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Audiencia general , 02.01.2019

La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:20 en el Aula Pablo VI  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

El Santo Padre, reanudando el ciclo de catequesis sobre el “Padre nuestro” ha hablado del tema: “En el centro del Sermón de la Montaña” (Pasaje bíblico: Evangelio según san Mateo 6, 5-6)

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y también feliz año!

Continuamos nuestras catequesis sobre el «Padre nuestro», iluminados por el misterio de la Navidad que hemos celebrado hace poco.

El Evangelio de Mateo coloca el texto del «Padre nuestro» en un punto estratégico, en el centro del discurso de la montaña (cf. 6, 9-13). Mientras tanto, observemos la escena: Jesús sube la colina, cerca del lago, se sienta; a su alrededor tiene a su círculo de sus discípulos más íntimos y después una gran multitud de rostros anónimos. Es esta asamblea heterogénea la que recibe por primera vez la consigna del «Padre nuestro».

La colocación, como se ha mencionado, es muy significativa; porque en esta larga enseñanza, que lleva el nombre de «discurso de la montaña» (cf. Mateo 5, 1-7, 27), Jesús condensa los aspectos fundamentales de su mensaje. La introducción es como un arco decorado para la fiesta: las Bienaventuranzas. Jesús corona con felicidad una serie de categorías de personas que en su tiempo, —¡pero también en el nuestro!— no fueron muy considerados. Bienaventurados los pobres, los mansos, los misericordiosos, los humildes del corazón... Esta es la revolución del Evangelio. Donde está el Evangelio, hay revolución. El Evangelio no deja quietud, nos empuja: es revolucionario. Todas las personas capaces de amor, los operadores de paz que hasta entonces habían terminado en los márgenes de la historia, son, en cambio, los constructores del Reino de Dios. Es como si Jesús dijera: adelante vosotros, que lleváis en el corazón el misterio de un Dios que ha revelado su omnipotencia en el amor y en el perdón.

Desde este portal de entrada, que revierte los valores de la historia, surge la novedad del Evangelio. La Ley no debe ser abolida sino que necesita una nueva interpretación, lo que lo lleva de nuevo a su significado original. Si una persona tiene un buen corazón, predispuesto al amor, entonces entiende que cada palabra de Dios debe encarnarse hasta sus últimas consecuencias. La ley no debe abolirse, pero necesita una nueva interpretación que la reconduzca a su sentido original. Si una persona tiene un buen corazón, predispuesto al amor, entonces comprende que cada palabra de Dios debe estar encarnada hasta sus últimas consecuencias. El amor no tiene confines: se puede amar al propio cónyuge, al propio amigo y hasta al propio enemigo con una perspectiva completamente nueva. Dice Jesús: «Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos» (Mateo 5, 44-45)

He aquí el gran secreto que está en la base de todo el discurso de la montaña: sed hijos del Padre vuestro que está en los cielos. Aparentemente estos capítulos del Evangelio de Mateo parecen ser un discurso moral, parecen evocar una ética tan exigente que parece impracticable, y, en cambio, descubrimos que son sobre todo un discurso teológico. El cristiano no es alguien que se compromete a ser mejor que los demás: sabe que es pecador como todos. El cristiano sencillamente es el hombre que descansa frente al nuevo Arbusto Ardiente, a la revelación de un Dios que lo lleva el enigma de un nombre impronunciable, sino que pide a sus hijos que lo invoquen con el nombre de «Padre», que se dejen renovar por su poder y que reflejen un rayo de su bondad para este mundo tan sediento de bien, así en espera de buenas noticias.

He aquí, por lo tanto, cómo Jesús introduce la enseñanza de la oración del «Padre nuestro». Lo hace distanciándose de dos grupos de su tiempo. En primer lugar, los hipócritas: «No seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados, para ser vistos de los hombres» (Mateo 6, 5). Hay personas que pueden tejer oraciones ateas, sin Dios y lo hacen para ser admirados por los hombres. Y cuántas veces vemos el escándalo de aquellas personas que van a la iglesia y se quedan allí todo el día o van todos los días y luego viven odiando a los demás o hablando mal de la gente. ¡Esto es un escándalo! Mejor no ir a la Iglesia: vive así, como si fueras ateo. Pero si tú vas a la iglesia, vive como hijo de Dios, como hermano y da un verdadero testimonio, no un contratestimonio. La oración cristiana, en cambio, no tiene otro testigo más creíble que la propia conciencia, donde se entrecruza, intenso, un diálogo continuo con el Padre: «Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y después de cerrar la puerta, ora a tu padre, que está allí en lo secreto» (Mateo 6, 6).

Luego, Jesús toma distancias de la oración de los paganos: «No charléis mucho: [...] se figuran que por su palabrería van a ser escuchados» (Mateo 6, 7). Aquí quizás Jesús alude a esa «captatio benevolentiae» que era la premisa necesaria de muchas oraciones antiguas: la divinidad tenía que ser algo sosegada por una larga serie de alabanzas, incluso de oraciones. Pensemos en esa escena del Monte Carmelo cuando el profeta Elías desafió a los sacerdotes de Baal. Gritaron, bailaron, pidieron tantas cosas para que su dios los escuchara. Y en cambio, Elías estaba callado y el Señor se reveló a Elías. Los paganos piensan que hablando, hablando, hablando, hablando, se reza. Y también pienso en muchos cristianos que creen que rezar es, —disculpadme—, «hablar con Dios como un loro». ¡No! La oración se hace desde el corazón, desde dentro. Tú, en cambio —dice Jesús— cuando reces, dirígete a Dios como un hijo a su padre, que sabe lo que necesita antes de pedírselo (Mateo 6, 8). Podría ser también una oración silenciosa, el «Padre nuestro»: en el fondo basta con ponerse bajo la mirada de Dios, acordarse de su amor de Padre y esto es suficiente para ser realizable.

Es hermoso pensar que nuestro Dios no necesita sacrificios para conquistar su favor. No necesita nada, nuestro Dios: en la oración pide solo que nosotros tengamos abierto un canal de comunicación con Él para descubrirnos siempre como hijos suyos amados. Y Él nos ama tanto.

 

Saludos en las diversas lenguas

Saludos en francés

Saludo cordialmente a los peregrinos de habla francesa y deseo a cada uno de vosotros y a vuestros seres queridos un feliz año nuevo. Bajo la guía de la Madre de Dios, que celebramos ayer, cada uno crezca en intimidad con el Padre y en el amor y en el servicio al prójimo.

Saludos en inglés

Doy la bienvenida a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los de Irlanda, Australia, Corea, Canadá y los Estados Unidos de América. Agradezco a los coros por su alabanza a Dios a través del canto. A cada uno de vosotros y a vuestras familias, os deseo que mantengáis la alegría de este tiempo navideño, encontrando en la  oración al Salvador que desea estar cerca de todos. ¡Dios os bendiga!

Saludos en alemán

Un cordial saludo a los peregrinos de habla alemana. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo hemos inaugurado este nuevo año. Confiémonos a su bondad y a su amor y estemos seguros de que él completará el bien que comenzamos en su nombre. ¡Que Dios os bendiga y os proteja! ¡Feliz año nuevo a todos!

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América –veo mexicanos por allá atrás, ¿no?–. Los animo a que mantengan siempre abierto ese canal de comunicación con Dios, pues él los ama, los espera y no quiere nada más que darles su amor. Les deseo a ustedes y a sus familias un año nuevo lleno de la cercanía y de la ternura de Dios. Muchas gracias.

Saludos en portugués

Queridos peregrinos de habla portuguesa, saludo cordialmente a todos vosotros, deseando a cada uno que siempre resplandezca, en vuestros corazones y en vuestras familias y comunidades, la luz del Salvador, que nos revela el rostro tierno y misericordioso del Padre celestial. Estrechemos al Niño Jesús en nuestros brazos y pongámonos a su servicio: Él es  fuente de amor y serenidad. ¡Qué os bendiga para un Año Nuevo sereno y feliz!

Saludos en árabe

¡Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, nuestra oración también podría ser una oración silenciosa, en el fondo basta con ponerse bajo la mirada de Dios, recordar el amor de su Padre, y esto es suficiente para estar satisfechos. ¡El Señor os bendiga!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Queridos hermanos y hermanas, a principios de año os encomiendo a vosotros y a vuestras familias a la protección de María, Madre de Dios y, a través de su intercesión, le pido a nuestro Señor Jesucristo que os conceda todas las gracias necesarias para una vida serena y santa, llena de paz, fruto del amor de Dios y del prójimo. ¡Siempre os acompañe su bendición!

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.

Me complace recibir  a los Capitulares de la Unión de Santa Catarlna da Siena de las Misioneras Escolares y a los participantes en el  campamento promovido por la Asociación Lions Club International.

Saludo a los grupos parroquiales, en particular a los de Caserta, de Santa Croce de Torre del Greco y de San Michele de Aprilia, a  los monaguillos de San Bonaventura di Cadoneghe –sois tantos- , a los amigos y voluntarios de Fraterna Domus y de manera especial quiero saludar y dar las gracias a los artistas del Circo de Cuba. Nos dan belleza con su espectáculo; una belleza que requiere mucho esfuerzo, como hemos visto, mucho entrenamiento, tanto salir adelante ... Pero la belleza siempre eleva el corazón, la belleza nos hace más buenos a todos. La belleza nos lleva a la bondad, también nos lleva a Dios. Muchas gracias y continuad así, ofreciendo belleza a todo el mundo ¡Gracias!

Un pensamiento particular para  los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.

El próximo domingo celebraremos la solemnidad de la Epifanía del Señor. Como los Magos, elevemos también nosotros nuestra mirada al cielo; solo así podremos ver la estrella que nos invita a recorrer los caminos de la bondad. Feliz Año Nuevo a todos.