Esta noche, a las 21.15, el Santo Padre Francisco ha presidido en el Coliseo el piadoso ejercicio del “Vía Crucis”, transmitido en mundovisión.
Los textos de las meditaciones y de las oraciones propuestas este año para las estaciones del Vía Crucis han sido preparados por un grupo de jóvenes estudiantes de un instituto de enseñanza secundaria de Roma, coordinado por el profesor Andrea Monda.
Reproducimos a continuación la oración compuesta por el Santo Padre y que ha rezado al final del Vía Crucis, así como la lista de las personas que han llevado la cruz durante las 14 estaciones, entre las cuales estaban los jóvenes autores de los textos:
Oración del Santo Padre
Señor Jesús, nuestra mirada se dirige a ti, llena de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza.
Que nos llene, delante de tu amor supremo, la vergüenza por haberte dejado solo a sufrir por nuestros pecados:
la vergüenza por haber huido frente a la prueba aunque te hayamos dicho miles de veces: “aunque todos te dejen, yo nunca te dejaré”;
la vergüenza de haber elegido a Barrabás y no a ti, al poder y no a ti, a la apariencia y no a ti, al dios dinero y no a ti, a la mundanidad y no a la eternidad;
la vergüenza por haberte tentado con la boca y con el corazón, cada vez que nos encontramos frente a una prueba, diciéndote “¡si tú eres el Mesías, sálvate y creeremos!”;
la vergüenza porque muchas personas, e incluso algunos de tus ministros, se dejaron engañar por la ambición y por la gloria vanidosa perdiendo su dignidad y su primer amor;
la vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y por las guerras; un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos están marginados;
la vergüenza de haber perdido la vergüenza ;
Señor Jesús, ¡danos siempre la gracia de la santa vergüenza!
Nuestra mirada también está llena de un arrepentimiento que frente a tu silencio elocuente suplica tu misericordia:
el arrepentimiento que brota de la certeza de que solo tú puedes salvarnos del mal, solo tú puedes curarnos de nuestra lepra de odio, de egoísmo, de soberbia, de avaricia, de venganza, de codicia, de idolatría, solo tú puedes volver a abrazarnos dándonos otra vez la dignidad filial y alegrarte por nuestro regreso a casa, a la vida;
el arrepentimiento que florece del sentir nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra vanidad y que se deja acariciar por tu invitación suave y poderosa a la conversión;
el arrepentimiento de David que desde el abismo de su miseria encuentra en ti su única fuerza;
el arrepentimiento que nace de nuestra vergüenza, que nace de la certeza de que nuestro corazón quedará siempre inquieto hasta que no te encuentre a ti y en ti su única fuente de plenitud y de quietud;
el arrepentimiento de Pedro que al encontrar tu mirada lloró amargamente por haberte negado delante de los hombres.
Señor Jesús, ¡danos siempre la gracia del santo arrepentimiento!
Frente a tu majestad suprema se enciende, en la oscuridad de nuestra desesperación, la llama de la esperanza porque sabemos que tu única medida de amarnos es la de amarnos sin medida;
la esperanza porque tu mensaje sigue inspirando, todavía hoy, a muchas personas y pueblos de que solo el bien puede vencer al mal y a la maldad, solo el perdón puede derribar el rencor y la venganza, solo el abrazo fraternal puede dispersar la hostilidad y el miedo al otro;
la esperanza porque tu sacrificio sigue emanando, todavía hoy, el perfume del amor divino que acaricia los corazones de muchos jóvenes que siguen dedicándote sus vidas volviéndose ejemplos de caridad y de gratuidad en este mundo devorado por la lógica de la ganancia y del dinero fácil;
la esperanza porque muchos misioneros y misioneras siguen desafiando, todavía hoy, la conciencia dormida de la humanidad arriesgando la vida para servirte en los pobres, los descartados, los inmigrantes, los invisibles, los explotados, los hambrientos y los presos;
la esperanza porque tu Iglesia, santa y hecha por pecadores, a pesar de todos los intentos de desacreditarla, sigue siendo, todavía hoy, una luz que ilumina, anima, alivia y atestigua tu amor ilimitado por la humanidad, un modelo de altruismo, un arca de salvación y una fuente de certeza y de verdad;
la esperanza porque de tu cruz, fruto de la avaricia y la cobardía de tantos doctores de la Ley e hipócritas, brotó la Resurrección convirtiendo las tinieblas de la tumba en el fulgor del alba del Domingo sin ocaso, enseñándonos que tu amor es nuestra esperanza.
Señor Jesús, ¡danos siempre la gracia de la santa esperanza!
Ayúdanos, Hijo del hombre, a despojarnos de la arrogancia del ladrón puesto a tu izquierda y de los miopes y de los corruptos, que vieron en ti una oportunidad que explotar, un condenado que criticar, un vencido del que burlarse, otra ocasión para echar sobre los otros, incluso a Dios, sus propias culpas.
Te pedimos en cambio, Hijo de Dios, que nos identifiquemos con el buen ladrón que te miró con los ojos llenos de vergüenza, de arrepentimiento y de esperanza; que, con los ojos de la fe vio en tu aparente derrota la victoria divina y así se arrodilló ante tu misericordia y ¡con honradez robó el paraíso! ¡Amén!
Lista de las personas que han llevado la cruz durante las 14 estaciones
I y XIV estación
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S. Exc.ªRev.ma Mons. Angelo De Donatis
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II estación
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Maria Tagliaferri y Margherita Di Marco
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III estación
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Caterina Benincasa y Agnese Brunetti
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IV estación
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U.N.I.T.A.L.S.I.
Tufano Aniello (camillero);
Laudicino Maria (hermana asistencia);
Ardovini Francesca (hermana asistencia); Perinelli Alicia (discapacitada)
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V estación
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Chiara Mancini y Cecilia Nardini
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VI estación
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Francesco Porceddu y Sofia Russo
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VII estación
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Familia de la Siria: Riad Sargi y Rouba Farah con sus tres hijos
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VIII estación
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Chiara Bartolucci y Greta Giglio
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IX estación
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Valerio De Felice y Greta Sandri
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X estación
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P. José Narlaly de los Padres Trinitarios
Sr. Alkhayat Leya y Sr. Hikma E. Hanna
Monjas dominicas de S. Caterina da Siena (iraquíes)
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XI estación
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Flavia De Angelis y Marta Croppo
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XII estación
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Familia Monda
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XIII estación
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Frailes de Tierra Santa:
Fr. Antonio D’Aniello y Fr. Elivano Luiz da Silva
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Jóvenes que llevan las antorchas: Karim Dimashki y Christian Ciaralli; Roberto Raponi y Monica Geraldi
(Diócesis de Roma y Asociación SS. Pedro y Pablo)
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