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Mensaje del Santo Padre Francisco a los participantes del encuentro internacional interreligioso "Caminos de la Paz" (Münster y Osnabrück, Alemania, 10-12 de septiembre de 2017), 10.09.2017

Sigue el  mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el encuentro internacional interreligioso en el  en el espíritu de Asís "Caminos de paz", promovido por la Comunidad de San Egidio y la diócesis de Münster y Osnabrück del 10 al 12 de septiembre de 2017, cuyos trabajos  se abrieron por la tarde.

Mensaje del Santo Padre

Ilustres y queridos representantes de las Iglesias y Comunidades cristianas y de las religiones mundiales, os extiendo mi cordial saludo asegurando mi cercanía espiritual.

Por iniciativa de la diócesis de Münster y Osnabrück y de la Comunidad de San Egidio a las que doy las gracias de todo corazón, os habéis reunido  para un nuevo encuentro internacional, titulado "Caminos de la Paz". Este camino de  paz y diálogo, comenzado  por San Juan Pablo II en Asís en 1986 y  del cual  el año pasado vivimos juntos  el trigésimo aniversario, es apropiado y necesario:

conflictos,  violencia generalizada, terrorismo y  guerras amenazan hoy a millones de personas, pisotean la sacralidad de la vida humana y hacen  que todos sean más frágiles y vulnerables.

El tema de este año es una invitación a abrir y construir nuevos caminos de paz. Es  necesario, sobre todo cuando los conflictos parecen no tener salida, cuando no se quieren emprender caminos de reconciliación, cuando se confía en las  armas y no en el diálogo, dejando a pueblos enteros inmersos en la noche de violencia sin la esperanza de un amanecer de paz. Tantos, demasiados, todavía tienen "sed de paz", como dijimos el año pasado en Asís. Junto con los líderes políticos y civiles llamados a promover la paz para todos, hoy y en el futuro, las religiones están  llamadas, en particular con la oración y con el compromiso concreto, humilde y constructivo, a responder a esta sed,  a identificar y abrir junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, caminos de paz, sin cansarse.

Nuestro camino hacia la paz, frente a la sinrazón de quien profana a Dios sembrando el odio, frente al demonio de la guerra, a la locura del terrorismo, a la engañosa fuerza de las armas sólo puede ser un camino de paz, que une " muchas tradiciones religiosas, para las que «la compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida»[ "(Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2017, 4). Para abrir puerta de  paz, necesitamos coraje humilde y perseverancia tenaz, y sobre todo necesitamos rezar porque – yo creo firmemente- la oración está en la raíz de la paz. Como líderes religiosos tenemos, sobre todo en este momento histórico, una responsabilidad particular: ser y vivir como gente de  paz, que atestigua y recuerda que Dios detesta  la guerra, que la guerra nunca es santa, que la violencia nunca puede ser cometida  o justificada en nombre de Dios. Además, también estamos llamados a despertar las conciencias, a difundir la esperanza, a suscitar artífices de  paz y a sostenerlos.

Lo que no podemos y no debemos hacer es permanecer indiferentes, porque así las tragedias del odio caen en el olvido y  uno se resigna a la idea de que el ser humano se descarte y a que se le antepongan el  poder y las ganancias. El encuentro de estos días, que busca abrir y fortalecer caminos de paz y por la  paz,  parece  responder, efectivamente,   a esta llamada: vencer la indiferencia frente al sufrimiento humano. Os doy las gracias por ello y  por el hecho de que estéis juntos, a pesar de las diferencias, para buscar caminos de liberación de los males de la guerra y del odio. Para lograrlo, el primer paso es saber escuchar el dolor del otro, hacerlo propio, sin dejarlo caer y sin acostumbrarse: Nunca hay que acostumbrarse al mal, nunca hay que ser indiferentes.

Sin embargo, uno puede preguntarse: ¿qué hacer frente a todo ese mal que se difunde y domina ? ¿No es demasiado fuerte? ¿No es inútil todo esfuerzo? Frente a estas preguntas,  se corre el peligro de hacerse paralizar por la resignación. Vosotros, por el contrario, habéis emprendido el camino, y hoy estáis reunidos para ofrecer una respuesta; de hecho, vuestro estar juntos ya  representa una respuesta de paz: nunca más unos contra otros, sino unos con otros . Las religiones no pueden querer nada más  que  la paz,  operosas en la oración, listas  a inclinarse sobre los heridos de la vida y los oprimidos de la historia, vigilantes en la lucha contra la indiferencia y la promoción de caminos de comunión.

Es significativo que vuestro encuentro  tenga lugar en el corazón de Europa, el año en que el continente celebra los sesenta años de los Tratados Fundadores de la Unión, firmados en Roma en 1957. La paz está en el centro de la construcción europea, tras las ruinas causadas por dos desastrosas guerras mundiales y la terrible tragedia de la Shoah. Que vuestra presencia en Alemania sea un signo y una llamada a Europa para cultivar la paz, a través del compromiso de construir caminos de unidad más sólida en su interior y cada vez más abiertos hacia el exterior, sin olvidar que la paz no es sólo el fruto del compromiso humano, sino de la apertura a Dios.

Continuemos así abriendo juntos nuevos caminos de paz. Que se enciendan luces de paz donde hay tinieblas de  odio. Que haya  " las voluntades de todos los hombres para echar por tierra las barreras que dividen a los unos de los otros, para estrecharlos vínculos de la mutua caridad, para fomentar la recíproca comprensión, para perdonar, en fin, a cuantos nos hayan injuriado [...]todos los pueblos se abracen como hermanos y florezca y reine siempre entre ellos la tan anhelada paz.. "(Juan XXIII, Pacem in terris, 91)

 

En el  Vaticano, 28 de agosto de 2017

FRANCISCO PP