El Papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia  a los miembros del Centro Deportivo Italiano (C.S.I.) que celebra su 75 aniversario. El CIS tiene más de un  millón doscientos mil afiliados  y reúne a un gran número de clubes y asociaciones deportivas, así como a miembros y grupos deportivos parroquiales y oratorios afiliados presentes en todas partes de Italia.

En el discurso que les dirigió, el Santo Padre, recordó que en su estatuto  el CIS quiere atestiguar el valor del deporte como herramienta para promover la aceptación, la salud, el trabajo, la igualdad de oportunidades, la defensa del ambiente, la protección de la infancia y de la adolescencia, la cohesión y la integración social.

“Os podrían preguntar cómo esperáis  que el deporte sea la herramienta para resolver tantos y tales problemas y lograr una transformación tan profunda de nuestra sociedad –observó el Pontífice- Podemos responder que el deporte puede hacerlo porque mejora a las personas y puede fomentar una cultura de diálogo y de encuentro respetuoso. La lucha con los oponentes, en las competiciones deportivas, siempre se llama "encuentro", y nunca "confrontación", porque al final, aunque es mejor ganar, en cierto sentido, ganan ambos. He aquí el mundo con el que soñamos, y que queremos construir con determinación, sobre la base de un espíritu competitivo y saludable, que siempre vea en el adversario también un amigo y un hermano”.

“Este es el corazón de la visión cristiana del hombre, que para vosotros es también la base de la actividad deportiva –añadió-  Con esta actitud, con este corazón ensanchado, cualquier actividad deportiva puede llamarse juego, jugar. Juegan los niños: el juego es la actividad de la alegría, siempre. Sólo desde esta base podemos alcanzar ideales tan altos y hermosos. Quizás vosotros, me preguntéis "Padre, ¿qué es esta visión cristiana de la vida que nos propone? ¿Es tal vez un principio abstracto o un concepto que puede entenderse después de haber estudiado mucho? ". ¡No, esto no se estudia! La visión cristiana significa aprender a mirar a los demás y a las cosas con los mismos ojos de Jesús, con los ojos de Dios, con los mismos ojos con los que Dios me mira: ver cómo veía Jesús, ver como ve Dios. Significa escuchar sus palabras para comprender sus sentimientos e intentar imitar sus gestos. Estad seguros de ello:  Del Evangelio surge un mundo más hermoso y más justo en el que la diversidad de los demás no es un motivo para la división, sino para el crecimiento y la ayuda mutua”.