Como suele hacer en los Viernes de la Misericordia, el Papa Francisco se presentó de improviso a las 16.00 horas en el ambulatorio, situado en el brazo izquierdo de la columnata de San Pedro, con ocasión de la celebración del tercer Día Mundial de los Pobres. Fue muy grande el asombro y la emoción entre las muchas personas que se hallaban en el ambulatorio.
En efecto, el ambulatorio recibe estos días decenas y decenas de pobres que proceden de los lugares más impensables de la ciudad, y les ofrece visitas especializadas relacionadas con las enfermedades que padecen muchas personas sin hogar y servicios médicos dignos de los mejores hospitales: desde análisis clínicos hasta dermatología, desde cardiología hasta ginecología, oftalmología, ecografías, pasando por la podología y la reumatología, sin olvidar las enfermedades infecciosas y la diabetes, que a menudo son la causa de casos alarmantes. Un equipo de jóvenes médicos recién graduados o especializados, bajo la dirección de sus respectivos profesores, atiende a los diversos pacientes que, gracias al de boca en boca, llegan a cientos todos los días. Los pacientes, después de haber sido recibidos por la Asociación de mujeres de la Cruz Roja pasan al triage dirigido por la Asociación Nacional de Médicos de Medicina General, donde son diagnosticados y acompañados por varios especialistas, con la ayuda de las enfermeras de la Cruz Roja.
El Papa Francisco fue recibido con un caluroso aplauso de parte de los pobres que llenaban el atrio y los diversos consultorios médicos. Estaban apiñado a su alrededor: todos querían saludarlo y abrazarlo. El Santo Padre habló a todos; una sonrisa para cada uno y una palabra de apoyo.
S.E. Mons. Rino Fisichella acompañó al Santo Padre y presentó a los diversos médicos especialistas. El ambulatorio, en efecto, fue organizado para celebrar el Día Mundial de los Pobres, ahora en su tercera edición y promovido por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
El Papa apreció mucho esta estructura de verdadero servicio de emergencia y tuvo palabras de agradecimiento para todos los médicos y personal paramédico que están llevando a cabo un verdadero servicio de voluntariado pleno, algunos de los cuales, entre otras cosas, han dedicado a ello sus días de vacaciones para compartir esta experiencia única en beneficio de muchos desfavorecidos.
Después de una breve oración, el Papa Francisco saludó de nuevo a los presentes y concluyó su visita.