A mediodía el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.
Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana.
Antes del ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Este domingo la liturgia nos presenta un pasaje evangélico breve, pero muy importante (Cfr. Mt 22,34-40). El evangelista Mateo narra que los fariseos se reúnen para poner a prueba a Jesús. Uno de ellos, un doctor de la Ley, le pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?» (v. 36). Es una pregunta maliciosa, porque en la Ley de Moisés son mencionados más de seiscientos preceptos. ¿Cómo distinguir, entre todos estos, el mandamiento más grande? Pero Jesús no tiene duda alguna y responde: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente». Y agrega: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (vv. 37.39).
Esta respuesta de Jesús no era descontada , porque, entre los múltiples preceptos de la ley hebrea, los más importantes eran los diez Mandamientos, comunicados directamente por Dios a Moisés, como condición del pacto de alianza con el pueblo. Pero Jesús quiere que se entienda que sin el amor por Dios y por el prójimo no existe verdadera fidelidad a esta alianza con el Señor. Tú puedes hacer tantas cosas buenas, cumplir tantos preceptos, tantas cosas buenas, pero si no tienes amor, no sirve.
Lo confirma otro texto del Libro del Éxodo, llamado “código de la alianza”, donde se dice que no se puede estar en la Alianza con el Señor y maltratar a quienes gozan de su protección. ¿Y quiénes son los que gozan de su protección? Dice la Biblia: la viuda, el huérfano y el extranjero, el migrante, es decir, las personas más solas e indefensas (Cfr. Ex 22,20-21).
Respondiendo a los fariseos que lo habían interrogado, Jesús trata también de ayudarlos a poner en orden su religiosidad, para restablecer lo que verdaderamente cuenta y lo que es menos importante. Dice: «De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40). Son los más importantes, y los demás dependen de estos dos. Y Jesús verdaderamente vivió así su vida: predicando y obrando lo que verdaderamente cuenta y es esencial, es decir, el amor. El amor da impulso y fecundidad a la vida y al camino de fe: sin el amor, sea la vida, sea la fe permanecen estériles.
Lo que Jesús propone en esta página evangélica es un ideal estupendo, que corresponde al deseo más auténtico de nuestro corazón. De hecho, nosotros hemos sido creados para amar y ser amados. Dios, que es Amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo, y para amar con Él a todas las demás personas. Este es el “sueño” de Dios para el hombre. Y para realizarlo necesitamos su gracia, necesitamos recibir en nosotros la capacidad de amar que proviene de Dios mismo. Jesús se nos ofrece en la Eucaristía precisamente por eso. En ella recibimos a Jesús en la expresión máxima de su amor, cuando Él se ofreció a sí mismo al Padre por nuestra salvación.
¡Que la Virgen Santa nos ayude a acoger en nuestra vida el “gran mandamiento” del amor a Dios y al prójimo!. Efectivamente, aunque lo sabemos desde cuando éramos niños, no terminaremos jamás de convertirnos a él y de ponerlo en práctica en las diversas situaciones en las cuales nos encontramos.
Después del ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Ayer, en Caxias do Sul, en Brasil, fue proclamado beato Giovanni Schiavo, sacerdote de los Josefinos de Murialdo. Nacido en las colinas de la provincia italiana de Vicenza al inicio del 1900, fue enviado, siendo un joven sacerdote a Brasil, donde trabajó con entrega al servicio del pueblo de Dios y de la formación de los religiosos y de las religiosas. Que su ejemplo nos ayude a vivir plenamente nuestra adhesión a Cristo y al Evangelio.
Saludo con afecto a los peregrinos italianos y de diversos países, en particular a los procedentes de Ballygawley (Irlanda), Salzburgo (Austria) y de la región de Traunstein y Berchtesgaden (Alemania) . Saludo a los participantes en el Congreso de los Institutos seculares italianos, a los que animo en su testimonio del Evangelio en el mundo y a la asociación de donantes de sangre FIDAS de Orta Nova en la provincia italiana de Foggia . ¡Veo que aquí hay colombianos!.
Saludo a la comunidad togolesa en Italia, así como a la venezolana, con la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, “la Chinita”. Encomiendo a la Virgen María las esperanzas y las legítimas expectativas de ambas naciones.
Os deseo a todos que un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!.