El Santo Padre Francisco ha enviado un vídeoeomensaje con motivo del "Día de los mártires contemporáneos", organizado por la diócesis copta ortodoxa de Londres para conmemorar a los 21 mártires coptos ortodoxos asesinados el 15 de febrero de 2015.
La iniciativa reúne en un seminario web a Su Santidad el Papa Tawadros II, patriarca de la Iglesia Ortodoxa Copta, a Su Gracia Justin Welby, arzobispo de Canterbury, a Su Eminencia el Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y a representantes de otras Iglesias.
El Día de los mártires contemporáneos es un evento de conmemoración y de acción de gracias por las vidas de aquellos que han practicado su fe cristiana hasta el derramamiento de sangre y de concienciación sobre la tragedia de aquellos que todavía hoy son perseguidos por su fe.
Publicamos a continuación el texto del vídeo-mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado para la ocasión:
Videomensaje del Santo Padre
Es el día de hoy que llevo en mi corazón, aquel febrero de 2015. Llevo en mi corazón aquel bautismo de sangre, estos veintiún hombres bautizados cristianos con el agua y el Espíritu, y aquel día bautizados también con la sangre. Son nuestros santos, los santos de todos los cristianos, los santos de todas las denominaciones y tradiciones cristianas. Son los que han blanqueado sus vidas en la sangre del Cordero, son aquellos... del pueblo de Dios, el pueblo fiel de Dios.
Fueron a trabajar al extranjero para mantener a sus familias: hombres corrientes, padres de familia, hombres con la ilusión [el deseo] de tener hijos; hombres con la dignidad de trabajadores, que no sólo buscan tener pan en casa, sino llevarlo a casa con la dignidad del trabajo. Y esos hombres dieron testimonio de Jesucristo. Degollados por la brutalidad del Isis, murieron diciendo: "¡Señor Jesús!", confesando el nombre de Jesús.
Es verdad que se trata de una tragedia, que estas personas dejaron su vida en la playa; pero también es cierto que la playa fue bendecida por su sangre. Pero es aún más cierto que de su sencillez, de su fe sencilla pero coherente recibieron el mayor regalo que un cristiano puede recibir: el testimonio de Jesucristo hasta dar la vida.
Doy gracias a Dios, nuestro Padre, por habernos dado a estos valerosos hermanos. Doy gracias al Espíritu Santo por haberles dado la fuerza y la coherencia para llegar a la confesión de Jesucristo hasta la sangre. Doy gracias a los obispos, a los sacerdotes de la Iglesia hermana copta que les criaron, les enseñaron a crecer en la fe. Y doy gracias a las madres de esta gente, de estos veintiún hombres que los "amamantaron" en la fe: son las madres del pueblo santo de Dios que transmiten la fe "en dialecto", un dialecto que va más allá de las lenguas, el dialecto de la pertenencia.
Me uno a todos vosotros, hermanos obispos, que estáis en esta conmemoración. A ti, gran y amado Tawadros, hermano y amigo obispo. A ti, Justin Welby, que también quisiste venir a este encuentro. Y a todos los demás obispos y sacerdotes, pero sobre todo me uno al santo pueblo fiel de Dios que con su sencillez, con su coherencia e incoherencias, con sus gracias y pecados, lleva adelante la confesión de Jesucristo: Jesucristo es el Señor.
Os doy las gracias, veintiún santos, santos cristianos de todas las confesiones, por vuestro testimonio. Y te doy las gracias, Señor Jesucristo, por estar tan cerca de tu pueblo, por no olvidarlo.
Recemos juntos hoy en esta memoria de estos veintiún mártires coptos: que intercedan por todos nosotros ante el Padre. Amén.