Sigue el mensaje del Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Em.mo Card. Peter K.A. Turkson, en ocasión del Día Mundial de concienciación sobre el autismo que se celebra hoy:
Mensaje
El undécimo Día Mundial de concienciación sobre el autismo este año coincide con el lunes de Pascua, llamado “Lunes del Ángel”, en el que resuena el anuncio de la Resurrección: “Cristo ha resucitado, Aleluya”. En este día, impregnado de la alegría del tiempo de Pascua, la Iglesia se hace prójima para llevar el mensaje de esperanza de Cristo Resucitado a todos y, en particular, a nuestros queridos hermanos y hermanas con trastornos del espectro autista, a sus familias y a todos los que los cuidan cada día.
Según estudios epidiemológicos, la prevalencia mundial del número de personas con trastornos del espectro autista ha crecido en los últimos 50 años; se estima que 1 niño sobre 160 está afectado por estos trastornos[1]. Esta tendencia corre el riesgo de acentuarse, por lo cual se pide un esfuerzo mayor y nuevas fuerzas para poder responder, de manera adecuada, a esta evolución, que parece haber asumido un carácter de emergencia.
La Iglesia, con sus obras, atestigua su atención y diligencia hacia las personas con trastornos del espectro autista. En nuestras comunidades está presente una actitud general de acogida, aunque si todavía cuesta llevar a cabo una inclusión verdadera, por lo que es fundamental que “nuestras comunidades cristianas sean “casas” en las que todo sufrimiento encuentre com-pasión, en las que cada familia con su cargo de dolor y fatiga pueda sentirse comprendida y respetada en su dignidad”[2].
Dirijo una mirada especial a las familias de las personas con trastornos del espectro autista, que merecen una gran admiración por aceptar, con amor, la díficil prueba de un hijo afectado por este trastorno, gestionando y tomando decisiones difíciles, que atañen al entero ciclo vital de la familia [3] y, no obstante las dificultades, acompañan a a sus hijos con ternura y perseverancia, ofreciendo un testimonio extraordinario de amor por la persona humana[4].
Es esencial estar de forma activa al lado de los que están afectados por los trastornos del espectro autista y de sus familias, abrumadas por el peso de una carga de trabajo enorme, a veces insoportable. Hay que escuchar y convertir en acciones y actividades concretas y apropiadas sus manifestaciones de malestar y sus peticiones de ayuda. Hay que tomar en consideración a todos los miembros de la familia, non solo a los padres sino también a los otros hijos eventuales, cuyo desarrollo necesita la máxima atención y cuidado. ¡Cuántas veces se sienten inadecuados, ineficaces y frustrados!
Como afirma el Papa Francisco “Es necesario el compromiso de todos para promover la acogida, el encuentro, la solidaridad, en una obra concreta de apoyo y de renovada promoción de la esperanza, contribuyendo de esta manera a romper el aislamiento y, en muchos casos, también la estigmatización que pesa sobre las personas con trastornos del espectro autista, así como sobre sus familias”[5].
Aunque se hayan emanado muchas leyes, a nivel nacional e internacional, para reconocer a las personas con trastornos del espectro autista y facilitar su vida, todavía se ponen poco en práctica, con la consecuencia de que son las familias las que tienen que cubrir, con no pocas dificultades, las lagunas y las carencias de las instituciones y del sistema de los servicios médicos-asistenciales.
Por esto, es fundamental construir una sólida alianza entre los sectores sanitario, sociosanitario y educativo y garantizar la continuidad de la asistencia y de la cura durante toda su vida. La especialización y la integración entre los servicios de la edad evolutiva y los de la edad adulta deben asegurarles las intervenciones apropiadas sin poner en riesgo los recursos utilizados.
Por lo tanto, es importante que los gobiernos, las instituciones y la entera comunidad social, se movilicen para responder a las necesidades de las personas con trastornos del espectro autista, aprendiendo a entender sus diferentes especifidades a lo largo de su vida y a ofrecerles oportunidades de inclusión social. Se favorecerán, de esta manera, la cultura del encuentro y de la solidaridad en lugar de la cultura de la exclusión y del descarte, que en cambio los relegan a los márgenes de la sociedad. De hecho, las personas afectadas por estos trastornos, se enfrentan cada día no solamente con las dificultades debidas a su condición sino también con muchos límites que la sociedad les pone, prívandolos de la posibilidad de vivir plenamente sus posibilidades.
Agradezco a las familias, a las diferentes asociaciones, a los grupos parroquiales y eclesiásticos, a los agentes sociosanitarios, a los sacerdotes, a los consagrados, a los voluntarios y a todos los que, por distintos motivos, se esfuerzan en el cuidado, en la asistencia y en la promoción integral de las personas con trastornos del espectro autista.
Encomendamos a todos los queridos hermanos y hermanas con trastornos del espectro autista, a María, Madre de la ternura, para que cada paso difícil del camino, iluminado por la luz de Pascua, inspire a cada uno y a toda la familia humana a emprender acciones concretas de verdadera solidaridad y apoyo.
Cardenal Peter K. A. Turkson
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[1] Cfr. OMS, Trastornos del espectro autista, Nota descriptiva, abril de 2017.
[2] Papa Francisco, Discurso a los participantes en un congreso para personas discapacitadas, 11 de junio de 2016.
[3] Cfr. XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Relatio finalis, 24 de octubre de 2015, 21.
[4] Cfr. Papa Francisco, Mensaje por la XXVI Jornada Mundial del Enfermo, 11 de febrero de 2018.
5] Cfr. Papa Francisco, Discurso a los participantes en la XXIX Conferencia internacional organizada por el Consejo Pontificio para los agentes sanitarios sobre el tema: “ La persona con trastornos del espectro autista: animar a la esperanza”, 22 de noviembre de 2014.