Esta tarde en el Palacio de la Cancillería de Roma ha tenido lugar la XXII sesión pública de las Academias Pontificias titulado: “Caminos de investigación en la tradición latina”.
Los trabajos han sido presentados por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias.
Durante la sesión, antes de entregar el Premio de las Academias Pontificias de este año, el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin ha leído el mensaje enviado por el Santo Padre cuyo texto publicamos a continuación.
Mensaje del Santo Padre
Para el Venerable Hermano
Cardenal GIANFRANCO RAVASI
Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias
Con alegría y gratitud me dirijo a Usted con motivo de la XXII sesión pública solemne de las Academias Pontificias, la manifestación que se renueva cada año desde 1995, y que constituye el punto de referencia de la trayectoria de las siete Academias Pontificias reunidas en el Consejo de Coordinación que Usted preside. Esta manifestación se asocia con la entrega del Premio de las Academias Pontificias, organizado, de vez en vez, por cada una de ellos, dependiendo del sector de competencia, para promover y sostener los esfuerzos de cuantos, especialmente los jóvenes o las instituciones que trabajan con los jóvenes, destacan en los sectores respectivos por sus contribuciones significativas al proyecto que podríamos definir como "humanismo cristiano".
Por lo tanto, me gustaría dirigir mi cordial saludo a todos vosotros, cardenales, obispos, embajadores, académicos y amigos que participáis en esta sesión pública solemne esperando vivamente que esta ocasión represente para todos, pero especialmente para los ganadores del Premio, un estímulo para la investigación y el estudio en profundidad de los temas fundamentales dela visión humanista cristiana.
De esta edición es protagonista, por primera vez, la Pontificia Academia Latinitatis, incorporada al Consejo de Coordinación de las Academias Pontificias tras su institución, deseada por mi venerado predecesor Benedicto XVI con el Motu Proprio Latina Lingua de 10 de noviembre de 2012, con el fin de " sustituir el empeño por un mayor conocimiento y un uso más competente de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesial como en el más amplio mundo de la cultura."(n.4).
Dirijo, pues, un saludo particular al presidente de la Academia, el profesor Ivano Dionigi, y todos los académicos, dándoles las gracias por su compromiso activo, atestiguado sobre todo por la revista Latinitas, que se propone como un punto de referencia cualificado y competente para los estudiosos y los amantes de la lengua y la cultura latina.
También me congratulo con vosotros por la elección del tema de esta sesión pública: "In interiore homine". Caminos de investigación en la tradición latina", que, de hecho, quiere conjugar los itinerarios de investigación recorridos por los autores latinos, clásicos y cristianos, con una temática absolutamente central, no solo en la experiencia cristiana sino también en la simplemente humana. El tema de la interioridad, del corazón, de la conciencia y del conocimiento de sí mismo se encuentra, efectivamente, en todas las culturas, así como en las diferentes tradiciones religiosas y, significativamente, se replantea con gran urgencia y fuerza también en nuestro tiempo, a menudo caracterizado por las apariencias, la superficialidad, la escisión entre corazón y mente, entre interioridad y exterioridad, entre conciencia y comportamiento. Los momentos de crisis, de cambio, de transformación no solo de las relaciones sociales sino sobre todo de la persona y de su identidad más profunda, llaman, inevitablemente, a la reflexión sobre la interioridad, sobre la esencia íntima del ser humano.
Una página del Evangelio nos ayuda a reflexionar sobre la cuestión: Se trata de la parábola del Padre misericordioso. En su parte central leemos la afirmación referida al "hijo pródigo": «In se autem reversus dixit: […] “Surgam et ibo ad patrem meum". Y entrando en sí mismo, dijo: [...] “Me levantaré e iré a mi padre” (Lc 15: 17-18). El itinerario de la vida cristiana y de la misma vida humana bien puede resumirse en este dinamismo, primero interior y luego exterior, que inicia el camino de la conversión, del cambio profundo, coherente y no hipócrita, y por lo tanto del auténtico desarrollo integral de la persona.
Muchas figuras, tanto del mundo clásico grecorromano como del mundo cristiano - pienso, sobre todo en los Padres de la Iglesia y en los escritores latinos del primer milenio cristiano - han reflexionado sobre este dinamismo, sobre la interioridad del ser humano, proponiendo numerosos textos que todavía hoy son de gran profundidad y actualidad y merecen no caer en el olvido.
Entre todos, un papel de absoluta preeminencia lo ocupa, ciertamente, San Agustín, quien, a partir de su experiencia personal, testimoniada en las Confesiones, nos ofrece páginas inolvidables y sugestivas. Por ejemplo en De vera religione, se pregunta lo que constituye la verdadera armonía y, resumiendo, tanto la antigua sabiduría – desde la máxima "Conócete a ti mismo", grabada en el templo de Apolo en Delfos, hasta las frases similares de Séneca – como las palabras evangélicas, afirma: "Noli foras ire, in teipsum redi; in interiore homine habitat veritas; et si tuam naturam mutabilem inveneris, trascende et teipsum». "No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad; y si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a ti mismo."(39,72).
Su reflexión se convierte, más adelante, en un fuerte llamamiento en el Comentario sobre el Evangelio de Juan (18.10): "Redite ad cor: quid itis a vobis, et peritis ex vobis? Quid itis solitudinis vias?»."¡Regresad al corazón! ¿Por qué os vais de vosotros y perecéis por vosotros? ¿Por qué vais por caminos solitarios? Erráis vagando”. Luego, renovando la invitación, indica la meta, la patria del itinerario humano: “Redi ad cor; vide ibi quid sentias forte de Deo, quia ibi est imago Dei. In interiore homine habitat Christus, in interiore homine renovaris ad imaginem Dei, in imagine sua cognosce auctorem eius”.. "Regresa al corazón: allí ve qué percibes quizá de Dios, porque allí está la imagen de Dios. En el hombre interior habita Cristo en el hombre interior eres renovado a imagen de Dios, en su imagen conoce a su autor."(ibid).
Estas frases tan sugestivas son de extraordinario interés también para nuestros días y tendríamos que repetírnoslas a nosotros mismos, a aquellos con quienes compartimos nuestro humano recorrido, especialmente a los más jóvenes, que comienzan la gran aventura de la vida y, a menudo, se quedan atrancados en los laberintos de la superficialidad y de la banalidad, del éxito exterior que esconde un vacío interior, de la hipocresía que enmascara la escisión entre la apariencia y el corazón, entre el cuerpo hermoso y cuidado y el alma vacía y árida.
Queridos amigos, como San Agustín, yo también quisiera hacer un llamamiento a vosotros académicos, a los participantes en la sesión pública, y especialmente a los que tienen la tarea de enseñar, de transmitir la sabiduría de los padres, encerrada en los textos de la cultura latina: Hablad al corazón de los jóvenes, atesorad el rico patrimonio de la tradición latina para educarlos en el camino de la vida, y acompañarlos a lo largo de senderos llenos de esperanza y confianza, basándoos en la experiencia y la sabiduría de aquellos que han tenido la alegría y el valor de "Regresar a sí mismos" para seguir la propia identidad y la vocación humana.
Deseando, ahora, alentar y apoyar a quienes, en el estudio de la lengua y la cultura latina, se esfuerzan por ofrecer una contribución seria y valiosa al humanismo cristiano, me complace otorgar el Premio de las Academias Pontificias, ex aequo, al Dr. Pierre Chambert-Protat por su tesis doctoral sobre Floro di Lyon, y al Dr. Francesco Lubian, por la publicación crítica de los Disticha atribuida a San Ambrosio.
Además, para alentar el estudio del patrimonio de la cultura latina, me complace otorgar la Medalla del Pontificado a la Dra. Shari Boodts por la edición crítica de los Sermones de San Agustín y al Grupo de Profesores de Latín de la Universidad de Tolosa 2, por la publicación de un valioso manual en latín para estudiantes universitarios.
Por último, deseo a los académicos y a todos los participantes en el encuentro un compromiso cada vez más fecundo en sus respectivos campos de investigación, y encomiendo a todos y a cada uno de vosotros a la Virgen María, modelo de interioridad que el Evangelio de Lucas nos presenta dos veces, como aquella que "conservabat omnia verba haec conferens in corde suo " (Lc 2:19). Que ella os ayude a custodiar siempre la Palabra de Dios en vuestro corazón para que sea la fuente luminosa e inagotable de todos vuestros esfuerzos.
Os imparto de todo corazón, a todos vosotros y a vuestras familias una bendición apostólica especial.
Desde el Vaticano, 5 de diciembre de 2017.