A las 12 de la mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a la Asociación Italiana de Maestros Católicos (AIMC), al final de su XXI Congreso Nacional titulado: "Memoria y Futuro. Periferias y fronteras de los saberes profesionales " (Roma, 3 - 5 de enero de 2018).
Publicamos a continuación el discurso que el Papa dirigió a los presentes en el encuentro:
Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida, representantes de la Asociación Italiana de Maestros Católicos, con motivo de vuestro congreso nacional, y agradezco al presidente sus palabras.
Me gustaría proponeros tres puntos de reflexión y de compromiso: la cultura del encuentro, la alianza entre la escuela y la familia y la educación ecológica. Y también un estímulo para hacer asociación.
Antes que nada, os agradezco vuestra contribución en el esfuerzo de la Iglesia por promover la cultura del encuentro. Y os animo a que lo hagáis, si es posible, de una manera aún más capilar e incisiva. De hecho, en este desafío cultural, son decisivas las bases sentadas a lo largo de los años de la educación primaria de los niños. Los maestros cristianos, ya sea que trabajen en escuelas católicas o en escuelas estatales, están llamados a estimular en los alumnos la apertura al otro como rostro, como persona, como hermano y hermana para conocer y respetar, con su historia, sus méritos y defectos, riquezas y límites. El reto consiste en cooperar para formar chicos abiertos e interesados en el mundo que les rodea, capaces de cuidados y de ternura - pienso en el acoso - que estén libres del prejuicio difuso según el cual para valer hay que ser competitivos, agresivos y duros con los demás, especialmente con el que es diferente, extranjero o con el que de alguna manera es considerado como un obstáculo para la afirmación propia. Desafortunadamente, este es un "aire" que nuestros niños respiran a menudo, y el remedio es asegurarse de que puedan respirar un aire diferente, más saludable y más humano. Y para este propósito, la alianza con los padres es muy importante.
Y aquí llegamos al segundo punto, es decir, a la alianza educativa entre la escuela y la familia. Estoy convencido de que el pacto educativo está roto; se ha roto el pacto educativo entre la escuela, la familia y el Estado. Se ha roto, tenemos que recuperarlo. Todos sabemos que esta alianza está en crisis desde hace mucho tiempo y, en algunos casos, está completamente rota. Una vez había mucho refuerzo mutuo entre los estímulos dados por los maestros y los dados por los padres. Hoy la situación ha cambiado, pero no podemos sentir nostalgia por el pasado. Debemos tomar nota de los cambios que han afectado tanto a la familia como a la escuela, y renovar el compromiso de una colaboración constructiva, es decir, reconstruir la alianza y el pacto educativo, en beneficio de los niños y los jóvenes. Y dado que esta sinergia ya no ocurre de forma "natural", debe favorecerse de una manera proyectual , también con la contribución de expertos en el campo pedagógico. Pero primero debemos fomentar una nueva "complicidad" -soy consciente del uso de esta palabra-, una nueva complicidad entre maestros y padres. En primer lugar, renunciando a considerarse como frentes opuestos, culpándose mutuamente, sino, por el contrario poniéndose unos en el lugar de los demás, comprendiendo las dificultades objetivas que uno y otro encuentran hoy en la educación, y creando así una mayor solidaridad: complicidad solidaria.
El tercer aspecto que quiero subrayar es la educación ecológica (ver Enc. Laudato si ', 209-2015). Naturalmente, no es solo cuestión de dar algunas nociones, que deben enseñarse. Se trata de educar a un estilo de vida basado en la actitud de cuidado para nuestra casa común que es la creación. Un estilo de vida que no sea esquizofrénico, es decir, que por ejemplo, se preocupe de los animales en extinción pero ignore los problemas de los ancianos; o que defienda la selva amazónica pero descuide los derechos de los trabajadores a un salario justo, y así sucesivamente. Esto es esquizofrenia. La ecología en la que educar debe ser integral. Y, sobre todo, la educación debe apuntar al sentido de la responsabilidad: no a transmitir eslóganes que los demás deberían realizar , sino a despertar el placer de experimentar una ética ecológica, a partir de decisiones y gestos de la vida cotidiana. Un estilo de comportamiento que en la perspectiva cristiana encuentra significado y motivación en la relación con Dios creador y redentor, con Jesucristo, centro del cosmos y de la historia, con el Espíritu Santo, fuente de armonía en la sinfonía de la creación.
Finalmente, queridos hermanos y hermanas, quiero agregar una palabra sobre el valor de ser y hacer asociación. Es un valor que no se debe dar por sentado, sino cultivar siempre, y los momentos institucionales como el Congreso sirven para esto. Os exhorto a renovar la voluntad de ser y hacer asociación recordando los principios inspiradores, a leer los signos de los tiempos y con una mirada abierta al horizonte social y cultural. No tengáis miedo de las diferencias ni tampoco de los conflictos que normalmente existen en las asociaciones de laicos; es normal que los haya, es normal. No los ocultéis, enfrentadlos con un estilo evangélico, en la búsqueda del verdadero bien de la asociación, evaluado sobre la base de los principios estatutarios. Ser una asociación es un valor y una responsabilidad confiado a vosotros en este momento. Con la ayuda de Dios y de los pastores de la Iglesia, estáis llamados que fructifique este talento puesto en vuestras manos.
Gracias. Os doy las gracias por este encuentro y os bendigo de todo corazón, así como a la asociación y a vuestro trabajo. Vosotros también, por favor, rezad por mí.