Publicamos a continuación el mensaje enviado por el Santo Padre Francisco a las participantes en el webinar organizado por la Consulta de Mujeres del Pontificio Consejo de la Cultura, que tuvo lugar ayer sobre el tema "Las mujeres leen a Francisco".
Mensaje del Santo Padre
Queridas amigas,
Me alegra dirigiros un cordial saludo a vosotras, que formáis la Consulta Femenina del Pontificio Consejo de la Cultura, con ocasión del seminario "Las mujeres leen al Papa Francisco: lectura, reflexión y música", compuesto por una serie de encuentros que comienza, esta vez, con el tema "Evangelii Gaudium".
La conferencia de hoy también pone de relieve la hermosa novedad que representáis dentro de la Curia Romana; por primera vez, un Dicasterio involucra a un grupo de mujeres convirtiéndolas en protagonistas de los proyectos y líneas culturales que desarrolla y no sólo para ocuparse de temas femeninos. Vuestra Consulta está compuesta por mujeres comprometidas en diferentes sectores de la vida social y portadoras de visiones culturales y religiosas del mundo que, aunque diferentes, convergen hacia el objetivo de trabajar juntas con respeto mutuo.
Para vuestro itinerario de lectura habéis elegido tres de mis escritos: la exhortación Evangelii gaudium y, sucesivamente, la encíclica Laudato si' y el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común; escritos dedicados, respectivamente, a los temas de la evangelización, la creación y la fraternidad. Se trata de opciones significativas en las que se refleja el espíritu de la Consulta, una rica diversidad que sabe trabajar buscando en el diálogo puntos de acuerdo y compenetración.
También cabe destacar que la conferencia se celebra a la enseña de una gran mujer, proclamada Doctora de la Iglesia en 2012: santa Hildegarda de Bingen. Como san Francisco de Asís, también compuso un himno armonioso en el que canta y alaba al Señor de la creación y en la creación. Hildegarda unifica el conocimiento científico y la espiritualidad; y desde hace mil años, como verdadera maestra, lee, comenta, crea y enseña a mujeres y hombres. Rompió los patrones de su tiempo, que impedían a las mujeres estudiar y entrar en la biblioteca y, como abadesa, también lo solicitó para sus hermanas. Aprendió a cantar y componer música, que para ella era una ola capaz de elevarla hasta Dios. La música para ella no era sólo arte o ciencia, era también liturgia.
Ahora vosotras, con este encuentro, queréis crear un diálogo entre intelecto y espiritualidad, entre unidad y diversidad, entre música y liturgia, con un objetivo fundamental, o sea la amistad y la confianza universales. Y lo hacéis con voz femenina que quiere ayudar a sanar, en un mundo enfermo. Vuestro itinerario de lectura podrá ofrecer una visión peculiar sobre el tema de la confrontación social y cultural como contribución a la paz, porque las mujeres tienen el don de aportar una sabiduría que sabe restañar las heridas, perdonar, reinventar y renovar.
En la historia de la salvación es una mujer la que acoge el Verbo; y también son las mujeres las que en la noche oscura custodian la llama de la fe, las que esperan y proclaman la Resurrección. La realización alegre y profunda de la mujer se centra en estos dos actos: acogida y anuncio. Las mujeres son protagonistas de una Iglesia en salida, a través de la escucha y la atención que prestan a las necesidades de los demás, y con una marcada capacidad de sostener dinámicas de justicia en un clima de "calor doméstico", en los diferentes ambientes sociales en los que obran. Escucha, meditación, acción amorosa: estos son los elementos constitutivos de una alegría que se renueva y se comunica a los demás, a través de la mirada femenina, en el cuidado de la creación, en la gestación de un mundo más justo, en la creación de un diálogo que respete y valore las diferencias.
Os deseo que seáis portadores de paz y renovación. Que seáis una presencia que, con humildad y coraje, comprende y acoge la novedad y genera la esperanza de un mundo fundado en la fraternidad. Os acompaño en mi recuerdo orante a Dios, y os pido, por favor, que hagáis lo mismo por mí. ¡Gracias!
Roma, San Juan de Letrán, 1 de octubre de 2020, memorial de santa Teresa del Niño Jesús.
FRANCISCO