Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Agradezco
al cardenal Bassetti y al presidente de Cáritas Italiana, monseñor
Redaelli, las palabras que me han dirigido en nombre de todos.
Gracias. Habéis venido de toda Italia, en representación de las 218
Cáritas diocesanas y de Cáritas Italiana, y me alegra compartir con
vosotros este Jubileo, ¡vuestro cincuentenario de vida! Sois parte
viva de la Iglesia, sois "nuestra Caritas", como le gustaba
decir a San Pablo VI, el Papa que la quiso y fundamentó. Él animó
a la Conferencia Episcopal Italiana a crear un organismo pastoral
para promover el testimonio de la caridad en el espíritu del
Concilio Vaticano II, para que la comunidad cristiana fuera un sujeto
de la caridad. Yo confirmo vuestra tarea: en los tiempos
cambiantes de hoy hay muchos retos y dificultades, son siempre más
los rostros de los pobres y las situaciones complejas en el
territorio. Pero -decía San Pablo VI- "nuestras organizaciones
de Cáritas trabajan más allá de sus fuerzas" (Ángelus, 18
de enero de 1976)¡Y es verdad!
El
aniversario de los 50 años es una etapa de agradecimiento al Señor
por el camino recorrido y para renovar, con su ayuda, el impulso y
los compromisos. A este respecto, me gustaría indicar tres vías,
tres caminos por los que continuar el recorrido.
El
primero es el camino de los últimos. De ellos partimos, de
los más frágiles e indefensos. De ellos. Si no se empieza por
ellos, no se entiende nada. Y me permito una confidencia. El otro día
escuché, sobre esto, palabras de experiencia, de boca de don Franco,
aquí presente. No quiere que digamos "eminencia",
"cardenal Montenegro": don Franco. Y me explicó esto, el
camino de los últimos, porque él lo vivió toda su vida. En su
persona doy las gracias a muchos hombres y mujeres que hacen caridad
porque lo han vivido así, han entendido el camino de los últimos.
La caridad es la misericordia que va en busca de los más débiles,
que avanza hasta las fronteras más difíciles para liberar a las
personas de la esclavitud que las oprime y hacerlas protagonistas de
su propia vida. En estas cinco décadas, han sido muchas las opciones
significativas que han ayudado a Cáritas y a las Iglesias locales a
practicar esta misericordia: desde la objeción de conciencia hasta
el apoyo al voluntariado; desde el compromiso con la cooperación con
el Sur del planeta hasta las intervenciones en emergencias en Italia
y en todo el mundo; desde un enfoque global del complejo fenómeno de
la migración, con propuestas innovadoras como los pasillos
humanitarios, hasta la activación de instrumentos capaces de acercar
la realidad, como los Centros de Escucha, los Observatorios de la
pobreza y los recursos. Es hermoso ensanchar los senderos de la
caridad, manteniendo siempre la mirada fija en los últimos de todos
los tiempos. Ampliar la mirada, sí, pero partiendo de los ojos del
pobre que tengo delante. Ahí es donde se aprende. Si no somos
capaces de mirar a los ojos a los pobres, de mirarlos a los ojos, de
tocarlos con un abrazo, con la mano, no haremos nada. Es con sus ojos
con los que debemos mirar la realidad, porque mirando a los ojos de
los pobres vemos la realidad de una forma diferente de la que procede
de nuestra mentalidad. La historia no se mira desde la perspectiva de
los vencedores, que la hacen parecer bella y perfecta, sino desde la
perspectiva de los pobres, porque es la perspectiva de Jesús. Son
los pobres los que ponen el dedo en la llaga de nuestras
contradicciones e inquietan nuestra conciencia de forma saludable,
invitándonos a cambiar. Y cuando nuestro corazón, nuestra
conciencia, mirando al pobre, a los pobres, no se
inquieta...deteneos... tendríamos que detenernos: algo no funciona.
Un
segundo camino irrenunciable: el camino del Evangelio. Me
refiero al estilo que hay que tener, que es sólo uno, el del
Evangelio. Es el estilo del amor humilde, concreto pero no vistoso,
que se propone pero no se impone. Es el estilo del amor gratuito, que
no busca recompensas. Es el estilo de la disponibilidad y del
servicio, a imitación de Jesús que se hizo nuestro siervo. Es el
estilo descrito por San Pablo, cuando dice que la caridad "todo
lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Cor
13,7). Me impresiona la palabra todo. Todo. Nos la dice a
nosotros, a los que nos gusta hacer distingos. Todo.La caridad es
inclusiva; no se ocupa sólo del aspecto material ni tampoco sólo
del espiritual. La salvación de Jesús abarca a todo el hombre.
Necesitamos una caridad dedicada al desarrollo integral de la
persona: una caridad espiritual, material e intelectual. Es el estilo
integral que habéis experimentado en las grandes calamidades,
también a través de los hermanamientos, una hermosa experiencia de
alianza total en la caridad entre las Iglesias de Italia, de Europa y
del mundo. Pero esto -como bien sabéis- no debe surgir sólo con
ocasión de las calamidades: necesitamos que Cáritas y las
comunidades cristianas estén siempre atentas para servir a todo el
hombre, porque "el hombre es el camino de la Iglesia",
según la concisa expresión de san Juan Pablo II (cf. Carta
encíclica Redemptor hominis, 14).
El
camino del Evangelio nos muestra que Jesús está presente en cada
pobre. Es bueno que lo recordemos para liberarnos de la tentación,
siempre recurrente, de la autorreferencia eclesiástica y ser una
Iglesia de ternura y cercanía, donde los pobres son bienaventurados,
donde la misión está en el centro, donde la alegría nace del
servicio. Recordemos que el estilo de Dios es el estilo de la
cercanía, de la compasión y de la ternura. Este es el estilo de
Dios. Hay dos mapas evangélicos que nos ayudan a no perdernos
en el camino: las Bienaventuranzas (Mt 5,3-12) y Mateo 25 (vv.
31-46). En las Bienaventuranzas la condición de los pobres se
reviste de esperanza y su consuelo se hace realidad, mientras que las
palabras del Juicio Final - el protocolo con el que seremos
juzgados- nos hacen encontrar a Jesús presente en los pobres de
todos los tiempos. Y de las contundentes expresiones de juicio del
Señor se desprende también la invitación a la parresía de la
denuncia que nunca es una polémica contra alguien, sino una
profecía para todos: es proclamar la dignidad humana cuando es
pisoteada, es hacer que se escuche el grito sofocado de los pobres,
es dar voz a los que no la tienen.
Y
el tercer camino es el camino de la creatividad. La rica
experiencia de estos cincuenta años no es un bagaje de cosas que hay
que repetir; es la base sobre la que hay que construir para declinar
de manera constante lo que san Juan Pablo II llamaba la imaginación
de la caridad (cf. Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte,
50). No os dejéis desanimar por el creciente número de nuevos
pobres y nuevas pobrezas. ¡Hay tantas y aumentan!Seguid cultivando
sueños de fraternidad y sed signos de esperanza. Contra el virus del
pesimismo, inmunizaros compartiendo la alegría de ser una gran
familia. En este ambiente fraterno el Espíritu Santo, que es creador
y creativo y poeta sugerirá nuevas ideas, adecuadas a los tiempos
que vivimos.
Y
ahora, después de este sermón de Cuaresma, quiero decir gracias,
gracias: ¡gracias a vosotros, a los trabajadores, a los sacerdotes y
a los voluntarios! Gracias también porque con motivo de la pandemia
la red Cáritas ha intensificado su presencia y ha aliviado la
soledad, el sufrimiento y las necesidades de muchos. Hay decenas de
miles de voluntarios, entre los que se encuentran muchos jóvenes,
incluidos los que se dedican al servicio civil, que han ofrecido
durante este tiempo escucha y respuestas concretas a los que
necesitaban ayuda. Es precisamente a los jóvenes a quienes me
gustaría que se prestara atención. Son las víctimas más frágiles
de esta época de cambios, pero también son los artífices
potenciales de un cambio de época. Son los protagonistas del
porvenir. No son el porvenir, son el presente, pero son los
protagonistas del porvenir. Nunca se pierde el tiempo que se les
dedica para tejer juntos, con amistad, entusiasmo y paciencia,
relaciones que superen las culturas de la indiferencia y las
apariencias. Para vivir no bastan los "likes": se
necesita fraternidad, se necesita alegría verdadera. Cáritas puede
ser una gimnasio de vida para ayudar a muchos jóvenes a descubrir el
sentido del don, para que prueben el buen sabor de redescubrirse a sí
mismos dedicando su tiempo a los demás. Haciendo así, la propia
Cáritas seguirá siendo joven y creativa, mantendrá una mirada
sencilla y directa, que se dirige sin miedo hacia lo Alto y hacia el
otro, como hacen los niños. No olvidéis el modelo de los niños:
hacia lo Alto y hacia el otro
Queridos
amigos, recordad por favor, estos tres caminos y seguidlos con
alegría: empezar por los últimos, mantener el estilo del Evangelio,
desarrollar la creatividad. Os saludo con una frase del apóstol
Pablo, al que celebraremos dentro de unos días: "El amor de
Cristo nos apremia" (2 Cor 5,14). El amor de Cristo nos
apremia.Deseo que os dejéis apremiar por esta caridad: sentiros cada
día elegidos para el amor, experimentad la caricia misericordiosa
del Señor que se posa sobre vosotros y llevadla a los demás. Os
acompaño con la oración y os bendigo; y os pido que por favor que
recéis por mí. Gracias.