Hoy, primer domingo de Cuaresma, el Papa Francisco se ha asomado a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.
Estas han sido las palabras del Santo Padre durante la oración mariana:
Antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este primer domingo de Cuaresma, el Evangelio (cf. Mateo 4, 1-11) relata que Jesús, después de su bautismo en el río Jordán, «fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (v. 1). Se prepara para comenzar su misión como anunciador del Reino de los Cielos y, como Moisés y Elías (cf. Éxodo 24, 18; I Reyes 19, 8) en el Antiguo Testamento, lo hace con un ayuno de cuarenta días. Entra en “Cuaresma”.
Al final de este período de ayuno, el tentador, el diablo, irrumpe e intenta poner a Jesús en dificultades tres veces. La primera tentación se inspira en el hecho de que Jesús tiene hambre; el diablo le sugiere: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes» (v. 3). Un desafío. Pero la respuesta de Jesús es clara: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (4, 4). Hace referencia a Moisés, cuando recuerda al pueblo el largo viaje realizado en el desierto, en el que aprendió que su vida depende de la Palabra de Dios (cf. Deuteronomio 8, 3).
Entonces el diablo lo intenta por segunda vez, (vv. 5-6) se hace aún más astuto, citando las Sagradas Escrituras él mismo. La estrategia es clara: si tienes tanta confianza en el poder de Dios, entonces experiméntalo, ya que la propia Escritura afirma que serás socorrido por los ángeles (v. 6). Pero, incluso en este caso, Jesús no se deja confundir, porque quien cree sabe que Dios no lo pone a prueba, sino que se confía a su bondad. Por lo tanto, a las palabras de la Biblia, interpretadas instrumentalmente por Satanás, Jesús responde con otra cita: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios» (v. 7).
Finalmente, el tercer intento (vv. 8-9) revela el verdadero pensamiento del diablo: como la venida del Reino de los Cielos marca el comienzo de su derrota, el maligno quiere desviar a Jesús de su misión, ofreciéndole una perspectiva de mesianismo político. Pero Jesús rechaza la idolatría del poder y la gloria humana y, al final, expulsa al tentador diciéndole «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto» (v. 10). Y en este punto, los ángeles se acercaron a Jesús, fiel a la entrega del Padre, para servirle (cf. v. 11).
Esto nos enseña una cosa: Jesús no dialoga con el diablo. Jesús responde al diablo con la Palabra de Dios, no con su palabra. En la tentación muchas veces empezamos a dialogar con la tentación, a dialogar con el diablo: “Sí, pero puedo hacer esto..., luego me confieso, luego esto, luego lo otro...”. Nunca se habla con el diablo. Jesús hace dos cosas con el diablo: lo expulsa o, como en este caso, responde con la Palabra de Dios. Tened cuidado: nunca dialoguéis con la tentación, nunca dialoguéis con el diablo.
Aún hoy Satanás irrumpe en la vida de las personas para tentarlas con sus propuestas tentadoras; mezcla las suyas con las muchas voces que tratan de domar la conciencia. Desde muchos lugares llegan mensajes que invitan a la gente a “dejarse tentar” para experimentar la embriaguez de la transgresión. La experiencia de Jesús nos enseña que la tentación es el intento de tomar caminos alternativos a los de Dios: “Pero haz esto, no hay ningún problema, ¡luego Dios te perdona! Pero tómate un día de alegría...” – “¡Pero es un pecado!” – “No, no es nada”. Caminos alternativos, caminos que nos dan la sensación de autosuficiencia, de disfrutar de la vida como un fin en sí misma. Pero todo esto es ilusorio: pronto nos damos cuenta de que cuanto más nos alejamos de Dios, más impotentes y desamparados nos sentimos ante los grandes problemas de la existencia.
Que la Virgen María, la Madre de Aquél que quebró la cabeza a la serpiente, nos ayude en este tiempo de Cuaresma a estar vigilantes ante las tentaciones, a no someternos a ningún ídolo de este mundo, a seguir a Jesús en la lucha contra el mal; y también nosotros triunfaremos vencedores como Jesús.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos de Italia y de varios países.
En particular, saludo a los jóvenes de Formentera, a los fieles de Ostuni y a los de la parroquia San Pio da Pietrelcina en Roma.
Os deseo a todos que el camino cuaresmal, que acaba de empezar, sea rico en los frutos del Espíritu y rico en buenas obras.
Me entristecen un poco las noticias que llegan de tantas personas desplazadas, tantos hombres, mujeres y niños expulsados por la guerra, tantos migrantes que buscan refugio en el mundo y ayuda. En estos días, ha adquirido mucha fuerza. Recemos por ellos.
También os pido un recuerdo en vuestra oración para los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana, que comenzarán esta tarde en Ariccia. Desafortunadamente, el resfriado no me permite participar este año: seguiré las meditaciones desde aquí. Me uno espiritualmente a la Curia y a todas las personas que están viviendo momentos de oración, haciendo los ejercicios espirituales en casa.
¡Buen domingo y buen almuerzo!