Esta mañana a las 11.50, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a un grupo de jóvenes de la diocésis de Viviers (Francia). El Papa improvisó sus palabras, en español, respondiendo a las preguntas de los presentes.
Publicamos a continuación la transcripción del diálogo
Diálogo del Santo Padre con los jóvenes
Primera pregunta:
Durante nuestro peregrinaje tuvimos la oportunidad de descubrir que el Señor tiene siempre algo muy personal y actual que decirnos. Como nos invita Angelelli a hacerlo, un oído al Evangelio, pudimos frecuentar la Palabra viva meditándola y compartiéndola cada día, así como recibiendo las enseñanzas de nuestro obispo. Santo Padre, ¿cómo dar la oportunidad y el gusto a los jóvenes de compartir con sencillez la Palabra de Dios cuando muchos creen no tener el nivel o las competencias para hacerlo?
Santo Padre:
Los que mejor entienden la Palabra de Dios son los pobres porque no ponen ninguna barrera a esa palabra que es como una espada de dos filos y te llega al corazón. Y cuanto más pobres de espíritu nos hacemos, mejor la entendemos. Ustedes mismos toman la Biblia, el Evangelio, y pueden decir: “Qué lío esto, no lo entiendo porque no tengo cultura”. Hacé la prueba, quedate tranquilo, abrí, leé y escuchá y te vas a llevar una sorpresa: la Palabra llegó. Esto es muy importante, la Palabra de Dios no solo se escucha por el oído, entra por el oído, o si la leés te entra por los ojos; sino que se escucha con el corazón. Escuchar la Palabra de Dios con corazón abierto. Aquel muchacho bueno que le fue a pedir a Jesús qué tenía que hacer para alcanzar la vida eterna, y Jesús le dice: los mandamientos; y dice: “yo los cumplo”. Jesús lo amó. “Qué puedo hacer más”. Y Jesús le dice lo que tiene que hacer. Y eso no fue escuchado porque tenía el corazón lleno de riquezas.
Una pregunta que uno puede hacerse: ¿Por qué no me llega la Palabra de Dios? ¿Cuándo no llega? Porque tengo el corazón lleno de otra cosa. Un corazón que no escucha. ¿Está claro? Solamente podemos escuchar la Palabra de Dios con el corazón abierto.
Segunda pregunta:
Orar juntos fue el primer lugar de encuentro, de comunión con los argentinos y especialmente con los más pobres, con los cuales teníamos realidades de vida realmente diversas. La oración nos permitía entonces unir nuestros espíritus y nuestros corazones. Más allá de la fuerza de unión de la oración, ¿cómo la oración puede permitir un encuentro personal con Dios?
Santo Padre:
Dos cosas: la oración cuando la hago junto a mi pueblo, cuando la hago en grupo, es más fuerte porque nos ayudamos juntos a orar. Pero esto nos tiene que enseñar que no se puede rezar solo. ¿Cómo, el padre de Foucauld rezaba solo? Sí, yo puedo estar solo y debo a veces estar solo delante de Dios para encontrarme con él en la oración. Solo físicamente, pero tener consciencia que conmigo está toda la Iglesia, está toda la comunidad, esa es la manera de rezar de un cristiano. El ermitaño más escondido que está solo en su ermita, sabe que está unido al pueblo de Dios, y con ese sentimiento reza, va acompañado espiritualmente de otros. Por eso, cuando ustedes rezan solos sepan que está con ustedes todo el pueblo de Dios rezando, y eso los ayudará a encontrar mejor a Jesús.
Tercera pregunta:
La vida fraternal fue el centro de este peregrinaje a Argentina. Vivimos tres semanas juntos compartiendo mucho nuestra vida y lo que vivíamos durante este peregrinaje, pero desde que estamos de nuevo en Francia es difícil poner junto esto esencial, nuestra vida fraternal, con nuestra vida escolar, profesional o también personal. ¿Cómo podemos tener siempre esta vida fraternal en un mundo donde las personas están siempre más centradas en ellas mismas, y creen siempre menos en nuestro país?
Santo Padre:
Creo que la experiencia que tuvieron de convivir en Argentina, no puede dejarse sin prolongarla. Es verdad que en Argentina estaban juntos en un pueblo chico y eran pocos y no estaban todos los demás conocidos y obligaciones. Esto es verdad. Ahora está uno en un lugar, en otro, cada cual con su familia y su obligación. Es importante que regularmente, una vez por semana, una vez por mes, se vuelvan a juntar para recordar y renovar. Así que el encargado del grupo organice eso.
Cuarta pregunta:
Durante nuestro peregrinaje pudimos participar en muchos proyectos, pudimos limpiar terrenos, hacer estatuas, pintar… Por eso, así, nos pusimos al servicio de los otros. Fue este camino el que nos permitió hacer una experiencia de compartir profundamente muchísimos encuentros con nuestro prójimo. Al inicio fue difícil por causa del idioma, de la cultura, de un lugar que en algunas partes parecía complicado y frágil, pero el trabajo, la voluntad de hacerlo bien, poner en común nuestras competencias, nos permitió crear una nueva sociedad nutrida por la fe y la oración. ¿Cómo, Santo Padre, la Iglesia puede ayudar a los jóvenes a darse en el servicio del prójimo?
Santo Padre:
Esto es muy importante porque ayudar a los jóvenes siempre hay que hacerlo en camino, con cosas concretas, con desafíos concretos. Eso es muy importante porque el trabajar juntos para hacer algo despierta en nosotros una serie de dimensiones diversas de humanidad. Dimensiones de entenderse, de cooperar, y de rezar juntos también. Es muy importante. Si ustedes dicen vamos a estudiar, cómo tenemos que comportarnos; si ustedes dicen vamos a estudiar, cómo tenemos que vivir o comportarnos y hacer sobre el tema una reunión semanal, no dura cuatro semanas: se aburren y se irán. El diálogo entre ustedes para ser un grupo tiene que ser un diálogo con la mente, saber de qué se dialoga, con el corazón, y con las manos. Por eso, es curioso, si no hacen un diálogo así, el diálogo no procede, no va adelante. Por eso es mucho más fácil que los jóvenes se ensucien las manos para hacer algo, y eso es bueno. Es el compromiso. Gracias.
Quinta pregunta:
Durante nuestro viaje en Argentina pudimos experimentar el testimonio, compartiendo con los argentinos la manera en la cual vivimos la fe. Compartimos también tiempos espirituales fuertes, lo que nos ha evangelizado a nosotros mismos. Entonces fue a través de encuentros y el testimonio sencillo de lo que vivimos que pudimos, a nuestra manera, evangelizar. Hoy en día, ¿cuál es la forma de evangelización que es prioritaria?
Santo Padre:
Yo diría, evangelizar en camino. Jesús envió para evangelizar. No les dijo: “reúnanse, tomen mate y así evangelizan”. No. Envió para evangelizar. Entonces, pensar cuando se reúnen dónde podemos ir: o al hospital, o a la casa de reposo de los ancianos, o a un lugar de niños…; siempre pensar dónde puedo ir medio día, e ir en grupo. Vuestro obispo usó una palabra sobre evangelizar que a mi juicio es una de las palabras más importantes de la pastoral: la dulce y consoladora alegría de evangelizar. Vos te vas a dar cuenta si estás evangelizando bien si eso te da gozo, si te da alegría, si te hace manso en la comunicación. Esa frase está tomada del final de Evangelii nuntiandi, que es el documento pastoral más importante y que todavía tiene vigencia del post concilio. Es el más importante y tiene vigencia. Y si pueden, les vendría bien, en una reunión, leer todo ese número, el penúltimo. San Pablo VI dice la frase y después pinta los malos evangelizadores. Evangelizadores tristes, desanimados, sin ilusión. Yo diría con cara de “vinagre”. Lean, mediten ese número. Es el mejor tratado de evangelización. Voy a La Rioja; vi que cantaron, tomaron mate, ¿probaron la grapa de La Rioja? ¡Es la mejor grapa del mundo! Yo conocí al padre Gabriel Longueville. Mons. Angelelli en La Rioja nos predicó el retiro espiritual el 13 de junio de 1973 en el cual fui elegido provincial. Lo conocí ahí y entendí ese consejo: “un oído para escuchar la Palabra de Dios y un oído para escuchar al pueblo”. Escuchen esto: no existe la evangelización de laboratorio, la evangelización siempre es “cuerpo a cuerpo”, “personal”, sino no es evangelización. Cuerpo a cuerpo con el pueblo de Dios, y cuerpo a cuerpo con la Palabra de Dios. Gracias por el viaje a La Rioja. Lástima que no tengo mate…