A las 12 horas de hoy, III domingo de Cuaresma, el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos llegados a la Plaza de San Pedro.
Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de este domingo, tercero de Cuaresma, nos presenta el diálogo de Jesús con la Samaritana (cfr. Jn 4,5-42). El encuentro sucedió mientras Jesús atravesaba Samaria, región entre Judea y Galilea, habitada por gente que los judíos despreciaban, considerándola cismática y herética. Pero precisamente esta población será una de las primeras en adherirse a la predicación cristiana de los apóstoles. Mientras los discípulos van a la aldea a buscar algo de comer, Jesús se queda al lado de un pozo y pide a una mujer, que había ido allí a sacar agua, que le dé de beber. Y con esta petición comienza un diálogo. “¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?” Jesús responde: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habría pedido a él y él te habría dado agua viva”. Un agua que sacia toda sed y se transforma en fuente inagotable en el corazón de quien la bebe. (v. 10-14)
Ir al pozo a sacar agua es fatigoso y aburrido; ¡Estaría muy bien tener a disposición una fuente caudalosa! Pero Jesús habla de un agua diversa. Cuando la mujer se da cuenta que el hombre con el que está hablando es un profeta, le confía la propia vida y le plantea cuestiones religiosas. Su sed de afecto y de vida plena no ha sido saciada por los cinco maridos que ha tenido; es más, ha experimentado desilusiones y engaños. Por eso la mujer queda impresionada por el gran respeto que Jesús tiene por ella y cuando Él le habla incluso de la verdadera fe, como relación con Dios Padre “en espíritu y en verdad”, entonces intuye que ese hombre podría ser el Mesías y Jesús – algo rarísimo – lo confirma: “Soy yo, el que te está hablando” (v. 26). Él dice que es el Mesías a una mujer que llevaba una vida tan desordenada.
Queridos hermanos, el agua que da la vida eterna empezó a fluir en nuestros corazones el día de nuestro Bautismo; entonces, Dios nos transformó y nos llenó de su gracia. Pero puede darse que este gran don lo hayamos olvidado, o reducido a un mero dato civil; y quizás estemos buscando “pozos” cuyas aguas no quitan la sed. Cuando nos olvidamos del agua verdadera, vamos a buscar pozos cuyas aguas no son limpias. Si es así, ¡este Evangelio es precisamente para nosotros! No sólo para la Samaritana, ¡ para nosotros! Jesús nos habla como a la Samaritana. Ciertamente, nosotros ya lo conocemos, pero quizás todavía no lo hemos encontrado personalmente. Sabemos quién es Jesús, pero quizás no lo hemos encontrado personalmente, hablando con Él, y todavía no lo hemos reconocido como nuestro Salvador. Este tiempo de Cuaresma es la ocasión buena para acercarnos a Él, encontrarlo en la oración, en un diálogo a corazón abierto, hablar con El, escucharle; es una buena ocasión para ver también su rostro en el rostro de un hermano o de una hermana que sufren. De este modo podemos renovar en nosotros la gracia del Bautismo, quitarnos la sed en la fuente de la Palabra de Dios y de su Santo Espíritu; y así descubrir también la alegría de volvernos artífices de reconciliación e instrumentos de paz en la vida cotidiana.
¡Que la Virgen María nos ayude a beber constantemente de la gracia , de esa agua que brota de la roca que es Cristo Salvador, para que podamos profesar con convicción nuestra fe y anunciar con alegría las maravillas del amor de Dios, misericordioso y fuente de todo bien!.
Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Quiero asegurar mi cercanía a la querida población de Perú, duramente golpeada por inundaciones devastadoras. Rezo por las víctimas y por los que participan en las operaciones de socorro.
Ayer, en Bolzano, fue proclamado beato Josef Mayr-Nusser, padre de familia y miembro de la Acción Católica, martirizado por su negación a adherirse al nazismo por fidelidad al Evangelio. Por su gran estatura moral y espiritual, es un modelo para los fieles laicos, especialmente para los padres, que hoy recordamos con gran afecto, aunque la fiesta litúrgica de San José, se celebrará mañana porque hoy es domingo. ¡Saludemos a todos los papás con un gran aplauso! (la gente aplaude)
A todos vosotros, peregrinos de Roma, de Italia y de diversos países dirijo un cordial saludo. Saludo a las comunidades neocatecumenales venidas de Angola y de Lituania, así como a los responsables de la Comunidad de Sant’ Egidio de África y de América Latina. Saludo a los fieles italianos de Viterbo, Bolgare, San Benedetto Po, y a los estudiantes de Torchiarolo.
A todos os deseo un buen domingo. No os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo! y ¡Hasta la vista!