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Santa misa con ordenaciones presbiterales, 22.04.2018

Esta mañana, IV domingo de Pascua, y  LV Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Santo Padre Francisco ha presidido en la basílica vaticana,  la santa misa durante la  cual ha conferido el orden presbiteral a 16 diáconos: 6 procedentes del Colegio Redemptoris Mater, 5 del Seminario Pontificio Mayor  Romano, 4 de la  Familia de los  Discípulos, 1 de la Obra de Don Orione.

Han concelebrado con el Santo Padre: S.E. Mons. Angelo De Donatis, vicario general de Su Santidad  para la diócesis de Roma; S.E. Mons. Gianrico Ruzza, secretario general del Vicariato de Roma; los obispos auxiliares, los superiores de los seminarios interesados y los párrocos de los ordenandos.

La homilía pronunciada por el Santo Padre en el curso de la celebración eucarística ha sido, en sustancia, la homilía ritual prevista en la edición italiana del Pontifical Romano para la Ordenación de los Presbíteros, a la que ha añadido algunas consideraciones personales..

Homilía del Santo Padre

Queridos hermanos,

Estos nuestros hijos han sido llamados al orden sacerdotal. Pensemos cuidadosamente sobre el ministerio al que han sido llamados en la Iglesia. Como vosotros sabéis, el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero en él todo el pueblo de Dios también se estableció como un pueblo sacerdotal. Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiere elegir a algunos en particular, para que ejerciendo públicamente en la Iglesia, en su nombre, la función sacerdotal para todos los hombres, continúen su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.

En efecto, así como para esto fue enviado por el Padre,  así Él envío a su vez al mundo, primero a los apóstoles y luego a los obispos y sus sucesores, a quienes se les dieron como colaboradores a los presbíteros, quienes, unidos a ellos en el ministerio sacerdotal, están  llamados al servicio del Pueblo de Dios.

 Después de una cuidadosa reflexión, ahora estamos para elevar al orden de los presbíteros a estos hermanos nuestros para  que al servicio de Cristo, Maestro, Sacerdote, Pastor, cooperen para construir el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia un Pueblo de Dios y el Templo del Espíritu Santo.

De hecho, serán  configurados a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es decir, serán consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento y, con eses título que los une en el sacerdocio a su obispo, serán los predicadores del Evangelio, pastores del Pueblo de Dios, y presidirán los actos de culto, especialmente en la celebración del sacrificio del Señor.

En cuanto a vosotros, queridos hermanos e hijos, que seréis elevados al orden del presbiterio considerad que en el ejercicio del ministerio de la doctrina sagrada, participáis en la misión de Cristo, el único Maestro. Dispensad a todos esta Palabra de Dios que habéis recibido con alegría. Leed y meditad con asiduidad la Palabra de Dios  para creer lo que habéis leído, para enseñar lo que habéis aprendido en la fe, para vivir lo que habéis enseñado.

Que vuestra doctrina sea, pues,  el alimento del Pueblo de Dios y que el perfume de vuestra vida sea la alegría y el apoyo de los fieles de Cristo. Y que por la palabra y  por el ejemplo, podáis construir la Casa de Dios que es la Iglesia. Vosotros continuaréis  la obra santificadora de Cristo. A través de vuestro ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles se perfecciona porque está asociado con el sacrificio de Cristo que, a través de vuestras manos, en nombre de toda la Iglesia, se ofrece de manera incruenta en el altar durante la celebración de los Santos Misterios.

Reconoced lo que hacéis. Imitad lo que celebráis para que al participar en el misterio de la muerte y resurrección del Señor llevéis la muerte de Cristo en vuestros miembros y caminéis con Él en una nueva vida.

Con il Battesimo aggregherete nuovi fedeli al Popolo di Dio. Con il Sacramento della Penitenza rimetterete i peccati nel nome di Cristo e della Chiesa. E qui mi fermo per chiedervi: per favore, non stancatevi di essere misericordiosi. Pensate ai vostri peccati, alle vostre miserie che Gesù perdona. Siate misericordiosi. Con l’olio santo darete sollievo agli infermi. Celebrando i sacri riti e innalzando nelle varie ore del giorno la preghiera di lode e di supplica, vi farete voce del Popolo di Dio e dell’umanità intera.

Con el Bautismo, uniréis nuevos fieles al Pueblo de Dios. Con el Sacramento de la Penitencia, perdonaréis los pecados en el nombre de Cristo y de la Iglesia. Y  aquí me detengo para pediros: por favor, no os canséis de ser misericordioso. Pensad en vuestros pecados, en vuestras miserias que Jesús perdona. ¡Sed misericordiosos! Con el óleo santo, daréis alivio a los enfermos. Al celebrar los ritos sagrados  y elevar la oración de alabanza y súplica en diferentes momentos del día, os convertiréis en la voz del Pueblo de Dios y de toda la humanidad.

Conscientes de haber sido escogidos de entre los hombres y constituidos a su favor para ocuparos de las cosas de Dios, ejerced con alegría y caridad sincera la obra sacerdotal de Cristo, buscando solo agradar a Dios y no a vosotros mismos o a los hombres, o a otros intereses. Solamente al servicio de Dios, por el bien del pueblo santo y fiel de Dios. Finalmente, al participar en la misión de Cristo, Jefe y Pastor, en comunión filial con vuestros obispo, esforzaos por unir a los fieles en una sola familia, para guiarlos a Dios Padre a través de Cristo en el Espíritu Santo. Y tened siempre  ante vuestros ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no vino a ser servido sino a servir y a buscar y salvar lo que se había perdido.