La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar esta mañana a las 9, 25 en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.
En su discurso el Papa, ha centrado su meditación en el tema “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo “(cfr Mt 28,20): La promesa que da esperanza.
Después de resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes.
La audiencia general ha terminado con el canto del Pater Noster y la bendición apostólica
Catequesis del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
"Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). Las últimas palabras del Evangelio de San Mateo recuerdan el anuncio profético que encontramos al comienzo: "Se le dará el nombre Emanuel, que significa: Dios con nosotros" (Mt 1,23; cf. Isaías 07:14). El Evangelio entero está encerrado entre estas dos citas, palabras que comunican el misterio de un Dios cuyo nombre, cuya identidad es ser-con, sobre todo con nosotros, es decir, con la criatura humana. El nuestro no es un Dios ausente, atrapado en un cielo lejano; es, en cambio, un Dios "apasionado" del ser humano, lleno de tanta ternura amorosa que es incapaz de separarse de él. Los seres humanos somos hábiles en romper lazos y puentes. Él, en cambio, no. Si nuestro corazón se enfría, el suyo permanece incandescente. Nuestro Dios siempre nos acompaña, aunque, por desgracia, nos olvidásemos de Él. En la cresta que divide la incredulidad de la fe es decisivo el descubrimiento de ser amados y acompañados por nuestro Padre, de que no nos deja solos.
Nuestra existencia es una peregrinación, un camino. Incluso aquellos que están motivados por una esperanza simplemente humana, perciben la seducción del horizonte, que les lleva a explorar mundos que no conocen. Nuestra alma es un alma migrante. La Biblia está llena de historias de peregrinos y viajeros. La vocación de Abraham comienza con esta orden: "Sal de tu tierra" (Gn 12,1). Y el patriarca deja aquel pedazo de mundo que conocía bien y que era una de las cunas de la civilización de su tiempo. Todo parecía indicar lo insensato de ese viaje. Sin embargo, Abraham sale. No nos convertimos en hombres y mujeres maduros si no percibimos el atractivo del horizonte: ese límite entre el cielo y la tierra, que pide ser alcanzado por un pueblo de caminantes.
En su camino en el mundo, el hombre no está nunca solo. Especialmente el cristiano nunca se siente abandonado porque Jesús nos asegura que no nos espera sólo al final de un largo viaje, sino que nos acompaña en cada uno de nuestros días.
¿Hasta cuándo durará el cuidado de Dios por el hombre? ¿Hasta cuándo el Señor Jesús, que camina con nosotros, hasta cuándo cuidará de nosotros? La respuesta del Evangelio no deja lugar a dudas: ¡Hasta el fin del mundo! Pasarán los cielos, pasará la tierra, no habrá ya esperanza humana, pero la Palabra de Dios es más grande que todo, y no pasará. Y Él será el Dios con nosotros, el Dios Jesús que camina con nosotros. No habrá día de nuestras vidas en el que dejemos de ser una preocupación para el corazón de Dios. Pero alguno podría decir: “Pero ¿qué dice?” . Digo: No habrá día de nuestras vidas en el que dejemos de ser una preocupación para el corazón de Dios. Dios se preocupa por nosotros, camina con nosotros. ¿Y por qué lo hace?: Sencillamente, porque nos ama. ¿Entendido? Nos ama. Y Dios, ciertamente, se ocupará de todas nuestras necesidades, no nos abandonará en tiempos de prueba y de oscuridad. Esta certeza pide anidarse en nuestro corazón para no apagarse nunca. Algunos la llaman por el nombre de "Providencia". Es decir, la cercanía de Dios, el caminar de Dios con nosotros se llama también “la Providencia de Dios”: El provee a nuestra vida.
No es casualidad que entre los símbolos cristianos de la esperanza haya uno que me gusta mucho: es el ancla. Expresa que nuestra esperanza no es vaga; que no se debe confundir con los sentimientos cambiantes de aquellos que quieren mejorar las cosas de este mundo de forma ilusoria, basándose únicamente en su propia fuerza de voluntad. La esperanza cristiana, de hecho, hunde sus raíces no en el atractivo del futuro, sino en la seguridad de lo que Dios ha prometido y realizado en Jesucristo. Si Él nos ha garantizado que nunca nos abandonará, si el inicio de toda vocación es un "Sígueme", con el que asegura que va siempre delante de nosotros, ¿por qué temer? Con esta promesa, los cristianos pueden caminar por todas partes. Incluso atravesando regiones del mundo herido, donde las cosas no van bien, estamos entre aquellos que incluso allí, siguen esperando. Dice el Salmo: "Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú estás conmigo" (Sal 23,4). Y precisamente allí donde se extiende la oscuridad es donde hay que mantener una luz encendida. Volvamos al ancla. Nuestra fe tiene su ancla en el cielo. Nuestra vida está anclada en el cielo. ¿Qué tenemos que hacer? Agarrarnos a la cuerda: está siempre allí. Y vamos adelante porque estamos seguros de que nuestra vida tiene como un ancla en el cielo, en aquella orilla a la que llegaremos.
Por supuesto, si tuviéramos que confiar únicamente en nuestras propias fuerzas, tendríamos motivos para sentirnos decepcionados y vencidos, porque el mundo a menudo resulta refractario a las leyes del amor. Prefiere, tantas, tantas veces las leyes del egoísmo. Pero si sobrevive en nosotros la certeza de que Dios no nos abandona, de que Dios nos ama tiernamente a nosotros y a este mundo, cambia inmediatamente la perspectiva. "Homo viator, spe erectus", decían los antiguos. En el camino, la promesa de Jesús 'Yo estoy con vosotros' nos hace estar de pie, derechos, con esperanza, confiando en que el buen Dios ya está trabajando para lograr lo que parece humanamente imposible porque el ancla está en la playa del cielo.
El santo pueblo fiel de Dios es gente que está de pie –homo viator- y camina, pero derecha, “erectus”, y camina en la esperanza. Y donde quiera que va sabe que el amor de Dios lo precede: no hay lugar del mundo que escape a la victoria de Cristo Resucitado. ¿Y cuál es la victoria de Cristo Resucitado? La victoria del amor. Gracias.
Saludos en las diversas lenguas
Saludos en francés
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente al grupo de las Obras Misioneras Pontificias, con el cardenal Filippo Barbarin, arzobispo de Lyon, así como a las Comunidades de l'Arche de Jean Vanier, de Cognac , y a todos los fieles que han venido de Francia y de Bélgica.
Somos el pueblo de Dios que peregrina en la estela de Cristo resucitado, y sabemos que su amor nos precede, incluso en las situaciones más difíciles. Os invito a llevar esta luz a vuestro entorno. Dios os bendiga.
Saludos en inglés
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de Inglaterra, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Nigeria, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Corea, Tailandia, Vietnam y Estados Unidos de América. En la alegría de Cristo resucitado, invoco sobre todos vosotros y sobre vuestras familias el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. ¡El Señor os bendiga!
Saludos en alemán
Me complace dar la bienvenida a nuestros hermanos y hermanas de lengua alemana, así como a los fieles de los Países Bajos. En particular, saludo a los peregrinos de Gais en Alto Adigio, acompañados por Mons. Ivo Muser y a las alumnas de la Liebfrauenschule Dießen. Queridos amigos, llevemos a todos el mensaje de esperanza pascual de que no hay lugar en el mundo que escape a la victoria de Cristo resucitado. ¡Dios os acompañe siempre con su gracia!.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que en este tiempo pascual la contemplación de Jesús resucitado, que ha vencido a la muerte y vive para siempre, nos ayude a sentirnos acompañados por su amor y por su presencia vivificante, aún en los momentos más difíciles de nuestra vida. Que Dios los bendiga.
Saludos en portugués
Saludo cordialmente a los alumnos y profesores de Carcavelos y Porto Alegre y a los fieles de la parroquia de Queluz y de la Comunidad Obra de María. Saludo también a los alcaldes y a los coordinadores de la región vinícola de Bairrada, a los ciclistas militares y civiles y a los otros peregrinos de lengua portuguesa: Gracias por vuestra presencia y, sobre todo, por vuestras oraciones. A la Virgen María encomiendo vuestros pasos al servicio del crecimiento de nuestros hermanos y hermanas. ¡Que sobre vosotros y vuestra familias descienda la bendición del Señor !
Saludos en árabe
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, recordad siempre que nuestra existencia es una peregrinación, y que la promesa de Cristo y el amor de Dios que nos precede nos sostienen en nuestro camino. ¡El Señor os bendiga!
Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. El domingo pasado, en la fiesta de la Divina Misericordia, también conmemoramos a San Adalberto, el patrón de Polonia. Fue también la ocasión para celebrar el sexto centenario de la institución de la sede primada en Gniezno. Encomiendo a todos los pastores y los fieles de la Iglesia de Polonia a la protección de este gran obispo y mártir que llevó el mensaje del Evangelio y el testimonio de vida cristiana a vuestras tierras. Mantened viva para las generaciones futuras vuestra tradición espiritual y cultural que ha crecido sobre su sangre. ¡Dios os bendiga!
Saludos en croata
Saludo con alegría a los peregrinos de Croacia, especialmente a los oficiales y alumnoss de la XIX generación de la Academia Militar de Croacia, así como a los oficiales de las Fuerzas Armadas, acompañados por su obispo, Monseñor Jure Bogdan. Queridos amigos, la bendición de Dios esté siempre con vosotros y con vuestra misión, para que podáis comprometeros diariamente en la sociedad como verdaderos agentes de paz. ¡Alabados sean Jesús y María!
Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me complace saludar a los niños de la profesión de fe de Treviso y a las parejas de la archidiócesis de Ancona-Osimo que recuerdan el cincuenta aniversario de su matrimonio: espero que esta peregrinación suscite en cada uno el redescubrimiento de los sacramentos recibidos, signos eficaces de la gracia de Dios en nuestras vidas. Y vosotros, que recordáis el cincuenta aniversario de vuestro matrimonio, decidle a los jóvenes que es bonito: ¡es bella la vida del matrimonio cristiano!
Saludo a los participantes en el congreso sobre la construcción a prueba de terremotos en América Latina, en el Instituto Italo-Latinoamericano, organizado por la Universidad Europea; a los Padres del Verbo Divino de la tercera edad; a la asociación Telefono Azzurro; al Coro Clusone; a los fieles de Cardito, Belvedere y Pellezzano, así como al club deportivo "Sacerdoti Calcio" y a los de Andria y Oriolo. ¡Que la visita a las tumbas de los apóstoles favorezca en todos el sentido de pertenencia a la familia eclesial!.
Dirijo un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Ayer celebramos la fiesta de San Marcos Evangelista. ¡Que su discipulado siguiendo a San Pablo, sea un ejemplo para vosotros, queridos jóvenes, para seguir los pasos del Salvador; que su intercesión os sostenga, queridos enfermos, en las dificultades y en las pruebas de vuestra enfermedad; y que su evangelio, breve e incisivo, os recuerde, queridos recién casados, la importancia de la oración en el camino matrimonial que habéis emprendido!