La Délégation Catholique pour la Coopération de la Conferencia de Obispos de Francia, compuesta de 29 miembros, ha sido recibida esta mañana en audiencia por el Santo Padre en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico con motivo del 50 aniversario de su fundación.
Dándoles la bienvenida, Francisco saludó a través de ellos, a todos los voluntarios en misiones en más de cincuenta países, así como a todas las personas que, hoy como ayer, se benefician de su presencia y de su experiencia.
“Como escribió el Beato Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio -señaló- "el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre. [...]La solidaridad mundial, cada día más eficiente, debe permitir a todos los pueblos el llegar a ser por sí mismos artífices de su destino. "(Nos. 14 y 65). Estas convicciones han llevado a la Iglesia en Francia a crear, hace cincuenta años, la Délégation Catholique pour la Coopération en fidelidad al gran empuje misionero al que ha ofrecido su generosa contribución a través de los siglos… De esa manera estáis al servicio de una auténtica cooperación entre las iglesias locales y entre los pueblos, oponiéndoos a la pobreza y trabajando por un mundo más justo y más fraterno”.
“La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”. (Exhort. Ap Evangelii gaudium, 188). Y precisamente en esta dinámica la Délégation Catholique pour la Coopération ha querido inscribir su acción, realizando una verdadera asociación con las Iglesias y los actores locales en los países donde se envían voluntarios, y trabajando en cooperación con las autoridades civiles y con todas las personas de buena voluntad. También contribuye a una verdadera conversión ecológica que reconoce la eminente dignidad de cada persona, el valor que le es propio, su creatividad y su capacidad de buscar y promover el bien común” (cf. Enc. Laudato si’ 216 -221).
Francisco animó a todos los miembros de la Délégation Catholique pour la Coopération a “hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos. (Lett. ap. Misericordia et misera, 20). No tengáis miedo de recorrer los caminos de la fraternidad y de construir puentes entre las personas y entre los pueblos, en un mundo donde todavía se levantan tantos muros por miedo de los demás. A través de vuestras iniciativas, planes y acciones hacéis visible una Iglesia pobre con y para los pobres, una Iglesia en salida que se hace prójima de las personas en condiciones de sufrimiento , de inseguridad, de marginación de exclusión. Os animo a estar al servicio de una Iglesia que permite a cada uno reconocer la asombrosa cercanía de Dios, su ternura y su amor y recibir la fuerza que nos da en Jesucristo, su Palabra viva, para que usemos nuestros talentos para el bien de todos y de la salvaguardia de nuestra casa común.”
“Mientras pido al Señor que os ayude a servir a la cultura del encuentro en seno a la única familia humana, os imparto la bendición apostólica a vosotros y a todos los miembros de la Délégation Catholique pour la Coopération “, terminó el Obispo de Roma.