A las 12 de hoy, IV domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.
Estaban presentes , entre otros, los muchachos de la Acción Católica de la diócesis de Roma, que han terminado con la "Caravana de la Paz", el mes de enero que dedican tradicionalmente a ese tema. Al final de la oración del Ángelus, dos niños pertenecientes a dos parroquias romanas diferentes, invitados al apartamento pontificio, leyeron un mensaje en nombre de la Acción Católica de Roma.
Estas fueron las palabras del Papa antes de la oración mariana:
Antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (véase Marcos 1: 21-28) forma parte de la narración más amplia conocida como “la jornada de Cafarnaúm". En el centro de la historia está el evento del exorcismo, a través del cual Jesús se presenta como un profeta poderoso en palabras y obras.
Entra a la sinagoga de Cafarnaúm el sábado y comienza a enseñar; las personas se sorprenden de sus palabras, porque no son palabras comunes, no se parecen a lo que generalmente escuchan. Los escribas, de hecho, enseñan pero sin tener una autoridad propia . Y Jesús enseña con autoridad. Jesús, en cambio, enseña como alguien que tiene autoridad, revelándose así como el Enviado de Dios, y no como un simple hombre que debe basar su enseñanza solamente en las tradiciones precedentes. Jesús tiene plena autoridad. Su doctrina es nueva y el Evangelio dice que la gente comentaba: "Una doctrina nueva, expuesta con autoridad" (v. 27).
Al mismo tiempo, Jesús también es poderoso en sus obras. En la sinagoga de Cafarnaúm hay un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se manifiesta gritando estas palabras: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos ? Sé quién eres tú: ¡el santo de Dios!» (V.24). El diablo dice la verdad: Jesús vino a destruir al diablo, a destruir al diablo, a vencerlo. Este espíritu inmundo conoce el poder de Jesús y también proclama su santidad. Jesús lo conmina y le dice: "¡Cállate y sal de él "(v. 25). Estas pocas palabras de Jesús son suficientes para obtener la victoria sobre Satanás, quien sale de ese hombre "agitándolo violentamente y dando un fuerte grito ", dice el Evangelio (v.26).
Este hecho impresiona mucho a los presentes; todos son presos del temor y se preguntan: «Pero, ¿qué es? [...] Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen »(V. 27). El poder de Jesús confirma la autoridad de su enseñanza. No pronuncia solamente palabras: actúa. Así manifiesta el plan de Dios con palabras y con el poder de las obras. Efectivamente, en el Evangelio vemos que Jesús, en su misión terrenal, revela el amor de Dios sea con la predicación que con innumerables gestos de atención y socorro a los enfermos, a los necesitados, a los niños, a los pecadores.
Jesús es nuestro Maestro, poderoso en palabras y obras. Jesús nos comunica toda la luz que ilumina las calles, a veces oscuras, de nuestra existencia; también nos comunica la fuerza necesaria para superar las dificultades, las pruebas, las tentaciones. ¡Pensemos en lo grande que ha sido para nosotros la gracia de haber conocido a este Dios tan poderoso y tan bueno! Un maestro y un amigo, que nos muestra el camino y nos cuida, especialmente cuando lo necesitamos.
La Virgen María, mujer de la escucha, nos ayude a hacer silencio alrededor y dentro de nosotros, para escuchar, en medio del fragor de los mensajes del mundo, la palabra más autorizada de todas: la de su Hijo Jesús, que anuncia el sentido de nuestra existencia y nos libera de toda esclavitud, incluso de la del Maligno.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer desde Afganistán llegó la dolorosa noticia de la terrible masacre terrorista llevada a cabo en la capital, Kabul, con más de un centenar de muertos y numerosos heridos. Hace unos días, otro atentado grave, siempre en Kabul, había sembrado el terror y la muerte en un gran hotel. ¿Hasta cuándo tendrá que soportar el pueblo afgano esta violencia inhumana? Oremos en silencio por todas las víctimas y por sus familias; y recemos por todos los que, en ese país, continúan trabajando para construir la paz.
Hoy se celebra la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Lamentablemente, esta enfermedad todavía sigue atacando, sobre todo, a las personas más desfavorecidas y pobres. A estos hermanos y hermanas les aseguramos nuestra cercanía y solidaridad; y también rezamos por aquellos que los asisten y trabajan para su reintegración a la sociedad.
Saludo a las familias, a las parroquias, asociaciones y a todos los que han venido de Italia y de tantas partes del mundo. En particular, a los estudiantes de Badajoz (España), a los fieles de Liubliana (Eslovenia) y a los de Venecia y Veglie.
¡Con gran afecto saludo a los chicos y chicas de la Acción Católica de la diócesis de Roma! Espero que incluso haciendo ruido, sepáis hacer cosas buenas, ¿verdad? Queridos jóvenes, también este año, acompañados por el arzobispo vicario, por vuestros padres y educadores y por vuestros sacerdotes asistentes, habéis llegado al final de la "Caravana de la Paz". Gracias por esta iniciativa. ¡Gracias, muchas gracias! ¡No os canséis de ser instrumentos de paz y alegría entre vuestros compañeros! Ahora escuchemos todos el mensajes que nos leerán vuestros amigos, que están aquí a mi lado.
[lectura del mensaje]
[Se dirige a los dos niños que leen el mensaje]:
Gracias, gracias. Quedaos aquí ¡Saludad, saludad, sin miedo!
Y ahora, junto con nuestras oraciones por la paz, cada uno de nosotros en su corazón rece por la paz. ¡Junto con estas oraciones, los globos se elevarán hacia el cielo!
[lanzamiento de los globos]
¿Habéis visto estos globos? Cuando rezamos mal, cuando llevamos una vida que no es la vida que Jesús quiere, nuestras oraciones no llegan y para esto tiene que venir una ayuda para que suban. Cuando sintáis que vuestras oraciones no suben, buscad la ayuda de alguien.
Os deseo a todos un buen domingo. Por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!