A las 11.15 horas de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los miembros de la Federación Italiana de Natación.
Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en el acto.
Discurso del Santo Padre
¡Queridos amigos!
Os doy mi cordial bienvenida, con un especial "gracias" al Presidente de la Federación por sus palabras.
En estos días de competiciones deportivas, -el Trofeo "Sette Colli"- además de los resultados técnicos, también dais un testimonio de disciplina, competición saludable y juego en equipo. Demostráis qué metas se pueden alcanzar a través de la fatiga del entrenamiento, que implica un gran esfuerzo e incluso renuncias. Todo esto constituye una lección de vida, sobre todo para vuestros coetáneos. Nadar, como cualquier actividad deportiva, si se practica con lealtad, se convierte en una oportunidad de formación en los valores humanos y sociales, para fortalecer junto con el cuerpo también el carácter y la voluntad, y para aprender a conocerse y aceptarse mutuamente.
Me gustaría insistir un poco en este aspecto de "hacer equipo”. Ciertamente, la natación es un deporte predominantemente individual, pero en cualquier caso practicarlo en una sociedad deportiva e incluso a nivel nacional se convierte en una experiencia de equipo, en la que la colaboración y la ayuda mutua son muy importantes. Y luego están los relevos, y el "waterpolo", que es un clásico juego de equipo. Sobre todo está la "natación sincronizada", que es realmente la exaltación del hacer equipo: es todo armonía, y la excelencia se alcanza cuando los atletas se mueven de tal manera que forman un solo movimiento. Es realmente fascinante, y para nosotros, los espectadores, parece casi imposible; pero también allí, el secreto es, además de la habilidad individual, la ayuda mutua.
Hablando de natación sincronizada, no puedo por menos que pensar en Noemi, vuestra compañera trágicamente desaparecida hace unos días, aquí en Roma. He rezado por ella y por su familia, y hoy la recuerdo junto con vosotros.
Estimados directivos y atletas, sed un buen ejemplo para vuestros compañeros, un ejemplo que pueda ayudarlos a construir su futuro. El lenguaje del deporte es universal y llega fácilmente a las nuevas generaciones. Por eso, os aliento a transmitir mensajes positivos a través de vuestra actividad, contribuyendo también así a mejorar la sociedad en la que vivimos.
Que el Señor os bendiga y os dé siempre la alegría de hacer deporte juntos, en un espíritu de fraternidad. Gracias.