Declaración final de la Delegación de la Santa Sede en la XXIV Conferencia de los Estados parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24),Katowice, Polonia, (2-15 de diciembre de 2018), 19.12.2018
Vaticano, 19 de diciembre de 2018.
En su encíclica Laudato Si ', sobre el cuidado de nuestra casa común, el Papa Francisco subrayaba la importancia de reforzar responsablemente las políticas relacionadas con el cambio climático, que es un problema mundial con graves implicaciones: ambientales, sociales, económicas, políticas y para la distribución de bienes (véase, entre otros, n. 181 y 23-26).
Los líderes mundiales reunidos en Katowice en la COP 24 se han esforzado en encontrar la voluntad para dejar de lado sus intereses económicos y políticos a corto plazo y trabajar por el bien común. Después de un largo y complejo debate, han encontrado un consenso sobre el reglamento para la implementación del Acuerdo de París adoptado en 2015. Agradecemos a los líderes de los Estados y a las otras partes interesadas su contribución a este diálogo multilateral y a la redacción del reglamento. El consenso sobre el documento final, bastante complejo y técnicamente detallado, representa una confirmación de los compromisos asumidos hace tres años en París y de la importancia del multilateralismo.
Desafortunadamente, también debemos tener en cuenta que el reglamento no refleja adecuadamente la urgencia necesaria para abordar el cambio climático, que " plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. " (LS, 25). Además, el reglamento parece restar importancia a los derechos humanos, que son fundamentales para reflejar el rostro humano del cambio climático que afecta a las personas más vulnerables de la tierra. Su llanto y el de la tierra piden más ambición y mayor urgencia.
La Delegación de la Santa Sede, encabezada por el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha explicado que el progreso de la dignidad de la persona humana, el alivio de la pobreza mediante la promoción del desarrollo humano integral y la reducción del impacto del cambio climático mediante medidas de mitigación y adaptación responsables van de la mano. Necesitamos un adecuado período de transición en el que todas las partes asuman sus respectivas responsabilidades de acuerdo con el principio de equidad.
Como indicaba dramáticamente el informe especial del IPCC publicado en octubre de 2018, estamos llamados a limitar de manera responsable el aumento del promedio de la temperatura mundial a 1.5 ° C sobre los niveles preindustriales.
Por lo tanto, llamamos a una ambición mucho mayor en la presentación de las Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel nacional (iNDC) y a mecanismos más sólidos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, gestionar la descarbonización de la economía actual basada en combustibles fósiles, compartir de manera transparente la forma en que cada nación implementa sus compromisos, abordar el tema de las pérdidas y daños, asegurar compromisos financieros sólidos y promover la educación en la sostenibilidad, la conciencia responsable y los cambios en el estilo de vida.
La fe y la razón deben unirse para capacitarnos a tomar decisiones positivas en nuestros estilos de vida, en cómo se rigen nuestras economías y en la construcción de una verdadera solidaridad global necesaria para evitar esta crisis climática.
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