hemos oído recientemente en la liturgia que María "guardaba y meditaba los acontecimientos en su corazón". Ciertamente, ustedes llevan en sus oraciones acontecimientos que pueden ser dolorosos, personalmente o que les han sido confiados por otros. Traes también las intenciones del mundo desgarrado por tantos conflictos, tanta violencia y tanta indiferencia; y también las de tantas personas que sufren, abandonadas, rechazadas o en grandes dificultades.
Todo esto podría provocar incomprensión, desánimo. Pero María, viendo al niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja. Permanece en silencio; conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (cf. Homilía, 1 de enero de 2022). "Esto es lo que hacen las madres: saben superar los obstáculos y los conflictos, saben infundir la paz. Así logran transformar las adversidades en oportunidades para renacer y en oportunidades para crecer" (ibid.). Mi deseo es que puedan ayudar a las personas a descubrir el sentido de lo que viven, y a mantener siempre la esperanza y la confianza en el futuro.
Por último, la ternura. Nuestro mundo, así como nuestros hermanos y hermanas, necesitan más que nunca ternura: ¡una palabra que algunos querrían quizás eliminar del diccionario! (cf. Homilía, 1 de enero de 2019). Qué duro es a veces el mundo de hoy, implacable, sordo e indiferente ante el sufrimiento y las necesidades del prójimo. María fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y el mundo. Ciertamente, ésta es también la vocación de un "centinela": encarnar de algún modo la ternura de María por la Iglesia y el mundo.
Les agradezco una vez más su visita y su dedicación. Les deseo que perseveren con valentía. Que su crecimiento, numérico y geográfico, no les haga perder la sencillez y la pequeñez de corazón. Les bendigo y les pido que no me olviden en la oración. Gracias.