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Vigilia de Pentecostés y oración ecuménica con el Papa Francisco en el Circo Máximo con motivo del Jubileo de Oro de Renovación Carismática , 03.06.2017

A las  17.30 de esta tarde, el Santo Padre Francisco ha salido de la Casa de Santa Marta en dirección al  Circo Máximo donde ha tenido lugar la Vigilia de Pentecostés y la oración ecuménica con motivo del Jubileo de Oro de Renovación Carismática Católica, que termina mañana con la Misa de Pentecostés presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro.

En el palco, junto con el Papa, estaban los líderes de la Renovación Carismática y los representantes de las iglesias evangélicas, pentecostales y de otras confesiones religiosas.

El encuentro estuvo precedido por cantos, lecturas y testimonios e introducido por el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., Predicador de la Casa Pontificia, y del  pastor Giovanni Traettino de la Iglesia evangélica de la reconciliación.  

Publicamos a continuación el texto de la meditación que el Santo Padre ha pronunciado durante el encuentro.

Meditación del Santo Padre

Hermanos y hermanas, gracias por el testimonio que vosotros dais hoy aquí: ¡gracias! Nos hace bien a todos, me hace bien a mí también, ¡a todos!

 En el primer capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles leemos: «Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre, la que —dijo— “oísteis de mí: Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días”». (1, 4-5). «Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse» (Hechos de los Apóstoles 2, 1-4)‎.

 Hoy estamos aquí como en un Cenáculo a cielo abierto, porque no tenemos miedo: a cielo abierto, y también con el corazón abierto a la promesa del Padre. Estamos reunidos «todos nosotros creyentes», todos los que profesamos que «Jesús es el Señor», «Jesus is the Lord». Muchos han venido de distintas partes del mundo y el Espíritu Santo nos ha reunido para establecer lazos de amistad fraternal que nos alienten en en el camino hacia la unidad, unidad para la misión: no para estar quietos ¡no!, para la misión, para proclamar que Jesús es el Señor —«Jesús es el Señor»— ¡para anunciar juntos el amor del Padre por todos sus hijos! ¡Para anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos! Para demostrar que la paz es posible. No tan fácil demostrar a este mundo de hoy que la paz es posible, pero en nombre de Jesús podemos demostrar con nuestro testimonio que ¡la paz es posible! Pero es posible si nosotros estamos en paz entre nosotros. Si nosotros acentuamos las diferencias, estamos en guerra entre nosotros y no podemos anunciar la paz. La paz es posible a partir de nuestra confesión de que Jesús es el Señor y  de nuestra evangelización por este camino. Es posible. Aun mostrando que tenemos diferencias —pero esto es obvio, tenemos diferencias—  , pero que deseamos ser una diversidad reconciliada. He aquí que, esta palabra no la debemos olvidar sino decirla a todos: diversidad reconciliada. Y esta palabra no es mía, no es mía. Es de un hermano luterano. Diversidad reconciliada. ¡Y ahora estamos aquí y somos muchos! Nos hemos reunido para rezar juntos, para pedir la venida del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros para salir a las calles de las ciudades y del mundo a proclamar la señoría de Jesucristo. El libro de los Hechos afirma: «Somos Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros y romanos, judíos y prosélitos, cretenses y  árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios» (2, 9-11)‎. Hablar en la misma lengua, escuchar... Hay diferencias, pero el Espíritu nos hace entender el mensaje de la resurrección de Jesús en nuestra propia lengua. Estamos reunidos creyentes provenientes de 120 países del mundo, para celebrar la soberana obra del Espíritu Santo en la Iglesia, que inició hace 50 años y dio inicio... ¿A una institución? No. ¿A una organización? No. A una corriente de gracia, a la corriente de gracia de la Renovación Carismática Católica. Obra que nació... ¿Católica? No. ¡Nació ecuménica! ¡Nació ecuménica porque es el Espíritu Santo que crea la unidad y el mismo Espíritu Santo que dio la inspiración para que fuese así! Es importante leer las obras del cardenal Suenens sobre esto: ¡es muy importante!

   La venida del Espíritu Santo transforma a los hombres cerrados a causa del miedo en valientes testigos de Jesús. Pedro, que había renegado tres veces a Jesús, lleno de nuevo de la fuerza del Espíritu Santo proclama: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado» (Hechos de los Apóstoles 2, 36). ¡Y esta es la profesión de fe de cada cristiano! Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien habéis crucificado o que ha sido crucificado. ¿Estáis de acuerdo con esta profesión de fe? [responden: ¡Sí!] Es la nuestra, de todos, todos, ¡la misma!    La Palabra prosigue diciendo: «Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Vendían: ayudaban a los pobres. Había algunos astutos —pensemos en Ananías y Safira, siempre los hay—, pero todos los creyentes, la mayoría, se ayudaban. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y gozando de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar» (2, 44-47). La comunidad crecía, y estaba el Espíritu que inspiraba. A mí me gusta mucho pensar en Felipe, cuando el ángel le dice: «Marcha por el camino de Gaza» y encuentra a ese prosélito, ministro de economía de la reina de Etiopía, Candace. Era un prosélito y leía Isaías. Y Felipe le explicó la Palabra, proclamó a Jesús, y él se convirtió. Y a un cierto punto, dijo: «pero, aquí hay agua: deseo ser bautizado». Era el Espíritu que empujó a Felipe a ir hacia allá, y fue desde el inicio el Espíritu quien empujó a todos los creyentes a proclamar al Señor.

 Hoy hemos elegido reunirnos aquí, en este lugar —lo dijo el pastor Traettino— porque aquí, durante las persecuciones fueron martirizados cristianos, para la diversión de los que miraban. ¡Hoy hay más mártires que ayer! Hoy hay más mártires, cristianos. Los que matan a los cristianos, antes de matarles no les preguntan: “¿Tú eres ortodoxo? ¿Eres católico? ¿Eres evangélico? ¿Eres luterano? ¿Eres calvinista?”. No. “¿Eres cristiano?” — “Sí”: degollado, inmediatamente. Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos. Y esto es el ecumenismo de la sangre: nos une el testimonio de nuestros mártires de hoy. ¡En diversos lugares del mundo la sangre cristiana es derramada! Hoy es más urgente que nunca la unidad de los cristianos, unidos por obra del Espíritu Santo, en la oración y en la acción por los más débiles. Caminar juntos, trabajar juntos. Amarnos. Amarnos. Y juntos intentar explicar las diferencias, ponernos de acuerdo, ¡pero en camino! Si nosotros permanecemos quietos, sin caminar, nunca, nunca nos pondremos de acuerdo. Es así, porque el Espíritu nos quiere en camino.

 50 años de Renovación Carismática Católica. ¡Una corriente de gracia del Espíritu! ¿Y por qué corriente de gracia? Porque no tiene ni fundador, ni estatutos, ni órganos de gobierno. Claramente en esta corriente han nacido múltiples expresiones que, cierto, son obras humanas inspiradas por el Espíritu, con varios carismas, y todas al servicio de la Iglesia. Pero a la corriente no se le pueden poner diques, ¡ni se puede encerrar al Espíritu Santo en una jaula!

Han pasado más de 50 años. Cuando se llega a esta edad las fuerzas comienzan a flaquear. Es la mitad de la vida —en mi tierra decimos “el cincuentón”—, las arrugas se hacen más profundas —a no ser que te maquilles, pero las arrugas están—  el pelo gris aumenta y comenzamos a olvidar algunas cosas... 50 años es un momento de la vida adecuado para detenernos y hacer una reflexión. Es el momento de la reflexión: la mitad de la vida. Y yo os diría: es el momento para ir adelante con más fuerza, dejándonos atrás el polvo del tiempo que hemos dejado acumular, ¡dando las gracias por lo que hemos recibido y afrontado de nuevo con confianza en la acción del Espíritu Santo! Pentecostés hace nacer a la Iglesia. El Espíritu Santo, la promesa del Padre anunciada por Jesucristo, es Quien hace la Iglesia: la esposa del Apocalipsis, ¡la única esposa! Lo dijo el pastor Traettino: ¡una esposa tiene el Señor!

  El don más precioso que hemos recibido es el Bautismo. Y ahora el Espíritu  nos conduce por el camino de conversión que atraviesa todo el mundo cristiano y que es un motivo más para que la Renovación Carismática Católica ¡sea un lugar privilegiado para recorrer el camino hacia la unidad! Esta corriente de gracia es para toda la Iglesia, no solo para algunos, y ninguno de nosotros es el «dueño» y todos los demás siervos. No. Todos siervos de esta corriente de gracia. Junto a esta experiencia, vosotros recordáis contínuamente a la Iglesia el poder de la oración de alabanza. Alabanza que es la oración de agradecimiento y acción de gracia por el amor gratuito de Dios. Puede ser que este modo de rezar no guste a alguien, pero es cierto que se incluye plenamente en la tradición bíblica. Los Salmos, por ejemplo: David que danzaba ante el Arca de la Alianza, pleno de júbilo... Y por favor, no caigamos en la actitud de cristianos con el “complejo de Micol”, que se avergonzaba de cómo David alababa a Dios [danzando ante el Arca].

 ¡Júbilo, alegría, gozo fruto de la misma acción del Espíritu Santo! El cristiano o experimenta la alegría de su corazón o hay algo que no funciona. ¡La alegría de la Buena Nueva del Evangelio!

 Jesús en la Sinagoga de Nazareth lee el pasaje de Isaías. Leo: «El Espíritu del Señor sobre mí; porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 18-19; cf Isaías 61, 1-2). El alegre anuncio: no os olvidéis de esto. El alegre anuncio: el anuncio cristiano siempre es bueno.

El tercer documento de Malinas, «Renovación Carismática y Servicio al Hombre», escrito por el cardenal Suenens y por Dom Helder Camara, es claro: renovación carismática y también de servicio al hombre.   Bautismo en el Espíritu Santo, alabanza, servicio al hombre. Las tres cosas están indisolublemente unidas. Puedo alabar de manera profunda, pero si no ayudo a los más necesitados, no basta. «No había entre ellos ningún necesitado» (Hechos de los Apóstoles 4, 34), decía el Libro de los Hechos. No seremos juzgados por nuestra alabanza sino por lo que hemos hecho por Jesús. «Pero Señor, ¿cuándo lo hemos hecho por ti? Cuando lo habéis hecho por uno de estos pequeños, lo habéis hecho por mí» (cf Mateo 25, 39-40).

     Queridas hermanas y queridos hermanos, os deseo un tiempo de reflexión, de memoria de los orígenes; un tiempo para dejaros atrás todas las cosas añadidas por el propio yo y transformarlas en escucha y acogida alegre de la acción del Espíritu Santo, ¡que sopla dónde y cómo quiere! Doy las gracias a la Hermandad Católica y al iccrs por la organización de este Jubileo de oro, por esta Vigilia. Y doy las gracias a cada uno de los voluntarios que la han hecho posible, muchos de los cuales se encuentran aquí. He querido saludar a los miembros del personal de la oficina cuando he llegado, ¡porque sé que han trabajado mucho!¡Y sin ser pagados! Han trabajado mucho. ¡La mayoría son jóvenes de diferentes continentes! ¡Que el Señor les bendiga mucho!  Doy las gracias en particular por el hecho de que la petición que os hice hace dos años de dar a la Renovación Carismática mundial un único servicio internacional basado aquí, haya comenzado a concretarse en las Actas Constitutivas de este nuevo único servicio. Es el primer paso, al cual seguirán más, pero pronto la unidad, obra del Espíritu Santo, será una realidad. «Mira que hago un mundo nuevo», dice el Señor (Apocalipsis 21, 5).

  ¡Gracias, Renovación Carismática Católica, por lo que habéis dado a la Iglesia en estos 50 años! ¡La Iglesia cuenta con vosotros, con vuestra fidelidad a la Palabra, con vuestra disponibilidad para el servicio y testimonio de vidas transformadas por el Espíritu Santo! Compartir con todos en la Iglesia el Bautismo en el Espíritu Santo, alabar al Señor sin pausa, caminar juntos con los cristianos de diversas Iglesias y comunidades cristianas en la oración y en la acción por los más necesitados. Servir a los más pobres y los enfermos, esto esperan la Iglesia y el Papa de vosotros, Renovación Carismática Católica, pero de todos vosotros: todos, ¡todos vosotros que habéis entrado en esta corriente de gracia!

Gracias.