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Audiencia general , 26.09.2018

La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:30 en la Plaza de San Pedro  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

El Santo Padre ha hablado de su recién concluido viaje apostólico a Lituania, Estonia y Letonia (pasaje bíblico: Salmo 126, 1-6).

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo y a continuación ha lanzado un llamamiento con motivo de la firma de un Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China sobre el nombramiento de los obispos que tuvo lugar el pasado 22 de septiembre en Beijing.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En los últimos días he efectuado un viaje apostólico a Lituania, Letonia y Estonia, con motivo del centenario de la independencia de estos Países llamados Bálticos. Cien años, cuya mitad han vivido bajo el yugo de las ocupaciones, primero la nazi, después  la soviética. Son pueblos que han sufrido mucho, y por esta razón el Señor los ha mirado con predilección. Estoy seguro de ello. Agradezco a los Presidentes de las tres Repúblicas y a las Autoridades civiles la exquisita acogida que recibí. Doy las gracias a los obispos y a todos aquellos que han colaborado en la preparación y realización de este evento eclesial.

Mi visita tuvo lugar en un contexto muy diferente al que encontró  San Juan Pablo II; por eso mi misión era anunciar de nuevo a esos pueblos la alegría del Evangelio y la revolución de la  ternura, de la misericordia, porque la libertad no es suficiente para dar sentido y plenitud a la vida sin el amor, amor que siempre viene de Dios El Evangelio, que en el momento de la prueba da fuerza y ​​alma a la lucha por la liberación, en el tiempo de la libertad es luz para el camino cotidiano de las personas, de las familias, de las sociedades y es  sal que da sabor a la vida ordinaria y la preserva de la corrupción de la mediocridad y de los egoísmos.

En Lituania, los católicos son la mayoría, mientras en Letonia y Estonia prevalecen los luteranos y ortodoxos, pero muchos se han alejado de la vida religiosa. El desafío era,  pues, fortalecer la comunión entre todos los cristianos, ya desarrollada durante el duro período de la persecución. En efecto, la dimensión ecuménica era intrínseca en este viaje y se manifestó en el momento de la oración en la catedral de Riga y en el encuentro con los jóvenes en Tallin.

Al dirigirme a las respectivas Autoridades de los tres países, he puesto el acento en  la contribución que brindan a la comunidad de las naciones y especialmente a Europa: contribución de  valores humanos y sociales pasada por el crisol de la prueba. He incentivado el diálogo entre la generación de los ancianos y la de los jóvenes, para que el contacto con las "raíces" pueda continuar fertilizando el presente y el futuro. He exhortado a combinar siempre la libertad con la solidaridad y la acogida de acuerdo con la tradición de esas tierras.

Dos encuentros específicos estuvieron dedicados a los jóvenes y los ancianos: con los jóvenes en Vilnius, con los ancianos en Riga. En la plaza de Vilnius, llena de chicos  y chicas, era palpable el lema de la visita a Lituania: "Jesucristo, nuestra esperanza". Los testimonios han demostrado la belleza de la oración y del canto, donde el alma se abre a Dios; la alegría de servir a los demás, dejando los recintos del "yo" para estar en el camino, capaces de levantarse después de las caídas. Con los ancianos, en Letonia, hice hincapié en el estrecho vínculo entre la paciencia y esperanza. Aquellos que han pasado  a través de duras pruebas  son las raíces de un pueblo, que hay que custodiar  con la gracia de Dios, para que los nuevos brotes puedan arraigarse, florecer y dar fruto. El desafío para los que envejecen es no es endurecerse por dentro, sino permanecer abiertos y tiernos en la mente y el corazón; y esto es posible con la "savia" del Espíritu Santo, en la oración y escuchando la Palabra.

También con los sacerdotes, las personas consagradas y los seminaristas, encontrados en Lituania, se demostró esencial para la esperanza la dimensión de la constancia: estar centrados en Dios, firmemente enraizados en su amor. ¡Qué gran testimonio han dado y todavía dan muchos sacerdotes, religiosos y religiosas ancianos! Han sufrido calumnias, cárceles, deportaciones... pero se mantuvieron firmes en la fe. Les exhorté a no olvidar, a guardar la memoria de los mártires, a seguir sus ejemplos.

Y hablando de memoria, en Vilnius rendí homenaje a las víctimas del genocidio judío en Lituania, exactamente 75 años después del cierre del gran gueto, que fue la antecámara de la muerte de decenas de miles de judíos. Al mismo tiempo, visité el Museo de las Ocupaciones y de las Luchas por la  Libertad: me detuve en oración precisamente en las habitaciones donde los opositores del régimen eran  detenidos, torturados y asesinados. Mataban a unos cuarenta cada noche. Es conmovedor ver hasta dónde puede llegar la crueldad humana. Pensémoslo.

Pasan los años, pasan los regímenes, pero desde lo alto de la Puerta de la Aurora en Vilnius, María, Madre de la Misericordia, sigue velando por su pueblo, como una señal de esperanza cierta y de consuelo (cf. Vaticano II. Ecum. IVA. II de la Constitución dog. Lumen Gentium, 68).

Signo viviente del Evangelio es siempre la caridad concreta. Incluso donde la secularización es más fuerte, Dios habla con el lenguaje del amor, de la atención, del servicio gratuito a los necesitados. Y luego se abren los corazones y ocurren los milagros: en los desiertos brota una nueva vida.

En las tres celebraciones eucarísticas - en Kaunas, Lituania, en Aglona, ​​Letonia, y en Tallin, Estonia - el santo pueblo fiel de Dios en su camino a esas tierras ha renovado su "sí" a Cristo nuestra esperanza; lo renovó con María, que siempre se muestra Madre de sus hijos, especialmente de los que  más sufren; lo renovó como pueblo elegido, sacerdotal y santo, en cuyo corazón Dios despierta la gracia del bautismo.

Recemos por nuestros hermanos y hermanas de Lituania, Letonia y Estonia. ¡Gracias!

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente los grupos de Verdún, Burdeos, Niza y Estrasburgo. Para cada uno de nosotros, Cristo es nuestra esperanza. Siguiendo el ejemplo de nuestros hermanos en los estados bálticos, perseveremos en la fe y recordemos a los que nos han precedido, para que Dios pueda hablar a nuestro corazón y  haga germinar una nueva vida a nuestro alrededor. Dios os bendiga

Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los grupos de Inglaterra, Escocia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Nigeria, Sudáfrica, Indonesia, Malasia, Canadá y los Estados Unidos de América. En particular, saludo a los nuevos seminaristas del Venerable Colegio Inglés, que comienzan su formación sacerdotal en Roma y a los seminaristas del Pontificio Colegio Americano del Norte con sus familias, que ha venido  para su ordenación como diáconos que tendrá lugar mañana. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco el gozo y la paz de nuestro Señor Jesucristo. Dios os bendiga.

Saludos en alemán

Una cordial bienvenida a los peregrinos de habla alemana. Me complace saludar a los numerosos grupos escolares presentes, en particular los estudiantes de Cloppenburg, Hamburgo, Meppen y Frisia Oriental. Estimados amigos, sed siempre testigos de Cristo nuestra esperanza, que despierta la gracia de su amor en nuestros corazones. Que el Señor os bendiga y os sostenga en vuestro camino de fe.


Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Los animo a ser fieles al Evangelio de Jesús, que en tiempos de prueba da fuerza y alienta en la esperanza, y en tiempos de libertad ilumina la vida cotidiana de las personas, las familias y la sociedad. Que María, Madre de la Misericordia, nos acompañe en el camino de la caridad concreta y del servicio gratuito. Muchas gracias.

Saludos en portugués

Saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, especialmente los fieles de Niterói y de Olinda y Recife. Unidos en la oración para el próximo Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, os deseo que vuestra  peregrinación a Roma fortalezca, en el amor divino, los vínculos de cada uno con su familia, con la comunidad eclesial y con la sociedad. Que Nuestra Señora os acompañe y  proteja.

Saludos en árabe

¡Extiendo una cordial bienvenida a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los de Oriente Medio! Queridos hermanos y hermanas, elegimos ser santos saneando los márgenes y las periferias de nuestra sociedad, donde nuestro hermano yace, y sufre su exclusión. Fijemos la mirada en aquel hermano y tendámosle  la mano para que se levante, porque en él está la imagen de Dios; él es un hermano redimido por Jesucristo. ¡Esta es la santidad vivida, día a día! ¡El Señor os bendiga!

Saludos en polaco

Doy una calurosa bienvenida a los fieles polacos. De un modo especial, saludo a la Dirección General de la Policía y a los funcionarios de prisión  de Polonia, peregrinos en Roma con motivo del centenario de la fundación. Agradezco a todos los que me acompañaron con la  oración durante mi reciente viaje. Conservando en el corazón la experiencia de esta visita a los países histórica y espiritualmente vinculados a Polonia, encomiendo a la Madre de la Misericordia de la "Puerta de la Aurora" a vosotros,  a vuestras  familias y a vuestro país. ¡Os bendigo de todo corazón!


Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.

Me complace recibir a las Capitulares de las Misioneras de la Inmaculada Concepción; a los participantes en el encuentro promovido por el Consejo Pontificio para los Laicos, la Familia y la Vida  y al promovido por las Hijas de la Caridad.

Saludo a los grupos parroquiales; a los fieles de la diócesis de Alessandria, con el obispo, Mons. Guido Welsh y el cardenal Giuseppe Versaldi, a la escuela Santa Clara de Asís en Avellino; al grupo de la Universidad de Foggia, a la Fundación Mons. Cesare Mazzolari de Concesio y a los peregrinos de Robbio.

Un pensamiento particular dirijo a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a los recién casados.

Hoy es la memoria litúrgica de los santos médicos y mártires Cosme y Damián. Aprendamos de estos dos hermanos, el testimonio cristiano de su fe en el cuidado incansable y gratuito, ofrecido a cuántos estaban afectados por enfermedades. Por su intercesión, el Señor dé consuelo y  salud a todos los que sufren y están enfermos e inspire generosidad y espíritu de servicio a los encargados de la atención sanitaria.

Llamamiento del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado sábado, 22 de septiembre se firmó en Beijing un Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China sobre el nombramiento de los obispos en China. El acuerdo es el fruto de un largo y reflexivo proceso de diálogo destinado a fomentar una colaboración más positiva entre la Santa Sede y las autoridades chinas para el bien de la comunidad católica en China y la armonía de toda la sociedad.
Con este espíritu, he decidido dirigir a los católicos chinos y a la entera Iglesia universal un mensaje de aliento fraterno, que se publica hoy. Con él espero que en China se pueda abrir una nueva fase, que ayude a sanar las heridas del pasado, a restablecer y mantener la plena comunión de todos los católicos chinos y a asumir con renovado compromiso el anuncio del Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas, ¡tenemos una tarea importante! Estamos llamados a acompañar con oración ferviente y amistad fraterna a nuestros hermanos y hermanas de China. Saben que no están solos. Toda la Iglesia ora con ellos y por ellos. Le pedimos a Nuestra Señora, Madre de la Esperanza y Auxilio de los Cristianos, que bendiga y guarde a todos los católicos en China, mientras que para todo el pueblo chino invocamos de  Dios el don de la prosperidad y de la paz.