El XV Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, presidido por el Papa Francisco, reunido en Roma los días 6 y 7 de febrero de 2020, ha reflexionado, entre otras cosas, sobre las consecuencias del fenómeno migratorio en curso en diferentes regiones del planeta.
Debido a las guerras, las desigualdades económicas, la búsqueda de trabajo y de tierras más fértiles, la persecución religiosa, el terrorismo, la crisis ecológica, etc., muchas personas se ven obligadas a desplazarse de un país a otro. Los efectos suelen ser devastadores. Las personas están desorientadas, las familias destruidas, los jóvenes traumatizados y los que se quedan en casa, inducidos a la desesperación. A veces estas personas sufren en los campos de refugiados y algunos incluso terminan en la cárcel. Las mujeres y los jóvenes se ven obligados a ejercer la prostitución; son objeto de abusos físicos, sociales y sexuales. Los niños son separados de sus padres y privados del derecho a crecer en la seguridad de una familia unida.
Frente a esto, el Consejo del Sínodo quiere recordar que la Iglesia, mientras deplora las razones que causan un movimiento tan masivo de personas, está llamada a ofrecer consuelo, auxilio y acogida a todos aquellos que sufren de una manera u otra. La Iglesia se identifica con el pobre, el pequeño y el extranjero, considerando parte de su misión profética el compromiso de levantar su voz contra la injusticia, la explotación y el sufrimiento.
Al mismo tiempo, la Iglesia aprecia a los gobiernos y organizaciones no gubernamentales que muestran interés y están comprometidos en la ayuda a los que se ven obligados a desplazarse. Sostiene a los que tratan de dar curso a políticas que favorezcan la acogida de estas personas en sus comunidades. Espera que los gobiernos locales aborden las situaciones que obligan a las personas a abandonar sus hogares. Pide vigilancia contra el tráfico de personas y compromiso para promover el fin de los conflictos que causan tanto sufrimiento.
Confiamos nuestros hermanos y hermanas que sufren a María, Madre de la humanidad, que fue la primera en experimentar el dolor de tener que dejar su casa y su país junto a su familia en busca de seguridad y de paz.