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Audiencia a la Guardia Suiza Pontificia con motivo del juramento de los nuevos reclutas , 04.05.2018

Discurso del Santo Padre

Señor Comandante,

Reverendo Capellán,

Queridos oficiales y miembros de la Guardia Suiza,

Ilustres Invitados,

¡Queridos hermanos y hermanas!:

Os doy una cordial bienvenida, en particular a los reclutas y a sus familiares y amigos que han querido compartir estos días de fiesta. Saludo con deferencia a los representantes de las Autoridades suizas,  llegados  para esta ocasión.

Vosotros, queridos Guardias, tenéis la posibilidad de prestar servicio durante un tiempo determinado en Roma, experimentando la universalidad de la Iglesia. Que este tiempo fortalezca vuestra fe y acrezca vuestro sentido de pertenencia a la comunidad eclesiástica.

La Guardia Suiza desempeña cotidianamente un servicio inapreciable al Sucesor de Pedro, a la Curia Romana y al Estado de la Ciudad del Vaticano. Se trata de un trabajo que se coloca en el surco de la fidelidad perseverante al Papa, que tuvo un momento significativo en aquel 6 de mayo del 1527, cuando vuestros predecesores sacrificaron su vida durante el “saqueo de Roma”. El recuerdo de ese acto heroico es una invitación constante a tener en  cuenta y llevar a la práctica las cualidades típicas del Cuerpo: vivir con coherencia la fe católica, perseverar en la amistad con Jesús y en el amor hacia la Iglesia, ser alegres y diligentes en las grandes así como en las pequeñas y humildes tareas cotidianas, coraje y paciencia, generosidad y solidaridad con todos. Estas son las virtudes que estáis llamados a ejercer cuando prestáis el servicio de honor y de seguridad en el Vaticano,  también cuando os quitáis el uniforme. Un Guardia suiza, de hecho, siempre es tal, ¡sea cuando esté de servicio sea cuando esté fuera de servicio!

Me alegra ver un joven como vosotros que demuestra atención hacia los demás, y que con atención está disponible para los que lo necesitan. No siempre es fácil atestiguar esta actitud, pero con la ayuda del Señor es posible. Por lo tanto, no os canséis de encontrar al Señor Jesús en la oración comunitaria y personal, en la escucha atenta de la Palabra de Dios y en la participación devota a la Eucaristía. El secreto de la eficacia de vuestro trabajo aquí en el Vaticano, así como de cada vuestro proyecto es, de hecho, la referencia constante a Cristo.

Aprovecho esta ocasión para renovar la expresión de mi agradecimiento al entero Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia. Admiro la disciplina, el sentido eclesiástico, la discreción y la profesionalidad austera pero serena con la que desempeñáis cada día vuestro servicio. Doy gracias a Dios por los diferentes dones que Él os otorga y os aseguro mi apoyo y mi oración para que podáis hacer que fructifiquen. También vosotros, por favor, rezad por mí y ayudadme a servir a la Iglesia también con vuestra oración.

Que la Virgen María, que honramos de manera especial en el mes de mayo, y vuestros santos patrones os ayuden y os protejan. Con estos sentimientos, de todo corazón imparto a cada uno de vosotros  la bendición apostólica que extiendo a vuestros familiares y a vuestra patria.