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Audiencia general , 31.05.2017

Catequesis del Santo Padre

Saludos en las diversas lenguas

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9, 20  en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado  a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.

En su discurso, el  Papa, ha hablado del  tema: ““El Espíritu Santo nos hace rebosar de esperanza” (cfr Rm 15,13-14).

Después de resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ante la proximidad de la solemnidad de Pentecostés no podemos no hablar de la relación que hay entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo. El Espíritu es el viento que nos empuja hacia adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite acomodarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”. La carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (cf 6, 18-19); y a esta imagen podemos añadir la de la vela. Si el ancla es lo que da a la barca la seguridad y la tiene “anclada” entre las olas del mar, la vela es, sin embargo, lo que la hace caminar y avanzar en las aguas. La esperanza es realmente como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y lo transforma en fuerza motriz que empuja la barca, según los casos, al mar o a la orilla.

El apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo: escuchad bien, escuchad bien que deseo tan bonito: «El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo» (15, 13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra. La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir Aquel que esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Aquel que ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Romanos 12, 12): alegres de esperar, y no solo esperar ser alegres. Es la alegría de esperar y no esperar tener alegría, ya hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un refrán popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres necesitan esperanza para vivir y necesitan del Espíritu Santo para esperar.

San Pablo —hemos escuchado— atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “rebosar de esperanza”. Rebosar de esperanza significa no desanimarse nunca; significa esperar «contra toda esperanza» (Romanos 4, 18), es decir, esperar también cuando desaparece cualquier motivo humano para esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, aún más, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús.

El Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos el testimonio interior que somos hijos de Dios y sus herederos (cf Romanos 8, 16). ¿Cómo podría Aquel que nos ha dado al propio Hijo no darnos cualquier otra cosa junto a Él? (cf Romanos 8, 32). «La esperanza —hermanos y hermanas— no falla: la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Romanos 5, 5). Por eso no falla, porque está el Espíritu Santo dentro de nosotros que nos empuja a ir adelante, ¡siempre! Y por eso la esperanza no falla.

Hay más: el Espíritu Santo no nos hace solo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros —como Él y gracias a Él— “paráclitos”, es decir consoladores y defensores de los hermanos, sembradores de esperanza. Un cristiano puede sembrar amarguras, puede sembrar perplejidad, y esto no es cristiano, y quien hace esto no es un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra aceite de esperanza, siembra perfume de esperanza y no vinagre de amargura y de desesperanza. El beato cardenal Newman, en un discurso suyo, decía a los fieles: «Instruidos por nuestro mismo sufrimiento, nuestro mismo dolor, es más, por nuestros mismos pecados, tendremos la mente y el corazón ejercitados para cualquier obra de amor hacia aquellos que lo necesitan. Seremos, en la medida de nuestra capacidad, consoladores a imagen del paráclito —es decir del Espíritu Santo—, y en todos los sentidos que esta palabra conlleva: abogados, asistentes, portadores de consuelo. Nuestras palabras y nuestros consejos, nuestra forma de hacer, nuestra voz, nuestra mirada, serán gentiles y tranquilizadores» (Parochial and plain Sermons, vol. v, Londres 1870, pp. 300s.). Y son sobre todo los pobres, los excluidos, y no amados quienes necesitan a alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir consolador y defensor, como el Espíritu Santo hace con cada uno de nosotros, que estamos aquí en la plaza, consolador y defensor. Nosotros tenemos que hacer lo mismo con los más necesitados, con los más descartados, con los que más lo necesitan, los que sufren más. ¡Defensores y consoladores!

El Espíritu Santo alimenta la esperanza y no solo el corazón de los hombres, sino también toda la creación. Dice el apóstol Pablo —esto parece un poco raro, pero es verdad: que también la creación fue “sometida en la esperanza” hacia la liberación y “gime y sufre” como en un parto (cf Romanos 8, 20-22). «La energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino la acción del “espíritu de Dios que aleteaba por encima de las aguas” (Génesis 1, 2) al inicio de la creación» (Benedicto xvi, Homilía, 31 mayo 2009). También esto nos empuja a respetar la creación: no se puede manchar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado.

Hermanos y hermanas, la próxima fiesta de Pentecostés —que es el cumpleaños de la Iglesia— nos encuentre unánimes en la oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del Espíritu Santo nos haga abundar en la esperanza. Os diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que están más necesitados, más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad. Gracias.

enseña y nos guía.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido para participar en la Vigilia de Pentecostés con ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica, así como a los demás grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a perseverar en la oración, junto con María, Nuestra Madre, pidiendo a Jesús que el don del Espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza.

 

 

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés
Me complace saludar a los peregrinos de lengua francesa, especialmente a los miembros de la Comunidad del Emmanuel y de  la Fraternidad de Pentecostés, así como a los fieles que han venido de Francia, Bélgica y Camerún. Saludo a los peregrinos de Benin, con el obispo Mons. Vieira, y los de Gabón, con el obispo Mons. Ogbonna  Managwu. Con la Virgen María, estamos unidos en oración para recibir  el don del Espíritu Santo, y a rebosar de esperanza. ¡El Espíritu Santo también nos ayude a ser sembradores de esperanza!. Dios os bendiga


Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente los de Inglaterra, Bélgica, Noruega, India, Indonesia, Japón, Malasia, Taiwán, Vietnam, Hong Kong, Singapur, Corea, Tahití, Uganda, Canadá y Estados Unidos  de América. Saludo también a los peregrinos que han venido a asistir a la Vigilia de Pentecostés para el quincuagésimo aniversario de la Renovación Carismática Católica. Sobre vosotros y vuestras familias invoco una abundante efusión de los dones del Espíritu Santo. ¡El Señor os bendiga!

Saludos en alemán
Me complace dar la bienvenida a los peregrinos de lengua alemana, especialmente a los muchos jóvenes llegados  de Alemania, Suiza y los Países Bajos. Necesitamos esperanza para vivir, y al Espíritu Santo para esperar.  Invoquemos al Espíritu Paráclito, para  que siempre nos guíe en la esperanza y la paz. Él os acompañe en vuestro camino.

Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido para participar en la Vigilia de Pentecostés con ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica, así como a los demás grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a perseverar en la oración, junto con María, Nuestra Madre, pidiendo a Jesús que el don del Espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza.

 Saludos en portugués
Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de lengua portuguesa, especialmente a los fieles de Angola, Sendim, Serrinha, Florianópolis y Minas Gerais. Queridos amigos, en estos días de preparación para la fiesta de Pentecostés, pidamos al Señor  que derrame abundantemente en nosotros los dones de su Espíritu, para que podamos ser testigos de Jesús hasta los confines de la tierra. Gracias por vuestra  presencia.


Saludos en árabe
Saludo cordialmente a los peregrinos de la lengua árabe, en particular a los de Irak, Egipto y Oriente Medio. No hay vida sin esperanza, ni esperanza verdadera sin una fe firme en Dios, fuente y fin de toda esperanza verdadera. Pidamos al Espíritu Santo, en la solemnidad inminente de Pentecostés, que visite  los corazones afligidos para  reanimarlos;  las mentes oscurecidas  para iluminarlas y que llene la vida de cada uno de nosotros para convertirnos en llama de esperanza y testigos verdaderos de su esperanza. ¡El Señor los bendiga y os  proteja del maligno!


Saludos en polaco
Doy la bienvenida a los peregrinos polacos. Saludo a los jóvenes que - como todos los años - se reúnen numerosos en  Lednica. Queridos  amigos, el lema de la reunión es: "Ve y ama." Os  guía María que, después de haber oído en el corazón esta llamada, fue a ver a Isabel para compartir la alegría de su encuentro con Dios, y llevar una ayuda concreta. A partir de ese momento siempre está en  camino, visita a a sus hijos y les lleva el Cristo, su Hijo. El segundo patrón de vuestro encuentro  es Zaqueo, de quien os hablé durante la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, llamándoos  a tener el valor de buscar a Jesús y abrirle las puertas de vuestros corazones. Hoy el Señor Jesús os dirige las palabras que dijo a Zaqueo, "Baja  pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa" (Lc 19, 5). Quiere venir donde vosotros para enviaros a  los hermanos, para que compartáis  su amor. Él sabe que esto no es fácil, por eso os  envía al Espíritu Santo, que os colmará de su fuerza. Pedidle coraje. Pedidlo para que os ayude a derribar los muros que os dividen y os haga capaces  comprendeos  el uno al otro y de construir la unidad de toda la humanidad.  Encomiendo a maría a todos vosotros reunidos  en las orillas del Lago Lednica, cerca de las pilas bautismales de Polonia y os bendigo de corazón.

Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Saludo a los grupos parroquiales y asociaciones, en particular, a los donantes voluntarios de la Policía del Estado en Campania y al AICCOS de Molfetta, así como a los miembros de la General Motors. La visita a la Ciudad Eterna prepare a cada uno  a vivir intensamente la Solemnidad de Pentecostés y el don del Espíritu sostenga y alimente la virtud de la esperanza.

Una palabra especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Queridos jóvenes, poned por  encima de todo la búsqueda de Dios y de su amor. Queridos enfermos, el Paráclito os  sirva de ayuda y de consuelo en los momentos de mayor necesidad; y vosotros, queridos recién casados, con la gracia del Espíritu Santo haced  que cada día vuestra unión sea más sólida y profunda.