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Las palabras del Papa en la oración del ángelus , 08.12.2017

A las 12,00 el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su  estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con  los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana.

Antes  del ángelus

Queridos hermanos y hermanas: ¡ buenos días y feliz fiesta!

Hoy contemplamos la belleza de María Inmaculada. El Evangelio, que narra el episodio de la Anunciación, nos ayuda a comprender lo que celebramos, sobre todo a través del saludo del ángel. Él se dirige a María con una palabra no fácil de traducir, que significa ‘colmada de gracia’, ‘creada por la gracia’, “llena de gracia” (Lc 1,28). Antes de llamarla María, la llama llena de gracia y así revela el nombre nuevo que Dios le ha dado y que es más apropiado para Ella que el que le dieron sus padres. También nosotros la llamamos así, en cada Ave María.

¿Qué quiere decir llena de gracia? Que María está llena de la presencia de Dios. Y si está enteramente habitada por Dios, no hay lugar en Ella para el pecado. Es algo extraordinaria, porque todo en el mundo, desgraciadamente, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros, mirando dentro de sí, ve algunos lados oscuros. También los santos más grandes eran pecadores y todas las realidades, incluso las más bellas, están tocadas  por el mal: todas, menos María. Ella es el único ‘oasis siempre verde’ de la humanidad, la única incontaminada, creada inmaculada para acoger plenamente, con su ‘sí’ a Dios que venía al mundo y comenzar así una historia nueva.

Cada vez que la reconocemos llena de gracia, le hacemos el cumplido más grande, el mismo que le hizo Dios. Un hermoso cumplido para  una señora es decirle con buen gusto,  que parece joven. Cuando le decimos a María llena de gracia, en cierto sentido también le decimos eso, a nivel más alto. En efecto, la reconocemos siempre joven, nunca envejecida por el pecado. Sólo hay algo que hace envejecer, envejecer interiormente: no es la edad, sino el pecado. El pecado envejece porque esclerotiza el corazón. Lo cierra, lo vuelve inerte, hace que se  marchite. Pero la llena de gracia está vacía de pecado. Entonces es siempre joven ‘más joven que el pecado’ es ‘la más joven del género humano’ (G Bernanos, Diario de un cura rural, II, 1088, p 175).

Hoy la Iglesia felicita a María llamándola toda bella, tota pulchra. Así como su juventud no está en su edad, tampoco su belleza consiste en lo exterior. María, como muestra el Evangelio de hoy , no sobresale en apariencia: de familia sencilla, vivía humildemente en Nazaret, una aldea casi desconocida. Y no era famosa: incluso cuando el ángel la visitó nadie lo supo, ese día no había allí ningún reportero. La Virgen no tuvo tampoco una vida acomodada, sino preocupaciones y temores: ‘se turbó’ (v 29), dice el Evangelio, y, cuando el ángel ‘dejándola se fue’ (v 38), los problemas aumentaron.

Sin embargo, la llena de gracia vivió  una vida hermosa. ¿Cuál era su secreto? Nos damos cuenta  si miramos otra vez  la escena de la Anunciación. En muchos cuadros, María está representada sentada ante el ángel con un librito en sus manos. Este libro es la Escritura. María solía escuchar a Dios y transcurrir su tiempo con Él. La Palabra de Dios era su secreto: cercana a su corazón, se hizo carne luego en su seno. Permaneciendo con Dios, dialogando con Él en toda circunstancia, María hizo bella su vida. No la apariencia, no lo que pasa, sino el corazón tendido hacia Dios hace bella la vida. Miremos hoy con alegría a la llena de gracia. Pidámosle que nos ayude a permanecer jóvenes, diciendo ‘no’ al pecado, y a vivir una vida bella, diciendo sí’ a Dios.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo con afecto a todos vosotros, peregrinos hoy aquí presentes,  especialmente a las familias y a los grupos parroquiales. Saludo a la cofradía y a los atletas de Rocca di Papa,  y a los estudiantes de las Escuelas Salesianas de Milán.

En esta fiesta de María Inmaculada, la Acción Católica Italiana renueva su adhesión. Pienso en sus asociaciones diocesanas y parroquiales y aliento a todos a intensificar el esfuerzo formatico para ser testigos creíbles del Evangelio. ¡Que la Virgen bendiga a la Acción Católica y haga fecundo su propósito de servir a la misión evangelizadora de la Iglesia!

Deseo a todos una buena fiesta y un buen camino de Adviento. Por favor, no os olvidéis de rezar