Hoy, VI Domingo de Pascua, el Papa Francisco se ha asomado a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Coeli con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.
Estas han sido las palabras del Santo Padre durante la oración mariana:
Antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este VI Domingo de Pascua narra un pasaje del discurso que Jesús dirigió a los apóstoles en la Última Cena (cf. Juan 14, 23-29). Habla de la obra del Espíritu Santo y hace una promesa: «Pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho» (v. 26). Cuando se acerca el momento de la cruz, Jesús asegura a los apóstoles que no se quedarán solos: con ellos siempre estará el Espíritu Santo, el Paráclito, que los apoyará en la misión de llevar el Evangelio a todo el mundo. En el idioma griego original, el término «Paráclito» significa aquel que está al lado, para apoyar y consolar. Jesús regresa al Padre, pero continúa instruyendo y animando a sus discípulos a través de la acción del Espíritu Santo.
¿Cuál es la misión del Espíritu Santo que Jesús promete como un don? Él mismo lo dice: «Él os lo enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho». En el curso de su vida terrenal, Jesús ya transmitió todo lo que quería encomendar a los Apóstoles: llevó a cabo la Revelación divina, es decir, todo lo que el Padre quería decirle a la humanidad con la encarnación del Hijo. La tarea del Espíritu Santo es hacer que se recuerde, es decir, que se comprenda plenamente e inducir a que se lleven a cabo de manera concreta las enseñanzas de Jesús. Y esta es también la misión de la Iglesia, que la realiza a través de un estilo de vida preciso, caracterizado por algunas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; docilidad a la acción del Espíritu, que continuamente hace que el Señor resucitado esté vivo y presente; la aceptación de su paz y el testimonio que se le da con una actitud de apertura y encuentro con el otro.
Para lograr todo esto, la Iglesia no puede permanecer estática, sino que, con la participación activa de cada persona bautizada, está llamada a actuar como una comunidad en movimiento, animada y apoyada por la luz y la fuerza del Espíritu Santo que hace que todas las cosas sean nuevas. Se trata de liberarnos de los vínculos mundanos representados por nuestros puntos de vista, nuestras estrategias, nuestras metas, que a menudo lastran el camino de la fe, y ponernos dócilmente a la escucha de la Palabra del Señor. Así, es el Espíritu de Dios el que nos guía y guía a la Iglesia, para que resplandezca el rostro auténtico, hermoso y luminoso, querido por Cristo.
El Señor hoy nos invita a abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo, para guiarnos por los caminos de la historia. Día a día nos enseña la lógica del Evangelio, la lógica de recibir el amor, “enseñándonos todo” y “recordándonos todo lo que el Señor nos dijo”. María, a quien en este mes de mayo veneramos y rezamos con especial devoción como nuestra madre celestial, proteja siempre a la Iglesia y a toda la humanidad. Ella, que con fe humilde y valiente cooperó plenamente con el Espíritu Santo para la Encarnación del Hijo de Dios, también nos ayude a dejarnos instruir y guiar por el Paráclito, para que recibamos la Palabra de Dios y la testimoniemos con nuestras vidas.
Después del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas:
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos: a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones.
En particular, saludo a los fieles de Malta y Madrid, a la «Banda Juvenil 504» de Honduras, a la Ópera Kolping de Alemania.
Saludo a los chicos y chicas que se van a confirmar en Génova, ¡son muchos!, a los alumnos de la escuela "Caterina di Santa Rosa» de Roma", a los niños y niñas de Torre Gaia y a los fieles de Berchiddeddu con el coro «Laudato Si’».
Envío un saludo y una bendición a los polacos, que participan en la gran peregrinación al santuario mariano de Piekari Slaskie. Con motivo del «Día del Alivio», pienso especial en los que se han reunido en el Policlínico Gemelli para promover iniciativas de fraternidad con los enfermos.
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto. Gracias.