El Papa Francisco se ha asomado esta mañana a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.
Estas han sido las palabras del Santo Padre al presentar la oración mariana:
Antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el centro del Evangelio de este domingo (cf. Mc 12, 28b-34), está el mandamiento del amor: amor a Dios y amor al prójimo. Un escriba pregunta a Jesús: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?" (V. 28). Y él responde citando la profesión de fe con la que cada israelita abre y cierra su día y comienza con las palabras "¡Escucha, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor" (Dt. 6: 4). De esta manera, Israel conserva su fe en la realidad fundamental de todo su credo: Hay un solo Señor y ese Señor es "nuestro" en el sentido de que se ha vinculado a nosotros con un pacto indisoluble, nos amó, nos ama y nos amará por siempre. De esta fuente, de este amor de Dios, se deriva para nosotros el doble mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. [...] Amarás a tu prójimo como a ti mismo "(vv. 30-31).
Eligiendo estas dos palabras dirigidas por Dios a su pueblo y juntándolas, Jesús enseña de una vez por todas que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables, y todavía más, se sostienen mutuamente. Aunque colocadas en secuencia, son las dos caras de una sola moneda: vividas juntas, ¡son la verdadera fuerza del creyente! Amar a Dios es vivir de él y para él, por lo que es y por lo que hace. Y nuestro Dios es donación sin reservas, es perdón sin límites, es relación que promueve y hace crecer. Por lo tanto, amar a Dios significa invertir cada día nuestras energías para ser sus colaboradores en el servicio sin reservas a nuestro prójimo, en buscar perdonar sin límites y en cultivar relaciones de comunión y fraternidad.
El evangelista Marcos no se preocupa por especificar quién es el prójimo porque el prójimo es la persona que encuentro en el camino, durante mis jornadas. No se trata de preseleccionar a mi prójimo: eso no es cristiano. Creo que mi prójimo es el que he preseleccionado: no, eso no es cristiano, es pagano. Se trata de tener ojos para verlo y corazón para querer su bien. Si nos ejercitamos para ver con la mirada de Jesús, siempre escucharemos y estaremos al lado de aquellos que lo necesitan. Las necesidades del prójimo ciertamente requieren respuestas efectivas pero, todavía antes, requieren compartición. Con una imagen podríamos decir que el hambriento necesita no solo un plato de sopa, sino también una sonrisa, ser escuchado y también una oración, tal vez juntos. El Evangelio de hoy invita a todos a estar proyectados no solo hacia las urgencias de los hermanos más pobres, sino, sobre todo, a estar atentos a su necesidad de cercanía fraterna, de sentido de la vida, de ternura. Esto desafía a nuestras comunidades cristianas: Se trata de evitar el riesgo de ser comunidades que viven de muchas iniciativas pero de pocas relaciones; el riesgo de ser comunidades "estaciones de servicio", pero de poca compañía, en el sentido pleno y cristiano de este término.
Dios, que es amor, nos creó por amor y para que podemos amar a los demás permaneciendo unidos a Él. Sería ilusorio afirmar que amamos a nuestro prójimo sin amar a Dios; y sería igualmente ilusorio pretender amar a Dios sin amar a nuestro prójimo. Las dos dimensiones del amor, a Dios y al prójimo, en su unidad caracterizan al discípulo de Cristo. ¡Que la Virgen María nos ayude a recibir y a dar testimonio de esta enseñanza luminosa en la vida cotidiana!
Después del ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Expreso mi dolor por el atentado terrorista de hace dos días contra la Iglesia copta ortodoxa en Egipto. Rezo por las víctimas, peregrinos asesinados solo por el hecho de ser cristianos, y le pido a María Santísima que consuele a las familias y a toda la comunidad. Recemos juntos Nuestra Señora: Dios te salve, María ...
Ayer, en la basílica de San Juan de Letrán, fue proclamada beata la Madre Clelia Merloni, fundadora de las Hermanas Apóstolas del Sagrado Corazón de Jesús, una mujer totalmente abandonada a la voluntad de Dios, entregada en la caridad, paciente en la adversidad y heroica en el perdón. Demos gracias a Dios por el luminoso testimonio evangélico de la nueva beata y sigamos su ejemplo de bondad y misericordia. Un aplauso para la nueva beata.
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos, especialmente a los estudiantes de Viena, a los jóvenes de la Obra Giorgio La Pira en Florencia, a las familias jóvenes de Raldon (Verona), a los fieles de Milán, Petosino, Civitanova Marche, de la diócesis de Ozieri, al Oratorio di Carugate, a los chicos y chicas que se van a confirmar de Longare y Módena.
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor no os olvidéis de rezar por mí Buen almuerzo y ¡hasta pronto!