Publicamos a continuación el mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado con motivo de la 101 Jornada de los fieles católicos alemanes (“Katholikentag”) que se abre hoy en Münster y termina el domingo 13 de mayo y cuyo tema es “Busca la paz”.
Mensaje del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Saludo cordialmente a todos vosotros con motivo del 101 Katholikentag que tiene lugar en Münster y me alegra que seáis tan numerosos. Vuestra participación es una clara señal de lo mucho que os importa el lema de este Katholikentag: "Busca la paz".
Esta palabra está tomada del Salmo 34: "Evita el mal y haz el bien, busca la paz y persíguela" (versículo 15). Es un imperativo y una petición de ayuda de extremada actualidad. Hoy no hay tema más importante en el debate público sobre la religión que el problema del fanatismo y la propensión a la violencia. Lo observamos en la esfera familiar, en el lugar de trabajo, en las asociaciones, en los barrios, en las regiones y en las naciones: donde el hombre como tal no es considerado como un don de Dios, hay desacuerdo, resentimiento y odio. Estoy profundamente preocupado por las personas, especialmente los niños y jóvenes, que se ven obligados a huir por causa de la guerra y la violencia en sus países para salvar sus vidas. Llaman a nuestras puertas pidiendo ayuda y acogida. En sus ojos vemos la nostalgia por la paz.
Hace 370 años, la ciudad de Münster fue escenario de una paz significativa después de una guerra devastadora. Se acordó que el homicidio de guerra, cometido por el hombre también abusando del nombre de una religión, terminase. El Katholikentag que tiene lugar aquí en Münster nos exhorta a aprender de nuestra historia el camino de la paz para nuestro futuro. Una herramienta clave para lograrlo es nuestro compromiso cristiano en la familia, en nuestras escuelas e instituciones de capacitación, pero también, y sobre todo, en la política.
La paz también crece cuando los cristianos de diferentes confesiones se manifiestan públicamente unidos en su testimonio de Cristo y se comprometen juntos en la sociedad, porque Cristo es nuestra paz (Efesios 2:14). La paz requiere la coexistencia respetuosa de todas las personas de buena voluntad de todas las religiones y de todas las confesiones. Todos pueden ser piedras preciosas para la construcción de una sociedad que ama la paz. Buscar la paz e instaurarla es tarea de todos los hombres. ¡Sed mensajeros de paz, de responsabilidad y misericordia, sobre todo para las jóvenes generaciones! En cada niño, cualquiera que sea el país donde nace, es Cristo quien nos mira, Cristo que vino a nuestro mundo como un niño indefenso. ¡Los niños son el futuro!
La participación equitativa de todos los hombres y las mujeres en el bienestar de su sociedad es la base de una paz duradera. Sin embargo, la participación igualitaria vale para todos los hombres de todas las sociedades de todo el mundo. Las grandes obras de ayuda de la Iglesia, las asociaciones y muchas parroquias dan una valiosa contribución en este ámbito. Sin embargo, la paz también comienza de una manera simple y modesta en nuestro lenguaje, en la elección de las palabras que usamos. Con palabras que son como el pan, fortificantes, de aprecio, buenas, esclarecedoras y confiables: así comienza la paz. Palabras que aman la verdad pronunciada por nuestra boca, en la sociedad y en la Iglesia, en la familia y en el círculo de amigos, en el trabajo o en el tiempo libre, sirven a la paz. ¡También las palabras de nuestras oraciones!
Os deseo que este Katholikentag sea una gran fiesta de fe y una señal de paz visible desde lejos. Los días que van desde la Ascensión hasta Pentecostés nos recuerdan que debemos rezar incesantemente al Espíritu Santo para que nos dé sus dones y haga que crezca la paz del Señor. Miremos también a María, que como Madre de la Iglesia rezó junto con los apóstoles para la venida del Espíritu Santo. ¡Que María acompañe y sostenga también nuestra búsqueda de la paz! ¡Encomendémonos a su intercesión y a su ayuda!
Estoy unido a vosotros en oración. ¡Por favor, no os olvidéis de rezar por mí! Imparto de todo corazón la bendición apostólica a cuantos se han reunido en Münster y a todos los fieles del pueblo de Dios en Alemania.