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Audiencia general , 22.11.2017

Catequesis del Santo Padre

Saludos en las diversas lenguas

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9,25  en la Plaza de San Pedro   donde el Santo Padre Francisco ha encontrado  a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.

El Papa ha proseguido su nuevo ciclo de catequesis dedicada a la santa misa, cuyo tema ha sido esta vez:  “La misa es el memorial del misterio pascual de Cristo” . Tras resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!

Continuando con la catequesis  sobre la misa, podemos preguntarnos: ¿Qué es esencialmente la misa? La misa es el memorial del misterio pascual de Cristo. Nos hace partícipes  de su victoria sobre el pecado y la muerte, y da un significado pleno a nuestra vida.

Por eso, para comprender el valor de la misa, debemos entender ante todo el significado bíblico del "memorial". No es “solamente el recuerdo de los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha realizado en favor de los hombres (cf Ex 13,3). En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos”. "(Catecismo de la Iglesia Católica, 1363). Jesucristo, con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, ha llevado a cumplimiento la Pascua. Y la misa es el memorial de su Pascua, de su "éxodo" que  cumplió por nosotros, para sacarnos de la esclavitud y hacernos entrar en la tierra prometida de la vida eterna. No es solamente un recuerdo, no; es mucho más: es hacer presente lo que sucedió hace veinte siglos.

La Eucaristía nos lleva siempre a la cumbre de la acción salvífica de  Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido para nosotros, derrama sobre todos nosotros su misericordia y su amor, como hizo en la cruz, con el fin de renovar nuestro corazón, nuestra existencia y nuestra forma de comunicarnos con Él y con nuestros hermanos. Dice el Concilio Vaticano II:.. " La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual «Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado»" (Const. dogmática Lumen Gentium, 3).

Cada celebración de la Eucaristía es un rayo de ese sol sin ocaso que es Jesús resucitado. Participar en la Misa, especialmente el domingo, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz, calentados por su calor. A través de la celebración eucarística, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida divina que es capaz de transfigurar todo nuestro ser mortal. Y en su paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad, el Señor Jesús también nos arrastra con Él para hacer  Pascua. En la misa se hace Pascua. En la misa nosotros estamos con Jesús, muerto y resucitado y Él nos empuja hacia adelante, a la vida eterna,  En la misa, nos unimos a Él. Más aún, Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Él. " Con Cristo estoy crucificado, -dice San Pablo- y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. La vida que vivo al presente, en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí "(Gálatas 2: 19-20). Así pensaba Pablo.

En efecto,  su sangre  nos libera de la muerte y del miedo a la muerte. Nos libera no solo del dominio de la muerte física, sino también de la muerte espiritual, que es el mal, el pecado, que se apodera de nosotros  cada vez que somos víctimas de nuestros pecados o de los pecados  de los demás. Y entonces nuestra vida se contamina, pierde belleza, pierde significado, se marchita.

Cristo, en cambio, nos vuelve a dar la vida; Cristo  es la plenitud de la vida, y cuando se enfrentó a la muerte la aniquiló para siempre: "Resucitando destruyó la muerte y nos dio nueva  vida”.  La Pascua de Cristo es la victoria definitiva sobre la muerte porque Él transformó su muerte en acto supremo de amor. ¡Murió por amor! Y en la Eucaristía quiere comunicarnos este amor pascual y victorioso. Si lo recibimos con fe, también nosotros  podemos amar verdaderamente a Dios y al prójimo, podemos amar cómo Él nos amó, dando la vida.

Si el amor de Cristo está en mí, puedo entregarme plenamente al otro en la certeza interior  de que si el otro me hiriera, yo  no moriría; de lo contrario, debería defenderme. Los mártires han dado sus vidas por esta certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte. Solo si experimentamos este poder de Cristo, el poder de su amor, somos verdaderamente libres de darnos sin temor. Esto es la misa: entrar en esta pasión, muerte, resurrección, ascensión de Jesús. Cuando vamos a misa es como si fuéramos al calvario, lo mismo. Pero pensad: Si en el momento de la misa vamos al calvario- imaginadlo- y sabemos que el hombre que está allí es Jesús: ¿Nos pondríamos a hablar, a sacar fotografías, a hacer un espectáculo? ¡No! ¡Porque es Jesús! De seguro estaríamos en silencio, en llanto y también con la alegría de ser salvados. Cuando entramos en una iglesia para ir a misa pensemos en esto: entro en el calvario, donde Jesús da su vida por mí. Y así se acaba el espectáculo, se acaban las charlas, los comentarios y estas cosas que nos alejan de algo tan hermoso como es la misa, el triunfo de Jesús.

Creo que está más claro ahora que la Pascua está presente y activa cada vez que celebramos la misa, es decir, el sentido del memorial. La participación en la Eucaristía nos adentra en el misterio pascual de Cristo, haciéndonos pasar con Él de la muerte a la vida, es decir, allí en el calvario. La misa es rehacer el calvario, no un espectáculo.Inizio modulo

 

Saludos en las diversas lenguas

Saludos en francés

Me complace dar la bienvenida a los peregrinos francófonos procedentes de Francia y de otros países. Queridos amigos, os invito a dar un lugar importante en vuestra vida a la participación en la Santa Misa, especialmente los domingos. El Señor os sale al encuentro para daros su amor con el fin de que vosotros también podáis  compartirlo con vuestros hermanos y hermanas.¡Dios os bendiga!.

Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de habla inglesa  presentes en la audiencia de hoy, especialmente los procedentes de Inglaterra, Países Bajos, Polonia, Australia, China, Indonesia, Singapur y  Estados Unidos de América. Dirijo un saludo especial a los Hermanos Maristas y Marianistas que participan en un programa de renovación espiritual y a la fraternidad sacerdotal Compañeros de Cristo. Sobre todos vosotros y vuestras  familias, invoco el gozo y la paz de nuestro Señor Jesucristo.

Saludos en alemán

Una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua alemana. La Santa Misa es el mejor regalo que hace el Señor. Es realmente el encuentro con Jesús quien nos da a él mismo. Os deseo que experimentéis esta proximidad del Señor. Dios os bendiga a todos.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. El Señor Jesús nos quiere comunicar en la Eucaristía su amor pascual para que podamos amar a Dios y a nuestro prójimo como él nos ha amado, entregando su propia vida. Que la Virgen Santa interceda ante su Hijo por todos nosotros, y nos alcance la gracia de ser hombres y mujeres que encuentren en el sacrificio eucarístico el centro de la propia existencia y la fuerza para vivir en el amor.

Saludos en portugués

Queridos peregrinos de idioma  portugués,  saludos cordiales a todos vosotros , especialmente al grupo Nova Suíça, Belo Horizonte: os invito a mirar con confianza vuestro futuro en Dios, llevando el fuego de su amor al mundo. Es la gracia de la Pascua que fructifica  en la Eucaristía y que os deseo abundante en vuestras vidas, familias y comunidades. ¡Os bendigo de buen grado a vosotros y a vuestros seres queridos!.

Saludos en árabe

¡Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Oriente Medio! Queridos hermanos y hermanas, la participación en la Eucaristía nos hace entrar en el misterio pascual de Cristo, dándonos paso con Él de la muerte a la vida. ¡El Señor os bendiga!.

Saludos en polaco

Doy mi cordial bienvenida  a los peregrinos polacos. La catequesis de hoy nos hace conscientes de que Cristo permanece con nosotros en el misterio de la Eucaristía. Es nuestro alimento y nuestra bebida de salvación. Recibámoslo a menudo en la Sagrada Comunión, adorémoslo en los tabernáculos y en nuestros corazones. Sirvámosle en nuestros hermanos, para construir junto con ellos una comunidad nueva, más justa y fraterna. Alabado sea Jesucristo.

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana.
Saludo a los participantes en el encuentro de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas; a las Capitulares de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación;  los participantes en el Curso de Formación para misioneros de la Pontificia Universidad Salesiana y a los  miembros del Centro de Estudios  Benedicto XIII de Gravina in Puglia, acompañados por el arzobispo Giovanni Ricchiuti.

Saludos a la Familia franciscana del Santuario Nuestra Señora del Pozo de Capurso;  a los grupos parroquiales, particularmente a los fieles de Santa Teresa de la Cruz en Lissone; a la Asociación italiana de donantes de sangre (AVIS), en el noventa aniversario de su fundación, y al grupo de la Unitalsi de Emilia Romagna.

Saludo a los representantes de la Fundación Banco Alimentar y les deseo todo lo mejor  para la colecta de alimentos que tendrá lugar el próximo sábado en  continuidad con la Jornada mundial de los Pobres que celebramos el domingo pasado.

Finalmente, me dirijo a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy celebramos la memoria de Santa Cecilia. Queridos jóvenes, siguiendo su ejemplo, creced en la fe y la dedicación al prójimo. Queridos enfermos, sentid en el sufrimiento, el apoyo de Cristo, que está siempre al lado de los que atraviesan pruebas. Y vosotros, queridos recién casados, tened la misma mirada de amor puro que tuvo Santa Cecilia, para aprender a amar incondicionalmente. Y recemos todos a Santa  Cecilia: que nos enseñe a cantar con el corazón.