Audiencia a los voluntarios de “Teléfono Amigo Italia”, 11.03.2017
A las 12 horas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los voluntarios de “Teléfono Amigo Italia” con motivo de los 50 años de actividad.
Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los presentes en el curso de la audiencia
Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra recibiros con motivo de los 50 años de actividad del Teléfono Amigo Italia y agradezco al Presidente sus palabras de saludo.
Vuestra asociación se dedica a sostener a los que atraviesan por situaciones de soledad, de desamparo y necesitan escucha, comprensión y ayuda moral. Se trata de un servicio importante, especialmente en el contexto social actual, caracterizado por malestares de vario tipo originados ,a menudo, por el aislamiento y la falta de diálogo. Las grandes ciudades, no obstante estén abarrotadas, son el emblema de un tipo de vida poco humano al que los individuos se están acostumbrando: la indiferencia generalizada, la comunicación cada vez más virtual y menos personal, la carencia de valores sólidos en los que basar la existencia, la cultura del tener y del aparentar. En este contexto, es indispensable fomentar el diálogo y la escucha.
El diálogo permite conocerse y entender las necesidades recíprocas. En primer lugar, es muestra de gran respeto, ya que pone a las personas en actitud de apertura mutua, para percibir los aspectos mejores del interlocutor. Además, el diálogo es expresión de caridad porque, sin ignorar las diferencias, puede contribuir a individuar y a compartir caminos que apunten al bien común. A través del diálogo podemos aprender a ver al otro no como una amenaza, sino como un don de Dios, que nos interpela y nos pide que lo reconozcamos. Dialogar ayuda a las personas a humanizar las relaciones y a superar las incomprensiones. Si hubiera más diálogo -¡ pero diálogo verdadero! - en las familias, en el lugar de trabajo, en la política, se resolverían más fácilmente tantas cuestiones.Cuando no hay dialógo, crecen los problemas, crecen los malentendidos y las divisiones.
Requisito del diálogo es la capacidad de escuchar, que por desgracia no es muy común. Escuchar al otro requiere paciencia y atención. Sólo quien sabe callar, sabe escuchar. No se puede escuchar hablando: boca cerrada. Escuchar a Dios, escuchar al hermano y a las hermanas que necesitan ayuda, escuchar a un amigo, a un pariente. Dios mismo es el mejor ejemplo de escucha: cada vez que rezamos Él nos escucha, sin pedir nada e incluso se adelanta y toma la iniciativa (. Cf. ibid, N. Evangelii gaudium, 24) para satisfacer nuestras peticiones de ayuda. La actitud de escucha, de la cual Dios es modelo, nos insta a derribar los muros de la incomprensión, a crear puentes de comunicación, superando el aislamiento y el cierre en el pequeño propio mundo. Alguien decía: Para hacer paz, en el mundo, faltan orejas, falta gente que separa escuchar, y luego, de allí viene el diálogo.
Estimados amigos, a través del diálogo y de la escucha podemos contribuir a construir un mundo mejor, convirtiéndolo en un lugar de acogida y respeto, contrarrestando así las divisiones y los conflictos. Os animo a continuar con entusiasmo renovado vuestro valioso servicio a la sociedad para que nadie permanezca aislado, para que no se rompan los lazos de diálogo y nunca falte la escucha, que es la manifestación más simple de caridad hacia los hermanos.
Cuento con vuestras oraciones y os encomiendo, al mismo tiempo, a la protección de la Virgen María, mujer del silencio y de la escucha, y de todo corazón os bendigo: a vosotros, a vuestros colaboradores y a todos con los que os “encontráis” –por teléfono- en vuestro trabajo diario. Gracias.
(Bendición)
¡Y rezad por mí!.
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