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Audiencia general , 27.11.2019

La audiencia general de este miércoles ha tenido lugar  en la Plaza de San Pedro donde el Papa ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

El Santo Padre ha dedicado su catequesis al viaje apostólico recién concluido a Tailandia y Japón.La lectura de este miércoles ha sido un pasaje del Evangelio según san Mateo (Mateo, 28. 16-20)

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Papa ha saludado a los grupos de fieles presentes. La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ayer volví de mi viaje apostólico a Tailandia y Japón, un regalo por el que estoy muy agradecido al Señor. Deseo renovar mi gratitud a las autoridades y a los obispos de estos dos países, que me invitaron y recibieron con gran esmero, y sobre todo manifestar mi agradecimiento al pueblo tailandés y al pueblo japonés. Esta visita ha aumentado mi cercanía y afecto por estos pueblos: Dios los bendiga con abundancia de prosperidad y paz.

Tailandia es un antiguo reino que se ha modernizado fuertemente. Durante el encuentro con el rey, el primer ministro y otras autoridades, rendí homenaje a la rica tradición espiritual y cultural del pueblo Thai, el pueblo de la “hermosa sonrisa”. Allí la gente sonríe.Alenté el compromiso de lograr la armonía entre los diferentes componentes de la nación, también para que el desarrollo económico beneficie a todos y se curen las llagas de la explotación, especialmente de las mujeres y los niños. La religión budista es parte integrante de la historia y de la vida de este pueblo; por eso fui a visitar al Patriarca Supremo de los Budistas, continuando el camino de estima mutua iniciado por mis predecesores, para que la compasión y la fraternidad crezcan en el mundo. En este sentido, el encuentro ecuménico e interreligioso que tuvo lugar en la universidad más grande del país fue muy significativo.

El testimonio de la Iglesia en Tailandia pasa también por obras de servicio a los enfermos y a los últimos. Entre ellas, destaca el  hospital Saint Louis que visité animando al personal sanitario y conociendo a algunos pacientes. También dediqué momentos específicos a los sacerdotes y a las personas consagradas, a los obispos y también a los hermanos jesuitas. En Bangkok celebré la misa con todo el pueblo de Dios en el Estadio Nacional y luego con los jóvenes en la catedral. Allí experimentamos que en la nueva familia formada por Jesucristo están también los rostros y las voces del pueblo Thai.

Luego me desplacé a Japón. Cuando llegué a la nunciatura de Tokio, fui recibido por los obispos del país, con los que inmediatamente compartimos el reto de ser pastores de una Iglesia muy pequeña, pero portadora de agua viva, el Evangelio de Jesús.

"Proteger cada vida" fue el lema de mi visita a Japón, un país que lleva las cicatrices del bombardeo atómico y que es para todo el mundo el portavoz del derecho fundamental a la vida y a la paz. En Nagasaki e Hiroshima recé, me encontré con algunos supervivientes y familiares de las víctimas, y reiteré la firme condena de las armas nucleares y la hipocresía de hablar de paz construyendo y vendiendo artefactos bélicos. Después de esa tragedia, el Japón ha demostrado una extraordinaria capacidad para luchar por la vida, y lo ha hecho incluso recientemente, después de la triple catástrofe de 2011: terremoto, tsunami y accidente en una central nuclear.

Para proteger la vida hay que amarla, y hoy la grave amenaza, en los países más desarrollados, es la pérdida del sentido de la vida.

Las primeras víctimas del vacío del sentido de vivir son los jóvenes, por eso les dediqué un encuentro en Tokio. Escuché sus preguntas y sus sueños; los animé a oponerse juntos a todas las formas de bullying, y a superar el miedo y los cierres abriéndose al amor de Dios, rezando y sirviendo a los demás. Conocí a otros jóvenes en la Universidad de Sophia, junto con la comunidad académica. Esta Universidad, como todas las escuelas católicas, es muy apreciada en Japón.

En Tokio tuve la oportunidad de visitar al Emperador Naruhito, a quien renuevo la expresión de mi gratitud; y me encontré con las autoridades del país y con el cuerpo diplomático. Manifesté el deseo de una cultura de encuentro y diálogo, caracterizada por la sabiduría y la amplitud de horizontes. Permaneciendo fiel a sus valores religiosos y morales, y abierto al mensaje evangélico, Japón podrá ser un país líder para un mundo más justo y pacífico y para la armonía entre el hombre y el medio ambiente.

Queridos hermanos y hermanas, confiemos los pueblos de Tailandia y Japón a la bondad y  a la providencia de Dios. Gracias.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y Latinoamérica. A todos los invito a rezar por los dos países que he visitado, Tailandia y Japón, para que sigan progresando en sendas de paz y justicia, y a los católicos les conceda el don de la perseverancia, siguiendo el ejemplo de los santos mártires. Que Dios los bendiga.

Saludos en otros idiomas

El Papa saludó en particular, entre los peregrinos francófonos al grupo de estudio sobre las relaciones con la Santa Sede de la Asamblea Nacional francesa.

“Quisiera enviar un saludo y mi cercanía al querido pueblo albanés, que tanto ha sufrido estos días. Albania fue el primer país de Europa que quise visitar. Estoy cerca de las víctimas, rezo por los muertos, por los heridos, por las familias. Que el Señor bendiga a este pueblo al que tanto amo”- dijo el Papa hablando a los italianos.

A coninuación recordó que el pasado sábado, en Tambaύ (Brasil), fue proclamado beato el sacerdote Donizetti Tavares de Lima, “pastor totalmente dedicado a su pueblo, testigo de la caridad evangélica y valiente defensor de los pobres. Los sacerdotes, las personas consagradas, pero también los fieles laicos pueden hacer suyo el testimonio de fe del beato Donizetti, con la coherencia de las opciones de vida, inspiradas en el Evangelio. ¡Aplaudamos al nuevo beato!”.

Por último, dirigiéndose a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados observó que próximo domingo comenzará el Tiempo Litúrgico de Adviento. “Os deseo a todos –dijo- que la espera del Salvador llene vuestros corazones de esperanza y os encuentre alegres en el servicio a los más necesitados”.