El sábado, 29 de abril, durante el vuelo de regreso de El Cairo a Roma, al final de su visita a Egipto, el Papa Francisco departió con los periodistas a bordo del avión en una rueda de prensa, cuya transcripción publicamos a continuación
Rueda de prensa en el viaje de regreso
Greg Bruke:
Gracias Santo Padre. Hay algunos periodistas que hacen el viaje por primera vez y otros que han hecho ya casi cien viajes ―más de cien―. No sé si usted sabe cuántos viajes internacionales ha hecho ya…
Papa Francisco:
Dieciocho.
Greg Burke:
Dieciocho. Y el decimonoveno está a la vuelta de la esquina, así que también usted ha realizado un buen número de viajes papales. Gracias por este tiempo que nos concede, que para nosotros es siempre un momento fuerte. Comenzamos con el grupo italiano: Paolo Rodari… ―No sé si usted quiere decir algo antes...
Papa Francisco:
Sí, buenas tardes. Os agradezco vuestro trabajo, porque han sido 27 horas ―me parece― de mucho trabajo. Muchas gracias por lo que habéis hecho. Gracias. Estoy a vuestra disposición.
Greg Burke:
Gracias Santo Padre.
Paolo Rodari, de la «Repubblica»:
Santo Padre, gracias. Quería preguntarle sobre su encuentro de ayer con el Presidente Al Sisi: de qué han hablado, si usted ha mencionado los temas de los derechos humanos, y, en concreto, si ha tenido ocasión de hablar sobre el caso de Giulio Regeni y si, según usted, se llegará a saber la verdad sobre el mismo.
Papa Francisco:
Sobre esto daré una respuesta general para después llegar a lo particular. Generalmente, cuando estoy con un Jefe de Estado, en diálogo privado, lo que se dice queda en privado. A menos que, de mutuo acuerdo, se diga: «Lo que hablemos sobre este punto lo haremos público». En este viaje he tenido cuatro diálogos privados: con el Gran Imán de Al-Azhar, con el Presidente Al Sisi, con el Patriarca Tawadros y con el Patriarca Ibrahim; y creo que si el diálogo es privado, por respeto se debe mantener reservado. Es reservado. Después está la pregunta sobre Regeni. Yo estoy preocupado. Desde la Santa Sede me he movido sobre este tema, porque también los padres me lo han pedido; la Santa Sede se ha movido. No diré cómo ni dónde, pero nos hemos movido.
Greg Burke:
Darío Menor Torres, «El Correo», español.
Darío Menor Torres, «El Correo»:
Gracias Santidad. Usted dijo ayer que la paz, la prosperidad y el desarrollo merecen cualquier sacrificio, y después subrayó lo importante que es respetar los derechos inalienables del hombre. ¿Significa esto un apoyo al gobierno egipcio, un reconocimiento de su papel en Oriente Medio por el modo en el que intenta defender a los cristianos, a pesar de las insuficientes garantías democráticas?
Papa Francisco:
No, no. Se deben interpretar literalmente como valores en sí mismos. He dicho esto: defender la paz, defender la armonía de los pueblos, defender la igualdad de los ciudadanos, independientemente de la religión que profesen, son valores. Yo he hablado de los valores. Si un gobernante defiende uno u otro [de esos valores], es otro problema. He hecho 18 visitas a diferentes países. A veces he escuchado: «El Papa, al ir allí, está apoyando a aquel gobierno…». Porque un gobierno siempre tiene sus debilidades o sus adversarios políticos, los unos dicen una cosa, los otros otra… yo no me entrometo. Yo hablo de los valores, y cada uno vea y juzgue si este gobierno o este Estado, o aquel o aquel otro, favorece esos valores.
Darío Menor Torres:
¿Se ha quedado con el deseo de visitar las Pirámides?
Papa Francisco:
¿Pero tú sabes que hoy a las seis de la mañana mis dos asistentes se han ido a visitar las Pirámides?
Darío Menor Torres:
¿Ah, sí? Pero, ¿le habría gustado ir con ellos?
Papa Francisco:
Sí, ciertamente sí.
Darío Menor Torres:
Muchas gracias.
Greg Burke:
Si es posible, permanezcamos en el tema del viaje. Virginie Riva, del grupo francés «Radio Europe 1».
Virginie Riva, «Radio Europe 1»:
Santo Padre, una pregunta partiendo del viaje pero extendiéndola a Francia, si usted lo permite. Usted ha hablado en Al-Azhar, en la Universidad, de los populismos demagógicos. Los católicos franceses en este periodo se ven tentados a votar por el populismo o el extremismo, están divididos y desorientados. ¿Cuáles pueden ser los elementos de discernimiento que usted podría dar a estos electores católicos?
Papa Francisco:
Muy bien. Existe una dimensión del «populismo» ―entre comillas, porque vosotros sabéis que esta palabra, por mi parte, he tenido que volverla a aprender en Europa, porque en América Latina tiene otro significado―. Está el problema de Europa y el problema de la Unión Europea. Lo que he dicho sobre Europa no lo repetiré aquí: he hablado de ello ya en cuatro ocasiones: dos en Estrasburgo, una durante el Premio Carlo Magno, y al comienzo de la conmemoración del 60 aniversario [de los Tratados de Roma]. Allí está todo lo que he dicho sobre Europa. Cualquier País es libre de tomar las decisiones que crea conveniente en relación a esto; yo no puedo juzgar si esta decisión la hace por uno u otro motivo, porque no conozco la política interna. Es verdad que Europa tiene el peligro de disolverse, esto es verdad. Lo he dicho con delicadeza en Estrasburgo, lo he dicho con más fuerza durante el Premio Carlo Magno, y últimamente sin matices. Solo tenemos que meditar sobre esto: Europa que se extiende desde el Atlántico a los Urales… Existe un problema que asusta a Europa y tal vez alimenta a los populismos: el problema de las migraciones. Esto es verdad. Pero no olvidemos que Europa se ha hecho gracias a los emigrantes: siglos y siglos de emigrantes. ¡Somos nosotros! Pero es un problema que se tiene que estudiar bien; y es necesario que respetemos también las opiniones, las opiniones honestas de una discusión política con mayúscula, grande: una política grande, no la pequeña política del país que al final termina cayendo [termina siendo ineficaz]. Con respecto a Francia ―digo la verdad―, yo no conozco la política interna francesa. He procurado tener buenas relaciones, también con el Presidente actual, con el que hubo un conflicto una vez pero después he podido hablar claramente sobre las cosas, respetando su opinión. De los dos candidatos políticos [Le Pen y Macron] no conozco la historia, no sé de dónde vienen. Sí, sé que uno es representante de la derecha fuerte, pero el otro no sé de dónde proviene. Por esto, no puedo dar una opinión precisa sobre Francia. Pero hablando de los católicos: aquí en Egipto, en uno de los encuentros, mientras saludaba a la gente, uno me ha dicho: «¿Por qué no piensa en la política a la grande?». ―«¿Qué quiere decir?». Y me ha dicho, como pidiendo ayuda: «Hacer un partido para los católicos». Este señor es bueno, pero vive en el siglo pasado. Con respecto a los populismos, están relacionados con los emigrantes, pero esto no forma parte del viaje. Si hay tiempo puedo volver sobre esto. Si hay tiempo, volveré.
Vera Shcherbakova, «Itar-Tass»:
Santo Padre, le doy las gracias, en primer lugar por la bendición: Usted me ha bendecido, me arrodillé hace unos minutos, aquí delante. Soy ortodoxa y no veo ninguna contradicción. Quería preguntar: ¿Qué perspectivas hay en las relaciones con los ortodoxos ―obviamente rusos, pero también, ayer, con la Declaración conjunta con el Patriarca de copto ortodoxo? Está la fecha de la Pascua en común, y también se habla del reconocimiento del bautismo. ¿A qué punto estamos? Y otra cosa: ¿Qué valoración hace usted de las relaciones entre el Vaticano y Rusia, como Estado, también con relación a la defensa de los valores cristianos en Oriente Medio, especialmente en Siria?
Greg Burke:
Ella es Vera Shcherbakova, de la Agencia «Itar-Tass», agencia rusa.
Papa Francisco:
Christòs anèsti! [Cristo ha resucitado]. Con los ortodoxos siempre he tenido una gran amistad, ya en Buenos Aires. Por ejemplo, el 6 de enero de cada año iba a vísperas, en vuestra catedral, con el Patriarca Platon ―que ahora está por la zona de Ucrania, es arzobispo―: dos horas y cuarenta minutos de oración en una lengua que no entendía, pero se podía rezar bien. Y después cenaba con la comunidad, trescientas personas, una cena de la vigilia de Navidad ―no la cena de Navidad, la vigilia― todavía no se podían comer productos lácteos ni carne, pero era una buena cena. Y después la tómbola, la lotería... amistad. También con los demás ortodoxos. A veces necesitaban ayuda legal: venían a la Curia católica, porque son comunidades pequeñas, y veían a los abogados. Siempre he tenido una relación fraternal: somos Iglesias hermanas. Con Tawadros tengo una amistad especial: para mí es un gran hombre de Dios. Tawadros es un Patriarca, un Papa que llevará adelante a la Iglesia, el nombre de Jesús. Tiene un gran celo apostólico. Él es uno de los más ―permitidme que use la palabra, pero entre comillas― «fanáticos» en relación al tema de encontrar una fecha fija para la Pascua. También yo, pero buscamos el modo. Él dice: «Luchemos, luchemos». Es un hombre de Dios. Es un hombre que, cuando era obispo, lejos de Egipto, iba a dar de comer a las personas con discapacidad; es un hombre que fue enviado a una diócesis con cinco iglesias y dejó veinticinco, y no sé cuántas familias cristianas, con el celo apostólico. Después, tú sabes cómo se hace la elección entre ellos: se busca a tres, se eligen, y luego se meten los nombres en una bolsa, se llama a un niño, se le vendan los ojos y el niño elige el nombre. Y allí está el Señor. Verdaderamente él es un gran Patriarca. La unidad del bautismo va adelante. La culpa, sobre el bautismo, es una cosa histórica, porque en la época de los primeros Concilios era común. Después, como los cristianos coptos bautizaban a los niños en los santuarios, cuando querían casarse y venían a nosotros porque se casaban con una católica, se les pedía algo que diera fe y no lo tenían, y se les bautizaba bajo condición: así que hemos comenzado nosotros, no ellos. Pero ahora se ha abierto la puerta y, ante este problema, estamos en el buen camino, para superarlo. En la Declaración conjunta, el penúltimo párrafo habla de esto.
Los ortodoxos rusos reconocen nuestro bautismo y nosotros reconocemos el suyo. Yo era muy amigo del obispo en Buenos Aires, de los rusos. También con los georgianos, por ejemplo. El Patriarca de los georgianos es un hombre de Dios, Elías II, es un místico. Y los católicos también tenemos que aprender de esta tradición mística de las Iglesias ortodoxas. En este viaje hemos tenido el encuentro ecuménico: estaba también el Patriarca Bartolomeo, estaba el patriarca greco-ortodoxo, después estaban otros cristianos: los anglicanos, también el Secretario del Consejo Mundial de las Iglesias, de Ginebra... Todo lo que hace el ecumenismo está en camino. El ecumenismo se hace caminando, con las obras de caridad, con el compromiso de ayudar, de hacer cosas juntos cuando se pueden hacer juntos... No hay un ecumenismo estático. Es verdad que los teólogos tienen que estudiar y ponerse de acuerdo, pero esto no llegará a buen puerto si no se camina. «¿Qué podemos hacer ahora?». Hagamos lo que podemos hacer: orar juntos, trabajar juntos, hacer obras de caridad juntos... pero juntos. Y esto es ir adelante. Las relaciones con el Patriarca Kirill son buenas. También el Arzobispo Metropolita Hilarión ha venido varias veces a hablar conmigo, y tenemos una buena relación.
Vera Shcherbakova:
¿Y con el Estado Ruso? ¿Los cristianos, los valores comunes…?
Papa Francisco:
Sí, yo sé que el Estado Ruso habla de esto, de la defensa de los cristianos en Oriente Medio. Lo sé, y creo que es una buena cosa, hablar, luchar contra la persecución. Hoy en día hay más mártires que en los primeros siglos, especialmente en Oriente Medio.
Greg Burke:
Phil Pullella.
Philip Pullella, agencia «Reuters»:
Usted habló ayer, en el primer discurso, del peligro de las acciones unilaterales y que todos han de ser constructores de paz. Usted habló mucho de la «tercera guerra mundial por partes». Pero parece que hoy en día este miedo y ansiedad se concentra alrededor de lo que está pasando con Corea del Norte.
Papa Francisco:
Sí, es el punto central...
Phil Pullella:
Exacto: es el punto central. El presidente Trump ha enviado una escuadra de buques militares frente a la costa de Corea del Norte; el líder de Corea del Norte ha amenazado con bombardear Corea del Sur, Japón e incluso los Estados Unidos, si consiguen construir misiles de largo alcance; la gente tiene miedo y se está hablando del riesgo de una guerra nuclear como si no sucediera nada. Entonces, si usted se encontrara con el presidente Trump, pero también con otras personas, ¿qué les diría a estos líderes que tienen la responsabilidad del futuro de la humanidad? Porque estamos en un momento bastante crítico...
Papa Francisco:
Yo los llamo. Los llamo y los llamaré, como he llamado a los líderes de diferentes lugares, a que se trabaje para resolver los problemas por la vía de la diplomacia. Y hay facilitadores ―muchos, en el mundo―, hay mediadores que se ofrecen: hay países como Noruega, por ejemplo; nadie puede acusar a Noruega de ser un país dictatorial; siempre está dispuesta a ayudar... Por citar un ejemplo, pero hay muchos más... Pero el camino es el de la negociación, el camino de la solución diplomática. Esta «guerra mundial por partes», de la que estoy hablando desde hace dos años, más o menos, es «por partes», pero las partes se han ampliado, y también se han concentrado. Se han concentrado en puntos que ya eran «calientes», porque esta historia de los misiles de Corea va adelante desde hace un año, pero ahora parece que la cuestión se ha avivado demasiado. Yo llamo siempre a resolver los problemas por la vía diplomática, con la negociación... Porque está en juego el futuro de la humanidad. Hoy, una guerra amplia destruirá, no digo que la mitad de la humanidad, pero una buena parte de la humanidad y la cultura... todo, todo. Sería terrible. Creo que hoy la humanidad no sería capaz de soportarlo. Pero miremos a los países que están sufriendo una guerra en su interior, y en los que hay focos de guerra: Oriente Medio, por ejemplo, pero también en África, Yemen... Detengámonos. Busquemos, busquemos una solución diplomática. Y en esto creo que las Naciones Unidas tienen el deber de retomar un poco el liderazgo, porque se ha diluido: se ha diluido un poco.
Phil Pullella:
¿Querrá usted reunirse con el presidente Trump cuando viaje a Europa? ¿Se ha realizado alguna petición para ese encuentro?
Papa Francisco:
La Secretaría de Estado no me ha informado todavía de que haya ninguna petición; pero yo recibo a cualquier Jefe de Estado que me pida audiencia.
Greg Burke:
Me parece que las preguntas sobre el viaje ya se han acabado. ¿Se puede contestar a una todavía? Después tendremos la cena, a las seis y media. Está Antonio Pelayo, de «Antena 3», que usted ya conoce.
Antonio Pelayo:
Santo Padre, la situación en Venezuela ha degenerado últimamente de modo muy grave y ha habido muchas muertes. Quisiera preguntarle si la Santa Sede, y usted personalmente, piensan relanzar esa acción, esa intervención pacificadora, y qué formas podría asumir esta acción.
Papa Francisco:
Hubo una intervención de la Santa Sede bajo pedido fuerte de los cuatro Presidentes que estaban trabajando como facilitadores, y… la cosa no resultó. Y quedó ahí. No resultó porque las propuestas no eran aceptadas, o se diluían, o era un «sí, sí» pero «no, no». Todos conocemos la difícil situación de Venezuela, que es un País al que yo quiero mucho. Y sé que ahora están insistiendo; no sé bien de dónde –creo que de los cuatro Presidentes– para relanzar esta facilitación, y están buscando el lugar. Yo creo que tiene que ser con condiciones ya. Condiciones muy claras. Parte de la oposición no quiere esto. Porque es curioso, la misma oposición está dividida. Y, por otro lado, parece que los conflictos se agudizan cada vez más. Pero hay algo de movimiento. Hay algo de movimiento, estuve informado de eso, pero está muy en el aire todavía. Pero todo lo que se pueda hacer por Venezuela hay que hacerlo. Con las garantías necesarias. Si no, jugamos al «pin-pin pirulero», y no va la cosa. Gracias.
Greg Burke:
Gracias, Santo Padre. Y ahora tenemos que terminar.
Papa Francisco:
Una más todavía.
Greg Burke:
Una más. Hay un alemán: Jörg Bremer de «Frankfurter Allgemeine».
Jörg Bremer de «Frankfurter Allgemeine»:
Hace algunos días, usted ha hablado sobre el tema de los refugiados en Grecia, Lesbos, y utilizó la expresión «campos de concentración», porque están sobrecargados de gente. Para nosotros, los alemanes, es lógico que este es un término muy, muy serio, y muy parecido al de «campo de exterminio». Algunos dicen que fue un lapsus linguae suyo: ¿Qué es lo que quería decir?
Papa Francisco:
En primer lugar, tenéis que leer bien todo lo que dije. Dije que los más generosos de Europa son Italia y Grecia: lo han sido, es cierto, son los que están más cerca de Libia y Siria... De Alemania, siempre he admirado la capacidad de integración. Cuando estudiaba allí, había muchos turcos, integrados, en Frankfurt, muchos, integrados, y llevaban una vida normal. No ha sido un lapsus linguae: hay campos de refugiados que son verdaderos campos de concentración. Hay alguno tal vez en Italia, alguno en otra parte..., en Alemania no, seguro. Pero usted piense un momento: ¿Qué hacen las personas encerradas en un campo y sin poder salir? Piense a lo que sucedió en el norte de Europa cuando querían cruzar el mar para ir a Inglaterra: ¡estaban encerrados dentro! Me hizo reír ―y esa es un poco la cultura italiana―, me hizo reír cuando me he enterado de un campo de refugiados en Sicilia ―me lo contó el delegado de la Acción Católica de la diócesis de Agrigento―. Allí, en la zona, hay dos o tres campos de estos, no sé en qué diócesis; las autoridades de la ciudad donde se encuentra el campamento hablaron con la gente del campo de refugiados y les dijeron: «A vosotros, quedaros aquí dentro os perjudicará la salud mental; tenéis que salir. Pero, por favor, no hagan cosas malas. Nosotros no podemos abrir la puerta, pero hacemos un agujero en la parte de atrás. Vosotros salid, dad un buen paseo...». Y así se han ido tejiendo relaciones con los habitantes del pueblo, buenas relaciones... Estos no cometen delitos, no cometen crímenes. Pero el mero hecho de estar encerrados, sin hacer nada, esto es un lager, ¿no? Pero no tiene nada que ver con Alemania, no, no. Gracias.
Greg Burke:
Gracias a usted, Santo Padre.
Papa Francisco:
Gracias por este trabajo que hacéis y que sirve a tanta gente. No sabéis el bien que podéis hacer con vuestras crónicas, con vuestros artículos, con vuestras reflexiones… Tenemos que ayudar a la gente y ayudar también a la comunicación, para que la comunicación y también la prensa nos lleve a las cosas buenas y no a la desorientación, que no nos sirve. Muchas gracias, muchas gracias. Y que tengáis una buena cena. Y rezad por mí.