La audiencia general de este miércoles ha tenido lugar en el Aula Pablo VI donde el Papa ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.
El Santo Padre ha retomado el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, centrándose en el tema . "¡En el nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar! (Hechos 3:6). La invocación del Nombre que libera una presencia viva y activa". (Pasaje bíblico: Hechos 3:3-6).
Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Papa ha saludado a los grupos de fieles presentes.
La audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica.
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En los Hechos de los Apóstoles, la predicación del Evangelio no se confía sólo a las palabras, sino también a acciones concretas que dan testimonio de la verdad del anuncio. Son "prodigios y señales" (Hch 2,43) que se realizan por obra de los Apóstoles, confirmando su palabra y mostrando que actúan en nombre de Cristo. Así sucede que los Apóstoles interceden y Cristo obra, actuando "junto con ellos" y confirmando la Palabra con las señales que la acompañan (Mc 16,20). Tantas señales, tantos milagros que hacían los Apóstoles eran precisamente una manifestación de la divinidad de Jesús.
Hoy nos encontramos ante el primer relato de curación, ante un milagro, que es el primer relato de curación en el Libro de los Hechos. Tiene una clara intención misionera, que apunta a despertar la fe. Pedro y Juan van a orar al Templo, centro de la experiencia de fe de Israel, a la que los primeros cristianos están todavía muy apegados. Los primeros cristianos oraban en el Templo de Jerusalén. Lucas registra la hora: es la hora nona, es decir, las tres de la tarde, cuando el sacrificio se ofrecía en holocausto como signo de la comunión del pueblo con su Dios; y también la hora en que Cristo murió ofreciéndose "de una vez para siempre". (Eb 9,12; 10,10). Y a la puerta del Templo llamado "Bella" -la Puerta Bella- ven a un mendigo, un paralítico de nacimiento. ¿Por qué estaba ese hombre en la puerta? Porque la ley mosaica (cf. Lv 21,18) impedía ofrecer sacrificios a los que tenían impedimentos físicos, consideradas la consecuencia de alguna culpa. Recordemos que ante un hombre ciego de nacimiento, la gente le preguntaba a Jesús: "¿Quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego? (Jn 9,2). De acuerdo con esa mentalidad, siempre hay una culpa en el origen de una malformación. Y luego se les negó incluso la entrada al Templo. El tullido, paradigma de los muchos excluidos y descartados de la sociedad, está ahí para pedir limosna como todos los días. No podía entrar, pero estaba en la puerta. Cuando algo inesperado sucede: Llegan Pedro y Juan y se desencadena un juego de miradas. El tullido les mira para pedir limosna, los apóstoles en cambio lo miran fijamente, invitándolo a mirarlos de una manera diferente, para recibir otro don. El tullido los mira y Pedro le dice: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ¡ponte a andar! (Hechos 3:6). Los apóstoles han establecido una relación, porque así es como Dios ama manifestarse, en la relación, siempre en el diálogo, siempre en las apariciones, siempre con la inspiración del corazón: son las relaciones de Dios con nosotros; a través de un encuentro real entre las personas que sólo puede darse en el amor.
El Templo, además de ser el centro religioso, era también un lugar de intercambio económico y financiero: los profetas y el mismo Jesús arremetieron a menudo contra esta reducción (cf. Lc 19, 45-46) ¡Cuántas veces pienso en esto cuando veo una parroquia donde se piensa que el dinero es más importante que los sacramentos! ¡Por favor! Iglesia pobre: pidámoslo al Señor .Aquel mendigo, encontrando a los Apóstoles, no encuentra dinero, encuentra el Nombre que salva al hombre: Jesucristo el Nazareno. Pedro invoca el nombre de Jesús, ordena al tullido que se ponga de pie en la posición de los vivos: de pie, y toca a este enfermo, es decir, lo toma de la mano y lo levanta, gesto en el que San Juan Crisóstomo ve "una imagen de la resurrección" (Homilías sobre los Hechos de los Apóstoles, 8). Y aquí aparece el retrato de la Iglesia, que ve a quien está en dificultad, no cierra los ojos, sabe mirar a la humanidad cara a cara para crear relaciones significativas, puentes de amistad y solidaridad en lugar de barreras. Aparece el rostro de "una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos". (Evangelii gaudium, 210), que sabe tomar de la mano y acompañar para levantar, no para condenar. Jesús siempre tiende la mano, siempre trata de levantar, de hacer que la gente se cure, de que sea feliz, de que encuentre a Dios. Es el "arte del acompañamiento" que se caracteriza por la delicadeza con la que uno se acerca a la "tierra sagrada del otro", dando al camino "el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión, pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana" (ibid., 169). Y esto es lo que estos dos apóstoles hacen con el tullido: lo miran, dicen "míranos", le tienden la mano, lo levantan y lo curan. Lo mismo hace Jesús con todos nosotros. Pensemos en esto cuando atravesamos por momentos malos, en los momentos de pecado, en los momentos de tristeza. Ahí está Jesús que nos dice: "Mírame: ¡ Yo estoy aquí! Tomemos la mano de Jesús y dejémonos levantar.
Pedro y Juan nos enseñan a no confiar en los medios, que también son útiles, sino en la verdadera riqueza que es la relación con el Resucitado. En efecto, somos -como diría san Pablo- "pobres, aunque enriquecemos a muchos, como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos" (2 Co 6,10). Todo lo nuestro es el Evangelio, que manifiesta el poder del nombre de Jesús que hace prodigios.
Y nosotros- cada uno de nosotros ¿qué tenemos? ¿Cuál es nuestra riqueza, cuál es nuestro tesoro? ¿Qué podemos hacer para enriquecer a los demás? Pidamos al Padre el don de una memoria agradecida al recordar los beneficios de su amor en nuestras vidas, para dar a todos el testimonio de alabanza y gratitud. No olvidemos: la mano siempre tendida para ayudar al otro a levantarse; es la mano de Jesús la que a través de nuestra mano ayuda a los otros a levantarse.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y Latinoamérica. En particular saludo a la Hermandad Nuestro Padre Jesús Hospitalario, de Ciempozuelos, acompañados de su obispo Mons. Ginés García Beltrán.
Pidamos al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su amor infinito, y que nos esforcemos en compartirlo también con los demás. Que Dios los bendiga.
Saludos en otros idiomas
Por último, dirigiéndose a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados recordó que pasado mañana celebraremos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir, Co-patrona de Europa. “Invito a todos a mirar a sus decisiones valientes, expresadas en una auténtica conversión a Cristo, así como en el don de su vida contra toda forma de intolerancia y perversión ideológica”, dijo el Papa.