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Otras noticias, 29.11.2019

Los pontífices y Greccio

El 4 de enero de 2016, el Papa Francisco fue en privado al Santuario de Greccio para recogerse en oración frente al fresco medieval que conmemora la primera representación de la Natividad. El pontífice está acompañado por el obispo de Rieti, Mons. Domenico Pompili. Antes de llegar al Santuario, el Papa Bergoglio tuvo un encuentro breve e informal con un grupo de jóvenes que participaban en una conferencia  de la diócesis dedicada a la Encíclica Laudato si'. “Os deseo que sigáis la estrella -dijo- y que tengáis, como los Reyes Magos, la humildad de descubrir a Jesús en los pequeños, en los humildes, en los pobres, en los que son los descartados de la sociedad”. Después de rezar, escribió en el registro de visitantes: "Doy gracias al Señor por esta gracia y le pido que bendiga a la Iglesia, al obispo de Rieti, a los frailes, a los fieles... y nos ayude a todos a descubrir la estrella y a buscar al Niño". Luego saludó a la comunidad franciscana del Santuario y habló  unos momentos con los religiosos.

En la Misa del Gallo de 2011, Benedicto XVI recordaba  que en 1223 San Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio "con una mula, un buey  y un pesebre lleno de heno", para hacer "visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad", definido por el Pobrecillo de Asís  como "la fiesta de las fiestas". "Para la Iglesia antigua, la fiesta de la fiestas era  la Pascua", sin embargo, "Francisco  ha descubierto  la humanidad de Jesús  con una profundidad completamente nueva". "Hoy la Navidad -continuaba el Pontífice- "se ha convertido en una fiesta de los comercios.  Roguemos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellas al niño en el establo de Belén, para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz”.

Durante la audiencia general del 23 de diciembre de 2009, Benedicto XVI recuerda las palabras del primer biógrafo de San Francisco, Tomás de Celano. Este último, señala, habla  “de la noche del belén de Greccio de una forma viva y conmovedora, dando una contribución decisiva a la difusión de la tradición navideña más hermosa, la del belén ".  Efectivamente, La noche de Greccio devolvió a la cristiandad la intensidad y la belleza de la fiesta de la Navidad y educó al pueblo de Dios a captar su mensaje más auténtico, su calor particular, y a amar y adorar la humanidad de Cristo...

El 2 de enero de 1983, Juan Pablo II realizó una visita pastoral a Rieti y Greccio en la que recordó  a la comunidad eclesial y civil de la diócesis de Rieti, que Greccio era el "locus inventionis", "el país que, por su sencillez, dio al pobre la sugerencia y la inspiración para esta figura singular, tierna y muy humana figuración del nacimiento, en el tiempo y entre los hombres, del mismo Hijo de Dios". Greccio, continuaba, "es casi un segundo Belén", "que lo hace conocer y amar en todo el mundo cristiano". A las familias franciscanas, recordaba que Greccio "dirige también al hombre de hoy, proyectado aventureramente en el espacio, pero también rodeado de un inquietante vacío de valores y certezas, un mensaje de salvación y de paz: el Verbo encarnado, el Niño Divino, quiere  también alcanzar y convertir los corazones de esta generación, invitándolos a experimentar un amor infinito, que ha venido a revestirse de nuestra carne mortal para ser fuente de perdón y de vida nueva".