Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Audiencia general , 09.01.2019

La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:20 en el Aula Pablo VI  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

 

El Santo Padre, continuando el ciclo de catequesis sobre el “Padre nuestro” se ha centrado en el tema: “Llamad y se os abrirá” (Pasaje bíblico: Evangelio según san Lucas 11, 9-13)

 

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

 

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La catequesis de hoy hace referencia al Evangelio de Lucas. De hecho, es sobre todo este Evangelio, desde los relatos de la infancia, el que describe la figura de Cristo en un ambiente lleno de oración. Contiene los tres himnos que jalonan cada día la oración de la Iglesia: el Benedictus, el Magnificat y el Nunc Dimittis.

Y en esta catequesis sobre el Padre nuestro, seguimos adelante, vemos a Jesús como  orante. Jesús reza. En el relato de Lucas, por ejemplo, el episodio de la transfiguración surge de un momento de oración. Dice así: "Mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante " (9,29). Pero cada paso de la vida de Jesús está inspirado por el soplo del Espíritu que lo guía en todas sus acciones. Jesús reza en el bautismo en el Jordán, dialoga con el Padre antes de tomar las decisiones más importantes, a menudo se retira en  soledad para rezar, intercede  por Pedro, que de allí a poco renegará de él. Dice así: «¡Simón, Simón!, Mira que Satanás  ha solicitado el poder cribaros como trigo, pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca” (Lc 22, 31-32).Esto consuela: saber que Jesús reza por nosotros, reza por mí, por cada uno de nosotros para que nuestra fe no desfallezca. Y es verdad: “Pero, padre ¿lo hace todavía?” Lo hace todavía ante el Padre. Jesús reza por mí. Cada uno de nosotros puede decirlo. Y también podemos decir a Jesús: “Tú estás rezando por mí, sigue rezando que lo necesito”. Así: valientes.

Incluso la muerte del Mesías está inmersa en una atmósfera de oración, tanto que las horas de la pasión aparecen marcadas por una calma sorprendente: Jesús consuela a las mujeres, reza por los que le crucifican, promete el paraíso al buen ladrón, y expira diciendo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu "(Lc 23:45). La oración de Jesús parece amortiguar las emociones más violentas, los deseos de venganza y revancha, reconcilia al hombre con su enemiga acérrima, reconcilia al hombre con esa enemiga que es la muerte.

Y siempre en el Evangelio de Lucas  encontramos la petición, expresada por uno de los discípulos, de que el mismo Jesús les enseñe a orar. Y dice así "Señor, enséñanos a orar" (11: 1). Veían que él rezaba. “Enséñanos –también podemos decir nosotros al Señor- Señor, tú estas rezando por mí, lo sé, pero enséñame a rezar, para que también yo pueda rezar”.

De esta petición – “Señor, enséñanos a rezar”- surge una enseñanza muy extensa, a través de la cual Jesús explica a los suyos con qué palabras y con qué sentimientos deben dirigirse a Dios.
La primera parte de esta enseñanza es precisamente el Padre nuestro. Rezad así: “Padre, que estás en los cielos”. “Padre”: esa palabra tan hermosa de pronunciar. Podemos pasar todo el tiempo de la oración solamente con esa palabra: “Padre”. Y sentir que tenemos un padre: no un padrón o un padrastro. No: un padre.  El cristiano se dirige a Dios llamándolo en primer lugar  "Padre”.

En esta enseñanza que Jesús da a sus discípulos, es interesante detenerse en algunas instrucciones que coronan el texto de la oración. Para darnos confianza, Jesús explica algunas cosas que hacen hincapié en la actitud del creyente que reza. Por ejemplo,  la parábola del amigo importuno, que va a molestar a toda una familia que duerme porque, de repente, ha llegado una persona de viaje y no tiene pan para ofrecerle: ¿Qué dice Jesús a éste que llama a la puerta y despierta a su amigo? «Os aseguro, explica Jesús, que  si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad y le dará cuanto necesite" (Lc 11, 9). Así, quiere enseñarnos a rezar y a insistir en la oración. E inmediatamente después pone  el ejemplo de un padre que tiene un hijo hambriento. Todos vosotros, padres y abuelos, que estáis aquí, cuando el hijo o el nieto os piden algo, tiene hambre, y pide, luego llora, grita, tiene hambre "¿Qué padre hay entre vosotros que, si un hijo le pide un pez,  en lugar de un pez le dará una culebra?" (V. 11).Y todos vosotros tenéis la experiencia de que cuando el hijo pide, le dais de comer lo que pide, por su bien.

Con estas palabras, Jesús nos hace entender que Dios siempre responde, que ninguna oración quedará sin ser escuchada. ¿Por qué? Porque Él es  Padre y que no se olvida de sus hijos que sufren.

Ciertamente, estas afirmaciones nos ponen en crisis, porque muchas de nuestras oraciones parecen no obtener ningún resultado. ¿Cuántas veces hemos pedimos y no hemos obtenido –todos tenemos esa experiencia- ¿Cuántas veces hemos  llamado y encontrado una puerta cerrada? Jesús nos insta, en esos momentos, a insistir y no darnos por vencidos. La oración siempre transforma la realidad, siempre. Si las cosas que nos rodean no cambian, al menos cambiamos nosotros, cambia nuestro corazón. Jesús prometió el don del Espíritu Santo a cada hombre  y a cada mujer que rece.

Podemos estar seguros de que Dios responderá. La única incertidumbre se debe a los tiempos, pero no dudemos de que Él responda. Tal vez tengamos que insistir por toda la vida, pero Él responderá. Nos lo ha prometido: No es  un padre que da una culebra en lugar de un pez. No hay nada más seguro: el deseo de felicidad que todos llevamos en nuestros corazones un día se cumplirá. Jesús dice: " Dios ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche?" (Lc 18, 7). Sí, hará justicia, nos escuchará. ¡Qué día de gloria y resurrección será ese! Rezar es desde ahora la victoria sobre la soledad y la desesperación. Rezar. La oración cambia la realidad, no nos olvidemos. O cambia las cosas o cambia nuestro corazón, pero cambia siempre. Rezar es desde ahora la victoria sobre la soledad y sobre la desesperación. Es como ver cada fragmento de la creación que bulle en el torpor de una historia cuyo por qué  a  veces no comprendemos. Pero está en movimiento, está en camino, y al final de cada camino ¿qué hay al final de nuestro camino? Al final de la oración, al final de un tiempo en que rezamos, al final de la vida ¿Qué hay?. Hay un Padre que espera todo y  nos espera a todos con los brazos abiertos de par en par. Miremos a este Padre.

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés

Me complace saludar a los peregrinos de Francia y de los diversos países francófonos, en particular a los seminaristas y sus formadores, de la archidiócesis de París y del Ordinariato Militar, acompañados por el arzobispo Aupetit y sus auxiliares, junto con el Ordinario Mons. De Romanet. Saludo también al grupo de los Aprendices de Auteuil. ¡Qué el Espíritu Santo nos ayude a insistir en la oración y a no darnos nunca por vencidos! Es seguro que Dios responderá a nuestra oración, porque  es nuestro Padre y nos espera con los brazos abiertos. ¡Dios os bendiga!

Saludos en inglés

Doy la bienvenida a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los grupos de los Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco el gozo y la paz de nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios os bendiga!

Saludos en alemán

Saludo de todo corazón a los peregrinos de habla alemana.  Os deseo para vuestro camino de fe la actitud interior justa que proviene de la oración y que os conduce siempre de nuevo a la oración. Cuando se lo pedimos sinceramente, nuestro Padre Celestial nos da todo lo que realmente llena nuestras vidas. ¡Dios os bendiga!

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús nos dé la gracia de entender que la oración conmueve el corazón de Dios, Padre compasivo, que nos ama y nos da su Espíritu Santo; y que la Virgen Santa nos ayude a ser hombres y mujeres de oración y a confiar en la bondad del Señor que siempre nos escucha. Muchas gracias.

Saludos en portugués

Con sentimientos de gratitud y afecto, saludo a todos los peregrinos de habla portuguesa, invocando para vuestros pasos el gozo del encuentro con Dios: Jesucristo es la Tienda divina en medio de nosotros; id a él, vivid en su gracia y tendréis vida eterna. ¡La bendición de Dios descienda sobre vosotros y vuestras familias!

Saludos en árabe

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, llamad y se os abrirá. ¡Nunca os deis por vencidos! La oración siempre transforma la realidad: si las cosas no cambian a nuestro alrededor, al menos cambiamos nosotros. ¡El Señor os bendiga!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a todos los polacos que participan en esta audiencia. Hermanos y hermanas, en el año nuevo 2019, recién comenzado, no olvidéis el poder de la oración. Cuando confiéis  vuestros problemas al Señor en la oración del "Padre Nuestro", estad seguros de obtener de él todo lo que para vosotros es bueno, útil y necesario. Fiándoos de la bondad del Señor, comprenderéis  el significado de los eventos y el propósito de vuestra vida. La confianza y la perseverancia no falten en vuestra oración ¡Sea alabado Jesucristo!

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida y un saludo a los peregrinos de habla italiana.

Me alegra recibir a los sacerdotes de la diócesis de Trapani, acompañados por el obispo, Mons. Pietro Maria Fragnelli y a los seminaristas del Ordinariato Militar para Italia, con el arzobispo, Mons. Santo Marcianò.

Saludo a las parroquias, especialmente a la de los Santos Cosme y Damián de Terracina, a  la Asociación "I figli della luce" y al Instituto Vassalluzzo de Roccapiemonte.

Un pensamiento particular para  los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. ¡Hoy son tantos!

El próximo domingo celebraremos la fiesta del bautismo del Señor. Esta celebración, que cierra el tiempo litúrgico de la Navidad, nos invita a redescubrir la gracia del sacramento de nuestro bautismo. El bautismo nos hizo cristianos, incorporándonos a Cristo y a su Iglesia. Todos sabemos la fecha en que nacimos, pero no todos saben la fecha de su bautizo, que es el nacimiento a la vida de la Iglesia, cuando el Espíritu Santo viene al corazón. Por eso os pide, hoy por ejemplo, para prepararnos a la fiesta del próximo domingo, que preguntéis – y a los que la saben que la recuerden-  la fecha de vuestro bautismo, a los familiares, a los padrinos, a los padres, a los abuelos. “¿Cuándo nací a la vida de la fe? Es decir: “¿Cuándo me bautizaron? “. Y guardar siempre en el corazón la fecha del bautismo ¿Lo haréis? Es muy importante celebrar la fecha del bautismo. Agradezcamos al Señor el don de la fe y pidamos al Espíritu Santo la fuerza para ser testigos valientes de Jesús.