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Santa misa "en Coena Domini" en el penitenciario de Velletri (Roma), 18.04.2019

El Santo Padre fue esta tarde, Jueves Santo, al penitenciario de Velletri (Roma) para celebrar allí  la Santa Misa en Coena Domini.

El  Papa fue recibido por la directora de la institución, Maria Donata Iannantuono, la directora adjunta, Pia Palmeri, la Comandante de la Policía Penitenciaria, María Luisa Abossida y por el capellán, don Franco Diamante. Asimismo saludó a algunos representantes de personal civil, de la policía y de los reclusos. Después presidió la celebración de la misa en Coena Domini con el ritual del lavado de los pies.

Tras la proclamación del Santo Evangelio, el Papa pronunció una homilía improvisada y durante el rito, lavó los pies de 12 reclusos de cuatro países diferentes: nueve italianos, un brasileño, uno de Costa de Marfil y uno de Marruecos.

Sigue la homilía del Santo Padre.


Homilía del Santo Padre

Os saludo a todos y gracias por vuestra acogida.
Hace algunos días recibí una hermosa carta de parte de algunos de vosotros que no estarán aquí hoy, pero decían cosas muy bonitas y les agradezco lo que escribieron.

En esta oración estoy muy cerca de todos: los que están aquí y los que no están.

Escuchemos lo que hizo Jesús. Es interesante. El Evangelio dice: "Sabiendo Jesús que el Padre lo había dejado todo  en sus manos", es decir, Jesús tenía todo el poder, todo. Y luego, empieza a  lavarles los pies. Era algo que hacían los esclavos en aquellos tiempos porque no había asfalto en las calles y la gente, cuando llegaba tenía polvo en los pies; cuando se llegaba a una casa de visita o para almorzar, había esclavos que lavaban los pies. Y Jesús hace este gesto: lava los pies. Hace un gesto de esclavo: Él, que tenía todo el poder, Él, que era el Señor, hace el gesto de esclavo. Y luego aconseja a todos: "Haced este gesto también entre vosotros". En otras palabras, servíos unos a otros, sed hermanos en el servicio, no en la ambición, como alguien que domina al otro o que pisotea al otro no, sed hermanos en el servicio. ¿Necesitas algo, un servicio? Te lo hago yo.  Esto es fraternidad. La fraternidad es humilde, siempre: está al servicio. Y yo haré este gesto: la Iglesia quiere que el Obispo lo haga todos los años, una vez al año, al menos el Jueves Santo, para imitar el gesto de Jesús y también para dar  buen ejemplo incluso a sí mismo, porque el obispo no es el más importante, pero debe ser el que más sirve. Y cada uno de nosotros debe ser el servidor de los demás.

Esta es la regla de Jesús y la regla del Evangelio: la regla del servicio, no del dominio, de hacer el mal, de humillar a otros. ¡Servicio! Una vez, cuando los apóstoles discutían entre ellos sobre "quién es más importante entre nosotros", Jesús tomó a un niño y dijo: "El niño". Si vuestro corazón no es el corazón de un niño, no seréis mis discípulos”. Corazón de  niño, sencillo, humilde pero servidor. Y añade algo interesante que podemos vincular con este gesto de hoy. Dice: "Tened cuidado: los líderes de las naciones dominan, pero entre vosotros no debe ser así. El más grande debe servir al más pequeño. El que se siente más grande debe ser servidor”.  También todos nosotros debemos ser servidores. Es cierto que en la vida hay problemas: discutimos entre nosotros... pero esto debe ser algo que pase, algo pasajero, porque en nuestros corazones siempre debe haber para servir al otro, para estar al servicio de los otros.

Y que este gesto que hago hoy sea para todos nosotros un gesto que nos ayude a ser más servidores unos de otros, más amigos, más hermanos en el servicio. Con estos sentimientos, continuamos la celebración con el lavado de los pies.