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Discurso del Santo Padre a la delegación de las "Centinelas de la Sagrada Familia", 11.01.2024

Esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia la delegación de las "Centinelas de la Sagrada Familia".

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los participantes durante el encuentro:

Discurso del Santo Padre

Queridas Señoras, queridas "Centinelas", ¡buenos días!

Con alegría les doy la bienvenida, Sentinelles de la Sainte Famille, y saludo a Su Alteza Real la Princesa Sybil de Luxemburgo.  

La suya es una red de oración mariana - rezar con la Virgen es hermoso - fundada hace diez años, que tiene por vocación presentar a la Santa Madre las intenciones de la Iglesia y del mundo. Aprecio la sencillez y la humildad de su movimiento, que surgió espontáneamente en la oración común de los primeros entre ustedes. El compromiso que se exige a quien quiere ser "centinela" es sencillo, incluso podría parecer risible: rezar cada día una decena del Rosario. Muy sencillo. Es poco a los ojos de los hombres, pero es mucho a los ojos de Dios, si se hace fielmente a lo largo del tiempo, con fe y en espíritu de comunión entre ustedes. Dios ama lo pequeño y lo hace fructificar.

El hecho de que su movimiento esté compuesto sólo por mujeres pone de relieve su vocación específica e insustituible en la Iglesia, a imagen de la Virgen María. Ustedes no sólo rezan a la Virgen pidiéndole que interceda, sino que están todavía más dispuestas a conformarse a ella, a su maternidad, a unirse a su oración de intercesión como madre para todos los hijos de la Iglesia y para el mundo. Así, cualquiera que sea su estado de vida, con María todas ustedes son madres. Su oración y su compromiso de "centinelas" están orientados según el modelo de María, con ciertas características.

Pienso ante todo, en la mirada que dirigen a los demás y a las realidades del mundo. Que sea siempre de la Virgen María, mirada de madre, paciente, comprensiva, compasiva. Y les invito a impregnar toda su vida y todas sus relaciones con esta mirada, no sólo cuando se encuentran entre ustedes como "centinelas" y en los momentos de oración, sino en su vida cotidiana, en la familia, en la parroquia, en sus ambientes de trabajo.

Además, hemos oído recientemente en la liturgia que María "guardaba y meditaba los acontecimientos en su corazón". Ciertamente, ustedes llevan en sus oraciones acontecimientos que pueden ser dolorosos, personalmente o que les han sido confiados por otros. Traes también las intenciones del mundo desgarrado por tantos conflictos, tanta violencia y tanta indiferencia; y también las de tantas personas que sufren, abandonadas, rechazadas o en grandes dificultades.

Todo esto podría provocar incomprensión, desánimo. Pero María, viendo al niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja. Permanece en silencio; conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (cf. Homilía, 1 de enero de 2022). "Esto es lo que hacen las madres: saben superar los obstáculos y los conflictos, saben infundir la paz. Así logran transformar las adversidades en oportunidades para renacer y en oportunidades para crecer" (ibid.). Mi deseo es que puedan ayudar a las personas a descubrir el sentido de lo que viven, y a mantener siempre la esperanza y la confianza en el futuro.

Por último, la ternura. Nuestro mundo, así como nuestros hermanos y hermanas, necesitan más que nunca ternura: ¡una palabra que algunos querrían quizás eliminar del diccionario! (cf. Homilía, 1 de enero de 2019). Qué duro es a veces el mundo de hoy, implacable, sordo e indiferente ante el sufrimiento y las necesidades del prójimo. María fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y el mundo. Ciertamente, ésta es también la vocación de un "centinela": encarnar de algún modo la ternura de María por la Iglesia y el mundo.

Les agradezco una vez más su visita y su dedicación. Les deseo que perseveren con valentía. Que su crecimiento, numérico y geográfico, no les haga perder la sencillez y la pequeñez de corazón. Les bendigo y les pido que no me olviden en la oración. Gracias.