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Audiencia general , 12.12.2018

La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:20 en el Aula Pablo VI  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

El Santo Padre, continuando  el ciclo de catequesis dedicado al “Padre nuestro” ha hablado hoy del tema  “Una oración que pide con confianza” (Pasaje bíblico: del Evangelio según Lucas 11, 9-13).

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la bendición apostólica.

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuamos el camino de catequesis sobre el “Padre nuestro” que comenzó la semana pasada. Jesús pone en los labios de sus discípulos una oración breve, audaz, compuesta de siete peticiones: un número que en la Biblia no es accidental, indica plenitud. Digo audazmente porque, si Cristo no lo hubiera sugerido, probablemente ninguno de nosotros – todavía más, ninguno de los teólogos más famosos-  se atrevería a rezar a Dios de esta manera.

En efecto, Jesús invita a sus discípulos a acercarse a Dios y a dirigirle con confianza algunas peticiones: En primer lugar para Él y luego para nosotros. No hay preámbulos en el "Padre Nuestro". Jesús no enseña fórmulas para "congraciarse" con el Señor; por el contrario, invita a rezarle, derrumbando  las barreras de la sujeción y el temor. No dice que hay que dirigirse a Dios llamándole "Todopoderoso", "Altísimo" . “Tú que estás tan lejos de nosotros, yo soy un mísero”: no, no dice así” sino simplemente "Padre", con toda simplicidad, como los niños hablan al papá. Y esta palabra, “Padre”, expresa la confianza y  la seguridad filial.

La oración del "Padre Nuestro" hunde sus raíces en la realidad concreta del hombre. Por ejemplo, nos hace pedir pan, el pan de cada día: solicitud simple pero esencial, que dice que la fe no es una cuestión "decorativa", separada de la vida, que interviene cuando todas las demás necesidades están satisfechas. Si acaso, la oración comienza con la vida misma. La oración – nos enseña Jesús - no empieza en la existencia humana después de que el estómago esté lleno: más bien, se anida donde quiera que haya un hombre, cualquier hombre que tenga hambre, que llore, que luche, que sufra y se pregunte "por qué”. Nuestra primera oración, en cierto sentido, fue el vagido que acompañó el primer aliento. En ese llanto de recién nacido, se anunciaba el destino de toda nuestra vida: nuestra hambre continua, nuestra sed constante, nuestra búsqueda de la felicidad.

Jesús, en la oración, no quiere extinguir lo humano, no quiere anestesiarlo. No quiere que moderemos las solicitudes y las peticiones aprendiendo a soportar todo. En cambio, quiere que todo sufrimiento, toda  inquietud, se eleve hacia el cielo y se convierta en diálogo.

Tener fe, decía una persona,  es acostumbrarse al grito.

Todos tendríamos que ser como el Bartimeo del Evangelio (cf. Mc 10, 46-52), -recordemos ese pasaje del Evangelio, Bartimeo, el hijo de Timeo- ese ciego que mendigaba en Jericó. A su alrededor había tanta gente educada que le decían que se callara: “¡Pero, cállate! Pasa el Señor. Cállate. No molestes, El Maestro tiene tanto que hacer; no le molestes. Molestas con tus gritos. No molestes”. Pero él,  no escuchaba esos consejos: con santa insistencia,  pretendía  que su condición miserable pudiera encontrarse finalmente con Jesús. ¡Y gritaba más fuerte!. Y la gente educada: “Pero no, es el Maestro ¡por favor!. ¡Qué mal estas quedando!". Y él gritaba porque quería ver, quería que le curase: “Jesús, ten piedad de mí!" (V. 47). Jesús le devuelve la vista y le dice: "Tu fe te ha salvado" (v.52), casi como para explicar que lo decisivo para su recuperación había sido la oración, esa invocación gritada con fe, más fuerte que "el sentido común" de tantas personas que querían que se callara. La oración no solo precede a la salvación, sino que de alguna manera ya la contiene, porque nos libera de la desesperación de quien no cree que haya una salida para tantas situaciones insoportables.

Por supuesto, los creyentes también sienten la necesidad de alabar a Dios. Los Evangelios recogen la exclamación de alegría que brota del corazón de Jesús, lleno de asombro agradecido por el Padre (cf. Mt 11, 25-27). Los primeros cristianos sentían incluso la necesidad de agregar al texto del “Padre nuestro”  una doxología: "Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos de los siglos" (Didache, 8, 2).

Pero ninguno de nosotros tiene por qué abrazar la teoría propuesta en el pasado por algunos, es decir que  la oración de petición sea una forma débil de fe, mientras que la oración más auténtica sería la de alabanza pura, la que busca a Dios sin el peso de petición alguna. No, eso no es verdad. La oración de petición es auténtica, espontánea, es un acto de fe en  Dios que es el Padre, que es bueno, que es todopoderoso. Es un acto de fe en mí, que soy pequeño, pecador, necesitado. Y por eso la oración para pedir algo es muy noble. Dios es el Padre que tiene una compasión inmensa por nosotros y quiere que sus hijos le hablen sin miedo, llamándole directamente “Padre”; o en medio de las dificultades diciendo: “Pero, Señor, ¿qué me has hecho?”. Por eso podemos contarle todo, incluso las cosas que en nuestra vida siguen estando torcidas e incomprensibles. Y nos ha prometido  que estará con nosotros para siempre, hasta el último día que pasemos en esta tierra. Recemos el Padre nuestro empezando así, simplemente: “Padre” o “Papá”. Y Él nos entiende y nos ama tanto.

Saludos en las diversas lenguas

Saludos en francés

Saludo cordialmente a los peregrinos francófonos, especialmente a los jóvenes de Quimper. Mientras nos preparamos para celebrar la venida del Señor en medio de nosotros, no temamos, hermanos y hermanas, dirigirnos  a Dios con confianza en todas las circunstancias de nuestra vida diaria. Nosotros somos sus hijos; Él nos ha prometido estar con nosotros todos los días, hasta el final de nuestra vida. ¡Dios os bendiga!

Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco el gozo y la paz del Señor. ¡Dios os bendiga!

Saludos en alemán

Una cordial bienvenida a los peregrinos de habla alemana. Saludo, en particular, a la delegación de los parlamentarios austriacos que han venido con motivo del bicentenario de la canción navideña "Stille Nacht". Con su profunda simplicidad, esta canción nos hace comprender el evento de la Noche Santa. El Salvador Jesús, nacido en Belén, nos revela el amor de Dios Padre. Queremos confiarle toda nuestra vida. Buen camino de Adviento a todos vosotros.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. De modo especial saludo a los latinoamericanos y a los mexicanos en este día de nuestra Patrona, la Madre de Guadalupe. Que el Señor Jesús nos dé la gracia de una total confianza en Dios, Padre compasivo que nos ama y permanece siempre a nuestro lado. Que Nuestra Señora de Guadalupe nos ayude a entregarnos al amor providente de Dios y a poner en Él toda nuestra esperanza. Muchas gracias.

Saludos en portugués

Un cordial saludo a los peregrinos de habla portuguesa, en particular a los fieles de Braga, Nova Oeiras, São Julião da Barra y a los miembros de la Orquesta Sinfónica y el Coro de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte: Os deseo de todo corazón un tiempo de  Adviento lleno de luz, pidiendo a la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, que sea la estrella que proteja las vidas de vuestras familias. ¡Dios os bendiga!

Saludos en árabe

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Egipto, Tierra Santa y Oriente Medio. El "Padre Nuestro" no es una oración que debemos aprender de memoria y recitar a Dios, sino un ejemplo de cómo debemos rezar, agradecer y pedir. San Pablo nos enseña: "No os inquietéis por cosa alguna, antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones mediante la oración  y la súplica, acompañadas de  la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” "(Fil 4: 6-7). ¡Que el Señor os bendiga y os proteja del maligno!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Encomiendo a la Santísima Virgen de Guadalupe, cuya memoria se celebra hoy, a vosotros aquí presentes, a vuestras familias y, en particular, a las que esperan el nacimiento de sus hijos. San Juan Pablo II confío a su protección materna, la vida y la inocencia de los niños, sobre todo de los que corren el peligro de no nacer. Se nota que la Virgen de Guadalupe está encinta: espera al Salvador. A través de su intercesión, en este tiempo de Adviento, imploremos el don de los niños para las familias sin hijos, el respeto por la vida concebida y la apertura de los corazones a los valores del Evangelio. ¡Alabado sea Jesucristo!

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana.

Me complace recibir a los peregrinos de la diócesis de Sabina-Poggio Mirteto y a los grupos parroquiales, en particular los de Apice y Perito.

Saludo al grupo "Chaminade" de Campobasso, acompañado por el arzobispo, Monseñor Giancarlo Maria Bregantini, a los militares del Segundo  Regimiento de Aviación del Ejército "Sirio", de Lamezia Terme; al personal de la Jefatura de Policía de Isernia; al  grupo St. Peter’s Cricket club; a los institutos escolares, en particular el de Altamura, y al grupo de personas enfermas con síndrome de sensibilidad química múltiple.

Un pensamiento particular para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados.

Hoy en la celebración litúrgica de la Santísima Virgen María de Guadalupe pidamos que Nuestra Señora nos acompañe en Navidad y reavive en nosotros el deseo de recibir con alegría la luz de su Hijo Jesús, para que resplandezca cada vez más en la noche del mundo.